Daniela Leyva Fernández │ Granma
Los incidentes con armas en escuelas de EEUU se cuadruplicaron en el curso 2021-2022, con respecto al promedio de años anteriores, reveló Everytown, movimiento de padres, estudiantes, sobrevivientes, educadores y ciudadanos preocupados por terminar con la violencia armada y construir comunidades más seguras en el país del «sueño americano».
Como una epidemia, los tiroteos infectan las escuelas estadounidenses y, en la misma medida en que los estudiantes regresaron al aprendizaje presencial el año pasado, comenzó el aumento de incidentes con armas de fuego.
Entre el 1ro. de agosto de 2021 y el 31 de mayo de 2022, fueron 193 los incidentes de disparos en centros escolares. Los sucesos dejaron 59 fallecidos y 138 heridos; el 59 % de los baleados y el 42 por ciento de los heridos eran alumnos o exalumnos de la escuela en los que sucedieron los actos violentos.
En lo que va de 2022 se han registrado hechos terribles, como el de enero, en la escuela secundaria Beloit Memorial, en Wisconsin, en la cual Jion Broomfield, de 19 años, fue asesinado tras un partido de baloncesto; y Amaree Goodall, de esa edad, fue detenida.
También en ese mes, en la Academia Oliver Citywide, de Pittsburgh, Pensilvania, Marquis Campbell, de 15 años, murió a causa de un disparo, y se desconocen los sospechosos del crimen, indicó el informe de Everytown.
En marzo, el blanco fue la escuela Tanglewood, en Greenville, Carolina del Sur, donde murió Jamari Cortez Bonaparte Jackson, un estudiante de 12 años. El sospechoso, arrestado y acusado, era también un niño.
Mientras, en mayo, la tragedia en la Escuela Primaria Robb, de Uvalde, en Texas, estremeció al mundo, al conocerse que un hombre armado había matado al menos 21 personas, incluidos 19 niños y dos maestros. Otras 17 víctimas fueron heridas.
El derecho a la vida, sin duda, debería primar sobre el negocio de las armas, como escribió en Twitter, recientemente, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla. Los hechos evidencian, una vez más, que en Estados Unidos la producción y venta de armas pesa demasiado como para alcanzar un verdadero control de estas.
Los reportes de prensa dejan claro por qué es tan difícil el control: la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense establece la posesión de armas como un derecho, lo cual genera una fuerte presión desde la industria armamentista o lobbies como la Asociación Nacional del Rifle.
Es tanta la presión que, en vez de pensar cómo evitar ambientes más violentos en las escuelas, se haya pensado en armar a los profesores, lo cual es un riesgo para la seguridad de los estudiantes.
Es el mismo riesgo que implica que, en siete estados de EEUU, más del 50 por ciento de los habitantes posea un arma de fuego, según AFP; que explica, además, que la cifra total son 393 millones de armas para un total de 332 millones de estadounidenses. Más armas que personas.