Manlio Dinucci │ Red Voltaire
Las potencias occidentales toman nota de sus derrotas sucesivas en Alemania, en China, en Corea, en Vietnam, en Siria y, ahora, en Ucrania. Tal y como antes dividieron Alemania, China y Corea, ahora acaban de asumir la división de Ucrania como una fatalidad inevitable… con la esperanza de sobrevivir prolongando un poco más la guerra fría.
La «Conferencia de Recuperación de Ucrania», que acaba de realizarse en Londres, marca el paso a una nueva fase de la guerra contra Rusia. Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea no sólo siguen armando a las fuerzas de Kiev, sino que ahora están preparándose para convertir Europa en la primera línea de una confrontación de larga duración con la Federación Rusa.
Existen diversos indicios de lo que podría ser el plan trazado:
1-Crear en Europa una línea de demarcación militar, como la que divide la península de Corea desde hace 70 años, una franja de territorio formalmente desmilitarizada mediante un armisticio con Rusia.
2-Poner a Ucrania, que se quedaría formalmente fuera de la OTAN, «bajo la tutela» de Polonia, país que desplegaría permanentemente sus propias fuerzas militares en suelo ucraniano, junto a las fuerzas de las tres repúblicas bálticas y, eventualmente, también con fuerzas de otros Estados miembros de la OTAN.
De ahí la necesidad de una «recuperación de Ucrania», cuyo costo está estimado actualmente en 400 mil millones de dólares o incluso en un mil millones.
En ese contexto, la Unión Europea –que este año ya ha asignado 18 mil millones de euros (18 millardos) al pago de los salarios, de las jubilaciones y de los servicios públicos en Ucrania– asigna ahora otros 50 mil millones (50 millardos) de euros a la «recuperación» de Ucrania, prescindiendo así de recursos vitales para los países miembros de la UE.
Ese plan nace del fracaso de la «contraofensiva ucraniana», la cual, según se anunciaba, iba a romper las líneas rusas y reconquistar los «territorios ocupados». Las fuerzas armadas ucranianas, financiadas, armadas y entrenadas por la OTAN, equipadas con el armamento más moderno –como los tanques alemanes Leopard– están sufriendo gravísimas pérdidas, lo cual hace necesaria la adopción de una nueva estrategia.
«Una guerra inganable / Washington necesita que termine la partida en Ucrania», según Samuel Charap, analista de la RAND Corporation, quien escribe: «Una victoria total en el terreno para uno de los bandos es casi imposible. Pero es posible que las dos partes puedan conformarse con una línea de armisticio al estilo coreano.»
Anders Fogh Rasmussen, quien era secretario general de la OTAN cuando ese bloque bélico agredió y destruyó el Estado libio e inició la operación secreta para hacer lo mismo en Siria, elabora el escenario “coreano” para Ucrania:
«Sabemos que Polonia está muy comprometida en cuanto a prestar una asistencia concreta a Ucrania. No excluyo que Polonia se implique todavía más en ese contexto sobre una base nacional y que la sigan los Estados bálticos, con la posibilidad de enviar tropas a Ucrania.»