Dentro de la que está catalogada como la ciudad más peligrosa de Centroamérica, San Pedro Sula, en Honduras, existe un lugar todavía más peligroso: la Rivera Hernández, donde todos los días mueren hasta tres personas a causa de los constantes enfrentamientos de bandas que se disputan el control del territorio.
El narcotráfico, el crimen organizado y la poca presencia policial en el sector humilde permiten el auge de la delincuencia y la presencia de las principales maras que controlan la zona, Mara Salvatrucha y Barrio 18.
Estos grupos no son los únicos. Se les han unido en las actividades delictivas otras tres organizaciones más pequeñas en extensión y organización: Vatos Locos, Tercereños y Los Holanchanos.
En la Rivera Hernández, hasta el vocabulario ha cambiado en referencia a su condición especial de inseguridad. «La comida más barata aquí es llamada ‘baleada'», confiesa un pastor evangélico que se gana la vida como mecánico, Claudio Hernández, citado por El Confidencial.
Las autoridades hondureñas han implementado estratégicas unificadas para disminuir los índices de delincuencia en la ciudad, pero esta zona se resiste a las políticas de seguridad del Estado.
Delincuencia en cifras
Aunque el fenómeno de la delincuencia en San Pedro Sula no es nuevo, llaman la atención de las autoridades los altísimos índices que se registran en los últimos años.
Entre 2012 y 2015, San Pedro Sula alcanzó cifras realmente altas de asesinatos derivados de hechos delincuenciales. En los registros emanados del Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública y la Justicia Penal hasta el año 2015, la capital industrial de Honduras figuraba como la ciudad con más delitos y asesinatos en toda la región de Centroamérica.
Concretamente, registraba casi 170 asesinatos por cada 100.000 habitantes, según la metodología empleada para medir el nivel de delitos a nivel internacional. Además, los índices de secuestros han aumentado hasta el punto de que la ciudad es conocida como ‘la capital del secuestro’.
Aunque todavía no hay datos sobre 2016, la violencia sigue siendo una gran preocupación para muchos en el lugar más peligroso de la ciudad más peligrosa de Honduras.
Thomas Ramírez Salas