Venezuela y el BRICS+

 

Luis Britto García | NODAL

Hoy en día, el Brics+, además de sus miembros originarios Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, comprende a Arabia Saudita, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Etiopía e Irán. Para 2024, entre todos alojan cerca del 45% de la población del mundo, crean 34% del PIB global, disponen de 30% de sus tierras cultivables, producen 40% de sus cereales, 50% de la pesca, 50% de los lácteos, poseen 49,687 % de las reservas de gas, 40% de las de carbón, 46% de las reservas petroleras.

Suplen 46% de la producción de petróleo, 39% de las exportaciones de crudo, y entre China y Rusia manejan 70% de la producción mundial de uranio (América Latina y Caribe. Debate e ideas Número 19, Edición especial, octubre-diciembre de 2024). Cifras que aumentarán exponencialmente cuando sean admitidos una treintena de países que solicitan su integración al grupo.

El mundo actual resulta de la prolongada rapiña mediante la cual, desde el siglo XVI, los europeos —y luego aliados con ellos los estadounidenses — valiéndose de sus armas de fuego colonizaron y saquearon América, África y Asia. Las riquezas expoliadas impulsaron el surgimiento del capitalismo, del imperialismo y de los Estados soberanos modernos.

Éstos crearon organizaciones internacionales para perpetuar su hegemonía y sumieron al mundo en una guerra permanente contra pueblos colonizados y entre las mismas potencias coloniales. Se llegó así a la situación en la cual el pequeño grupo de países del G-7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón, Reino Unido y la Unión Europea) pretende avasallar política, económica y militarmente el mundo.

Contra la pretensión de esclavizar a la humanidad por parte de Estados que representan menos del 10% de la población y consumen la mayoría de los recursos del planeta, surgieron revoluciones y organizaciones, tales como el Movimiento de los No Alineados, la Opep, el Mercosur, el Alba, el Asean y ahora el Brics+.

En el campo financiero, el G-7 impuso por armas y presión diplomática una divisa obligatoria de intercambio internacional sin respaldo, el dólar, con la que el país emisor compró el mundo y cumplió con sus compromisos sin más esfuerzo que activar una máquina impresora.

Como alternativa, el Brics+ propone una divisa con respaldo de 40% en oro y recursos naturales, y un 60% en una canasta de monedas de los miembros, llamada 5-R por su composición en reales, rupias, rublos, renminbis y rands.

Venezuela, el país con la primera reserva de oro de América Latina, y segunda de América a pesar del latrocinio efectuado por el Bank of England, podría contribuir a ese respaldo, que a su vez implicaría la desdolarización global, la dilución del efecto de las medidas coercitivas unilaterales y el fin del mundo unipolar.

El G-7 dominó las finanzas mundiales y la hegemonía del dólar mediante sistemas de transferencias tales como el Swift, que permitían bloquear pagos y comercio de países insubordinados, y ejecutar medidas coercitivas unilaterales, latrocinios y extorsiones como instrumentos de política económica. Mediante el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, impulsó una deuda pública impagable, que asciende hoy al 333% del PIB global.

Al respecto, además de la divisa común, Brics+ postula un novedoso sistema internacional de pagos y transacciones, tanto en monedas digitales como locales, así como el Banco de Desarrollo, creado en 2015, para facilitar pagos e inversiones de los países miembros. La civilización contemporánea tiene su fundamento económico en el combustible fósil, que proporciona arriba del 80% del consumo energético mundial, y que, según la Agencia Internacional de la Energía, British Petroleum y la Opep, podría agotarse en cuatro o cinco décadas.

Más de un siglo de compleja pugna geopolítica, diplomática y militar ha tenido por objeto primordial el control de las reservas de hidrocarburos. Hoy, el G-7, que agrupa sólo 10% de la población del globo, consume 26% de la energía mundial; mientras que 45% de la humanidad, agrupada en el Brics+, consume 47% de ella, y el restante 47% de la población consume apenas 27%. Esta asimetría es todavía más injusta si se considera que la mayoría de las reservas de hidrocarburos está en el llamado Tercer Mundo.

Comparemos las reservas de energía fósil sin las cuales no es posible la producción alimentaria masiva. El país con mayores reservas probadas de petróleo es Venezuela, con 303.806 millones de barriles, y el segundo Arabia Saudita, con 260.000 millones de barriles. Estados Unidos, mayor consumidor de hidrocarburos del mundo, ocupa apenas el décimo lugar, con 47.053 millones.

Rusia ocupa el octavo lugar, con 80.000 millones, casi el doble de las de Estados Unidos. La inmensa China ocupa el puesto 14, apenas con 25.000 millones de barriles. La sigue Brasil, en el puesto 15, con 16.184 millones de barriles. La populosa India está en el puesto 22, con 2.625 millones de barriles, y Sudáfrica en el rango 83, con 15 millones de barriles.

La incorporación de Venezuela, añadida a la de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, constituiría al Brics+ en el coloso energético mundial. En el mundo actual no existen independencias ni recursos sin armas que las defiendan.

El Brics+ no es una alianza militar, aunque algunos de sus miembros, como China y la Federación Rusa, (y en cierta medida Irán) disponen de capacidad defensiva para disuadir al G-7 y a la Otan de incrementar o mantener su hegemonía por medios violentos. Apunta el Brics+ a aumentar el número de miembros del Consejo de Seguridad de la ONU, para hacerlo más representativo.

El Brics+ es una alianza económica y política, pero no social. De sus miembros, sólo China es declaradamente socialista. La poderosa laboriosidad de casi la mitad del género humano ha elevado a sus Estados miembros del estatuto de semicolonias al de potencias. Haría falta un Brics+ social, que evitara que la usuraria lógica capitalista convirtiera esta magnífica iniciativa en inmisericorde maquinaria de extracción gratuita de recursos naturales y mano de obra, sin derechos laborales ni sociales.