Dos personajes de la moderna infamia: Gerardo Sánchez y Erwing Alaniz Benavides. El primero, un reconocido estafador, y el segundo un resentido que no olvida que en los años 80 su padre estuvo detenido por pertenecer a la contrarrevolución. ¿Y qué quería en medio de una injusta guerra contra Nicaragua?
No sabemos si a tipos como éstos Dios los cría, pero sí está claro que el diablo los junta. Alaniz, un aprendiz de conspirador, actúa más con el hígado que con el cerebro y se suelta con el “comandante de Facebook” dándole detalles que éste desconocía sobre un delincuente que se hace pasar como alzado en armas y cuyo nombre es Gerardo Rodríguez, alias “El Flaco”.
De inmediato el instinto depredador de Sánchez se activa y haciéndole creer a Alaniz que es el jefe de la nueva Resistencia, le saca información sobre el “comando”, cuyas fotos sube a su página de Facebook como si fueran tomadas por la virtual Coordinadora Guerrillera Nicaragüense (CGN).
Como no pudo vengarse de los ex reclutas que lo exhibieron como el delincuente que es, le hace saber de manera indirecta a “El Flaco” (que parece impresionarlo) que la Mayra Dávila y su gente, así como “Emmanuel” e “Israel”, son presuntos agentes del FSLN.
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