Trump quiere jugar al póquer con Sheinbaum

 

Daniel Moser*

Quienes conocen bien a Donald Trump dicen que es un buen jugador de póquer y, si observamos cómo se conduce ante los enfrentamientos, particularmente en relación con México, pareciera que aplica a la política la táctica de ese juego de cartas: farolear a ver qué atrapa.

Por su parte, Claudia Sheinbaum suele ser tan mesurada como directa. En México se dice que tiene “mano dura” (que actúa con severidad y rigor), y eso quedó en evidencia, por ejemplo, cuando respondió a Trump sobre la polémica de los aranceles, el fentanilo y la migración: una carta breve, contundente y firme.

Más allá de los estilos personales, Donald Trump y Claudia Sheinbaum comparten el nacionalismo en lo político y el proteccionismo en lo económico; eso es, precisamente y paradójicamente, lo que –entre otros factores, pero éste esencial– provoca las divergencias entre ambos.

Ambos se mantienen firmes en sus posiciones, pero la diferencia es que, mientras Donald Trump tiene una actitud provocadora, Claudia Sheinbaum es firme y conciliadora.

La posición de Donald Trump, que puede ser una amenaza en ciertos aspectos, genera una oportunidad para que el gobierno mexicano considere, con una visión estratégica de mediano y largo plazos, con base en la historia y la situación actual, no sólo los pros, como ocurre actualmente, sino también los contras en las relaciones con Estados Unidos.

En sus arrogantes e improvisadas propuestas, Trump involuntariamente deja en evidencia las desventajas para México de su relación con Estados Unidos, particularmente en materia económica.

Aranceles y T-MEC

La principal víctima de la posible aplicación del arancel del 25% con el que amenaza Donald Trump a los productos de origen mexicano será Estados Unidos, ya que provocaría una inflación que no podrá controlar. No afectará a México, ya que México vende el 80% de su producción, incluido el petróleo, a Estados Unidos, mientras que Estados Unidos vende poco más del 20% de su producción a México.

El hecho de que más del 80% del comercio de México sea con su vecino del norte implica necesariamente una relación de dependencia, sobre todo si asumimos que entre dos economías abrumadoramente diferentes en volumen (PIB de EU 27.36 billones de dólares; PIB de México 1.78 billones de dólares, en 2023), la economía de EU es 15 veces la de México, por lo que hablar de “sociedad entre pares” es ilusorio, engañoso.

Obviamente, no es posible ni conveniente para México en el corto y mediano plazos plantearse una reducción sustancial de la dependencia económica de Estados Unidos, sino mantenerla… Peor aún: considerar positivo mantenerla y ampliarla, como revela el discurso del gobierno mexicano, es un grave error. Es poner todos los huevos en una misma canasta.

Entre cancelar esta relación de dependencia y consolidarla, hay opciones intermedias que pueden y deben considerarse cuanto antes. Más allá de cuestiones ideológicas, lo primero y esencial es generar un espacio, una organización, una dependencia del gobierno… Un equipo multidisciplinario que, lejos de las urgencias actuales –pero considerándolas– que debe atender el gobierno, analice con visión estratégica, pensando en el futuro de las nuevas generaciones de mexicanos.

Es urgente generar propuestas de vinculaciones económicas con todos los países del mundo según conveniencia, sin prejuicios ni ataduras como los tratados de libre comercio, que generen condiciones a favor de los países periféricos y a favor de los centrales.

El Tratado Estados Unidos-México-Canadá (hoy T-MEC) entró en vigor el 1 de julio de 2020. En su momento se planteó que transformaría a México en una potencia industrial, pero en cambio sólo se convirtió en un país maquilador, con poca o nula integración de contenido nacional, dependiendo de los sectores económicos.

La información estadística del periodo enero-octubre de 1993-2024 revela que en este periodo de 32 años la balanza comercial de México presenta déficit, en 27 de esos años, por un total de 172,602 millones de dólares, argumento más que convincente para al menos analizar la situación, sacar conclusiones y considerar alternativas.

“Con el TLCAN, hoy T-MEC, se canceló la rectoría del Estado mexicano sobre el desarrollo y del mercado interno como motor del crecimiento económico, por una economía política que garantiza ganancias a empresas globales, tanto de capital nacional como extranjero, orientadas al comercio exterior, lo que llevó a la nación a dependencias estratégicas de la economía estadounidense y global”, señala Alberto Montoya en reciente conferencia.

“Las empresas públicas, privadas y sociales fueron sometidas a condiciones de competencia económica irracionales, injustas e inmensamente asimétricas, frente a corporaciones globales sostenidas por recursos financieros, legales y de subsidios de los poderes fácticos”.

La importancia de los mexicanos en Estados Unidos

Anualmente, los 37,3 millones de mexicanos que residen en Estados Unidos aportan 324 mil millones de dólares. Cada mexicano residente en Estados Unidos paga alrededor de 1,38 dólares en impuestos por cada dólar de gasto social del gobierno estadounidense, una diferencia sustancial respecto de los 0,69 dólares que aportan los ciudadanos estadounidenses. Los sectores en los que predomina la participación de los mexicanos son la agricultura, los servicios y la construcción.

Aun con esta contribución multimillonaria a la economía estadounidense, los mexicanos que viven allí envían remesas a sus familiares en México por más de 60 mil millones de dólares al año.

Además, siete de cada diez trabajadores agrícolas en Estados Unidos son de origen mexicano. ¿Quién se hará cargo de este trabajo con las “deportaciones masivas” que promete Trump?

Deportación masiva de inmigrantes

Donald Trump acusa a México de permitir que millones de inmigrantes crucen la frontera hacia EE.UU. y amenaza con “deportaciones masivas”, pero sus afirmaciones no tienen fundamento. Debido a las políticas del gobierno mexicano, las caravanas de migrantes ya no llegan a la frontera entre México y Estados Unidos; las llegadas se han reducido en un 75% de diciembre de 2023 a noviembre de 2024, y destaca el hecho de que la mitad de quienes llegan lo hacen asistiendo a una cita legalmente otorgada por el programa estadounidense llamado CBP1.

Las posibilidades de que las amenazas de Donald Trump se cumplan son casi nulas si su gobierno lleva a cabo una investigación básica y elemental de los costos y daños a la economía estadounidense. Ya hemos mencionado el impacto económico; agreguemos aquí el costo del plan de deportaciones masivas propuesto por Trump: 88.000 millones de dólares al año costarían a su gobierno, según el estudio Mass deportation: Devastating costs to America, its budget and economy, realizado por el American Immigration Council, dedicado a la investigación y la política de derechos de los inmigrantes.

A lo anterior se suman -según este estudio- pérdidas de 46 mil millones de dólares en impuestos, 29 mil millones de dólares en impuestos estatales y locales, 22 mil millones de dólares en seguridad social y entre 4,2 y 6,8% en el producto interno bruto de ese país.

La cifra es aún mayor si se considera el plan de deportación de 10 años. “El costo total en 10 años (suponiendo una tasa de inflación anual del 2,5%) sería de 967.900 millones de dólares”. El mismo estudio indica que la mayor parte de este costo se destinaría a la construcción de campos de detención. Se necesitarían “más de 10 años y la construcción de cientos o miles de nuevos centros de detención para arrestar, detener, procesar y expulsar a los 13,3 millones de inmigrantes”.

Drogas y armas

Claudia Sheinbaum fue clara en su respuesta a Donald Trump sobre este tema: “[sobre] el papel de México en la epidemia de fentanilo en Estados Unidos, que es un problema de consumo y salud pública en su país, en lo que va del año las fuerzas armadas y las fiscalías mexicanas han decomisado toneladas de distintos tipos de drogas y 10 mil 340 armas, y detenido a 15 mil 640 personas por violencia relacionada con el narcotráfico”.

Según datos del Centro Nacional de Estadísticas de Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU., el fentanilo se cobró la vida de 107.500 personas en 2023. Los gobiernos estadounidenses se limitan a culpar a los cárteles colombianos y mexicanos, y no hacen nada para combatir a los traficantes y blanqueadores del dinero derivado del tráfico, que en su propio territorio alcanza los 100.000.000.000 de dólares, según la actual secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen.

Sobre el tráfico de armas de EU a México, Claudia Sheinbaum señaló a Donald Trump: “Usted también debe estar atento al tráfico ilegal de armas que llega a mi país desde Estados Unidos; el 70% de las armas ilegales decomisadas a criminales en México provienen de su país. Nosotros no producimos armas; las drogas sintéticas no las consumimos nosotros; los que mata el crimen para responder a la demanda de drogas en su país, desgraciadamente, las aportamos nosotros”.

En política

Un planteamiento erróneo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador –que repite Claudia Sheinbaum– es considerar que en el escenario global lo que predomina es una competencia económica entre Estados Unidos y China. En realidad, se trata de un aspecto –relevante, pero uno más– del fenómeno principal: la redefinición de un nuevo orden mundial que se caracteriza por la lenta pero indefectible pérdida de la hegemonía estadounidense frente a la multipolaridad que promueven China y Rusia a través de los BRICS+.

El gobierno de México plantea la necesidad de extender el T-MEC a todo el continente americano, como una expresión de deseo que no tiene sustento en la historia ni en la coyuntura actual.

Con el grado de cinismo que caracteriza a los funcionarios y políticos estadounidenses, quienes ante la impunidad de que aún gozan no temen el ridículo, la general Laura J. Richardson –hasta hace poco jefa del Comando Sur de Estados Unidos– señaló: “Vemos esto, aquí mismo en nuestro propio hemisferio: que ciertos actores malignos externos como la República Popular China y Rusia están ejerciendo agresivamente influencia sobre nuestros vecinos demócratas».

“Hoy”, añadió, “la República Popular China tiene tanto la capacidad como el interés de dejar de lado las normas internacionales, de apoyar su propio tipo de autoritarismo, de acumular todo el poder y la capacidad de influencia, a expensas de los estados nacionales con democracias emergentes en nuestro hemisferio”.

Los acuerdos de los países BRICS, a los que periódicamente se suman más naciones para abandonar el dólar estadounidense en sus transacciones de manera acelerada, tendrán un impacto decisivo en la pérdida de hegemonía estadounidense, mayor que cualquier número de bombas atómicas. Pero no es sólo el factor dólar, sino que algunos datos también certifican la contundencia del cambio de escenario global, en particular en materia económica: mientras que en 1960 la participación del PIB mundial era del 39% para EE. UU. y del 4% para China, en 2024 para EE. UU. es del 24% y para China del 18%.

En el caso de comparar la participación del PIB mundial entre el G7 (Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá) con 35% en 2010 y 29% en 2024, y los BRICS+ (Brasil, China, India, Rusia, Sudáfrica, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Egipto, y más de 14 países que han mostrado interés), con 25% en 2010 y 39% en 2024.

Si el gobierno mexicano, con la prudencia necesaria, no cambia su enfoque con una visión estratégica sobre cómo posicionarse en el escenario mundial, sin someterse a tratados de libre comercio que limiten la soberanía, y actúa en consecuencia, terminará atando a México a la inevitable caída del imperio estadounidense. No será mañana ni en unos años, pero sucederá.

*Daniel Moser. Analista político y editor, argentino y mexicano, Director de HELIOS Comunicación (heliosmx.org) Miembro del Centro de Estudios Estratégicos Nacionales, AC, en México.