Los miembros del Grupo de Reconocimiento Fronterizo de Arizona han sido catalogados como xenófobos. Ellos se consideran a sí mismos como un grupo ciudadano que intenta a luchar contra el narcotráfico.
Tim Foley es un exsoldado que dejó su vida en la gran ciudad para mudarse al desierto que separa Arizona de México. En 2011 fundó el Grupo de Reconocimiento Fronterizo de Arizona con una misión muy clara.
«Queremos dañar la estructura económica los Carteles de la droga lo más posible«, la resume Foley. Para ello los casi 250 voluntarios que se han unido a su causa patrullan este árido terreno en busca de traficantes de droga, pero también de inmigrantes indocumentados… Y lo hacen armados hasta los dientes.
«Les preguntamos si llevan algún arma y les registramos»
«Cuando vemos a un grupo de ilegales, normalmente somos cuatro o cinco personas armadas con armas largas. No les apuntamos pero las tenemos en modo preventivo. Les preguntamos si llevan algún arma y les registramos», explica Foley. Y continúa: «les decimos que dejen caer los fardos de droga y les decimos que se alejen de los fardos. Puede que encontremos armas. Por ejemplo una vez encontré una 380 semiautomática, otras pistolas…».
Desde su puesto de control, donde pasa días monitoreando la zona, muestra las imágenes de supuestos traficantes que llama «mulos profesionales». «Esto son 20 kilos en las mochilas, llevan suelas especiales para borrar las huellas y ropa de camuflaje…», asegura.
¿Lucha contra narcotráfico o sentimientos racistas?
Sin embargo, numerosas asociaciones de derechos humanos han criticado a estos grupos, denunciando que no tienen potestad de arrestar a indocumentados y que se basan en sentimientos racistas y antimigración.
Foley contesta sus detractores con contundencia: «¡ahora somos demasiado políticamente correctos! ¡Todos tienen miedo de dañar los sentimientos de esta gente! ¡Esta actitud políticamente correcta nos está matando y va a destruir el país! Está destruyendo todos los países, ¡mira Europa!».
Es más, insinúa que las asociaciones que dejan agua en el desierto como ayuda humanitaria para aquellos que cruzan son cómplices del narcotráfico. «Se hacen llamar ‘humanitarios’, pero es interesante ver cómo es posible que los coyotes sepan donde está el agua… Están utilizando esta ‘cubierta’ humanitaria pero son cómplices en inmigración ilegal y tráfico de drogas», denuncia.
«Van a causar problemas»
Los miembros del Grupo de Reconocimiento Fronterizo de Arizona han sido catalogados como racistas, xenófobos o miembros de la milicia armada. Sin embargo, ellos se consideran a sí mismos como un grupo ciudadano que intenta ayudar a la patrulla fronteriza a luchar contra la actividad ilegal en este área tan remota del país. Por su parte, las autoridades se muestran contrarias a que personas particulares se involucren de esta manera tan directa.
«Hay miles de personas de la patrulla fronteriza y oficiales de los tres niveles de Gobierno para detener este problema y, aun así, tenemos retos. Imagínense una persona o un grupo que no tiene experiencia. Es peligroso y no van a tener éxito, al contrario, van a causar problemas», asegura Tony Estrada, sheriff del condado fronterizo de Santa Cruz, en Arizona.
Así pues, mientras unos los defienden y otros muchos los critican, Tim Foley y sus voluntarios aseguran que seguirán patrullando la frontera mientras por ella crucen drogas y personas de forma ilegal.