* Carlos Fernando Chamorro Barrios se movió en los años 80 en estructuras importantes del FSLN, pero traicionó al sandinismo en cuanto su madre ganó las elecciones en 1990, apoyada por los gringos y los crímenes de la contrarrevolución. Desde entonces ha mostrado un odio visceral hacia el partido rojinegro, que lo empujó a involucrarse en el sangriento y fallido golpe de Estado de 2018.
Es un sujeto que bien podría recibir un premio por su enorme capacidad de mimetismo político. Logró infiltrar al sandinismo desde muy joven, pese a su privilegiada posición de oligarca y burgués, fingiendo ser uno más de los servidores de la Revolución triunfante en 1979, aunque, eso sí, guardando las distancias con los que consideraba de clases más bajas, a los que siempre miró por encima del hombro.
Carlos Fernando Chamorro Barrios, próximo a cumplir 67 años, fue uno de los más “radicales” ideólogos del FSLN en los años 80 del siglo pasado -vale aclarar que vivió siempre con enormes privilegios- y quizás el primero en pasarse -o volver- al lado de la derecha nicaragüense cuando su madre, Violeta Barrios, ganó las elecciones de 1990 gracias al apoyo recibido del imperio gringo.
Chamorro Barrios es actualmente uno de los mimados del clan de poderosos que gobierna Estados Unidos, que lo utiliza a diario para intentar desestabilizar a la administración sandinista presidida por el comandante Daniel Ortega, a través de las millonarias donaciones que ha recibido desde que el sandinismo retornó al poder en 2007.
También quiere ser presidente
Como es conocido, es hijo de Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, periodista y fundador del diario La Prensa y líder de la Unión Democrática de Liberación (UDEL); su madre, Violeta Barrios Torres, proviene de una familia de clase alta de terratenientes en Rivas. Ella sufre de Alzheimer y se encuentra en estado delicado de salud luego de sufrir un accidente cerebrovascular en octubre de 2018.
A este Chamorro, que trata de esconder sus aspiraciones de llegar a ser presidente de Nicaragua, después de su nacimiento su familia lo llevó a vivir temporalmente en Casa Colorada, en El Crucero. Es el menor de cuatro hermanos, que son Pedro Joaquín, Claudia Lucía y Cristiana María, todos Chamorro Barrios. Mr. President, le decían sus más allegados en Nicaragua.
Su finura de oligarca lo lleva a ser cuidadoso en el vestir; usa pantalones formales y camisas mangas largas. Ingiere vino tinto y whisky. Después del fallido y sangriento golpe de Estado de 2018, del cual fue parte, disminuyó las visitas rutinarias que hacía a restaurantes lujosos, principalmente al Club Terraza, al que paga una membrecía VIP de 30 mil dólares.
Personalidad de oligarca
Quienes lo conocen lo definen como un tipo flemático y que, como tal, difícilmente pierde la compostura, es poco social, calculador, reflexivo, selectivo para sus amistades, desconfiado y conspirador. Su círculo de amistades está compuesto por intelectuales y gente de la alta sociedad.
Es además ambicioso, tiene aires de superioridad, se muestra muy seguro de lo que sabe, al grado de demostrar arrogancia. Se conoce que los hermanos Chamorro Barrios se encuentran en una disputa por la división de acciones de propiedades que recibieron por herencia, entre ellas la Empresa Farallón de Sotavento, Sociedad Anónima, en San Juan del Sur.
Dos de sus hermanos, Cristiana María, Pedro Joaquín y sus primos Juan Sebastián Chamorro y Juan Lorenzo Chamorro Holmann, guardan prisión por su participación en el violento intento de golpe de Estado de 2018 los tres primeros, y el último por lavado de dinero.
Guerra mediática y clandestinaje de empleados
Carlos Fernando Chamorro, entre otras empresas que le han financiado sucesivos gobiernos norteamericanos, dirige el Centro de Investigación para la Comunicación (CINCO) que carece de personería jurídica y opera desde Costa Rica. Sus empleados laboran clandestinos, en casas de seguridad que los gringos les pagan a través de él.
Es bueno recordar que el dictador Anastasio Somoza Debayle ordenó el asesinato de su padre Pedro Joaquín, hecho que fue consumado el 10 de enero de 1978. Tras estos sucesos, su madre Violeta Barrios, por ser la viuda de Chamorro, asumió la dirección de La Prensa.
En 1979, después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, La Prensa inició ataques mediáticos contra el sandinismo. En esa época la familia quedó aparentemente dividida: Violeta Barrios, Pedro Joaquín y Cristiana María, militando en la oposición, mientras Carlos Fernando y Claudia Lucía se mantenían “alineados” al sandinismo. Al menos eso aparentaban.
En cargos de alta confianza
En ese mismo año formó parte del equipo de periodistas fundadores del diario Barricada, diario oficial del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), del que fue nombrado director, ocupando además el cargo de viceministro de Cultura.
En 1984, fue nombrado responsable del Departamento de Agitación y Propaganda del Frente Sandinista de Liberación Nacional (DAP-FSLN), manteniendo el cargo de director de Barricada hasta 1994. Vale decir que en el DAP preparaban a los cuadros más entregados a la revolución por la presunta solidez de sus principios ideológicos.
En 1991, Violeta Barrios de Chamorro ganó las elecciones presidenciales gracias al financiamiento de Estados Unidos al terrorismo a través de la contrarrevolución. De inmediato, Carlos Fernando Chamorro cambió el perfil político de Barricada, enfocando sus publicaciones a favor del gobierno presidido por su madre.
Al año siguiente, el 26 de diciembre de 1992, contrae matrimonio civil con Desirée Guadalupe Elizondo Cabrera, quien tenía un hijo de nombre Roberto Ricardo Chamorro Elizondo, producto de una relación anterior con Roberto José Chamorro Chamorro. De este matrimonio, nacen Luciana Fernanda y Andrés Fernando, ambos Chamorro Elizondo.
Dinero y premios a granel
Desde 1995, es presidente del Centro de Investigación de la Comunicación (CINCO), una ONG financiada generosamente por organismos internacionales norteamericanos y europeos para realizar supuesto periodismo de investigación sobre temas que tengan que ver con “democracia y participación ciudadana”. Es obvio que esa es la fachada para conspirar en contra del sandinismo.
Tiene vínculos con universidades gringas y españolas, mismas que le han otorgado premios a fin de hacer más sólida su posición opositora frente al sandinismo. En mayo de 2009, obtuvo el premio a la libertad de expresión en Iberoamérica, otorgado por Casa América Cataluña (España). En octubre de 2010, recibió el premio María Moors Cabot que otorga la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, en Nueva York.
Como apuntamos antes, en 2018 participó en el fallido de golpe de Estado, manteniendo una guerra mediática contra el gobierno, y desde esa fecha incrementa el terrorismo en sus medios, fomentando el odio y pidiendo sanciones contra el país y funcionarios del gobierno, incluyendo los mandatarios. El comportamiento de Chamorro Barrios ha sido el de un traidor a la Patria.
Es prófugo y tiene hermanos y primos en la cárcel
Su hermana Cristiana María enfrenta una condena de 8 años por lavado de dinero, bienes y activos, apropiación y retención indebida, gestión abusiva y falsedad ideológica. También Pedro Joaquín, su hermano mayor, fue condenado a 9 años de prisión, 6 por apropiación y retención indebida y 3 por gestión abusiva, ambos están en prisión domiciliaria.
Actualmente, Carlos Fernando Chamorro es prófugo de la justicia nicaragüense tras cometer, entre otros delitos, traición a la Patria. Se encuentra autoexiliado en Costa Rica, desde donde dirige el medio Confidencial, presenta el programa de televisión Esta Semana y fue nombrado miembro del Consejo Rector de la Fundación GABO para el periodismo iberoamericano.
A partir de 2006, a través de sus programas “Esta Semana”, “Esta Noche”, “Confidencial” y la ONG CINCO, inició una campaña mediática incesante en contra del comandante Daniel Ortega y en apoyo al candidato por el MRS en los comicios electorales, su cuñado Edmundo Jarquín Calderón.
Financia terrorismo mediático
Su odio antisandinista lo llevó a involucrarse en la sangrienta intentona de golpe de Estado en 2018, incentivando el odio por medio de sus programas de televisión y medios digitales, promoviendo una guerra mediática que todavía no termina.
Desde su autoexilio se dedica además a financiar pequeñas plataformas de medios opositores, para que divulguen informaciones falsas y sostengan una campaña sistemática de desprestigio contra el gobierno de Nicaragua.