“Visible” manipulación en muerte de Aguinaga

La Prensa lloró la muerte del delincuente Enrique Aguinaga, alias “comandante Invisible”. No fue su primer llanto. Antes lo había hecho por otros jefes de bandas que se han abaleado entre ellos o han sido abatidos por nuestras fuerzas del orden.

 

Se les están acabando sus “rearmados” y ese es el motivo por el que “denuncian” ahora que hubo “disparos y tortura” en la muerte del cabecilla de una banda que alentada por el diario de la carretera Norte y otros sectores derechistas, intentaba politizar las acciones criminales que impulsan desde hace varios años.

No es extraño lo que hacen los dueños de La Prensa, habida cuenta de que no les importó que una de sus periodistas fuera reclutada por un presunto “comandante Roberto Palacios”, alias del confeso narcotraficante Gerardo Sánchez Montalbán, actualmente en prisión.

Buscan nueva guerra

La muerte de Aguinaga volvió a poner al descubierto lo que creen sus “invisibles” intereses. El asunto es que no logran ocultar sus ansias de que un nuevo ejército mercenario como el del FDN (Contras), se forme en nuestro país para combatir al sandinismo y regresarle el poder a la clase política a la que pertenecen.

Se la pasan repitiendo que están dadas las condiciones para un nuevo estallido de violencia (revolución) en Nicaragua. Abanderan a salteadores, violadores y asesinos como “patriotas” y luego se conduelen cuando éstos son muertos en enfrentamientos con la Policía o el Ejército.

¿A quién más le duele que personas que amenazan con sembrar de luto y dolor los campos nicaragüenses sean exterminados por las autoridades? Aguinaga no era el pobre hombre que ahora trata de exhibir La Prensa. Apareció en un video (¿quién se lo habrá hecho?) en internet publicitado precisamente por el diario de la familia Holmann-Chamorro, empuñando un fusil AK y prometiendo más delitos y derramamiento de sangre inocente.

Es natural que familia lo defienda a ultranza

El único asidero de La Prensa para atacar al Ejército de Nicaragua son las declaraciones de familiares del delincuente Enrique Aguinaga. Es algo que sus reporteros están acostumbrados a ver en cada captura realizada por la Policía en los barrios de Managua cuando de capturar a un antisocial se trata.

Familiares y amigos se lanzan en defensa del detenido y cuando les ponen enfrente un micrófono, no dudan en ponderar las “virtudes” del pariente, así se trate de un narcotraficante, asaltante, violador o criminal. Es natural, duele lo que ocurre a alguien cercano.

Otros buscan mostrarse

Hay otros que, en su afán de figuración, brindan diarias declaraciones a los medios de la derecha en las que no ocultan sus preferencias políticas ni las contradicciones en que caen con sus entrevistadores, que llaman “rearmados” a los delincuentes, mientras que ellos los llaman “civiles” que están siendo asesinados.

Al igual que con otros antisociales, La Prensa ha mostrado (simulado) gran pesar, como si la gente no supiera que lo único que los anima a dar enorme y tendenciosa cobertura a este tipo de sucesos es el afán de vender y de llevar adelante su furibunda campaña anti sandinista.

Aplauden lucha gringa contra terroristas…

El mismo día en que empezaron sus reportajes sobre “Invisible”, publicaron una nota desplegada con fotos y otros recursos de diseño, con loas al asesinato del terrorista Bin Laden, perpetrado en Pakistán por fuerzas especiales norteamericanas hace cinco años.

Es decir, aplauden la lucha de los gringos en contra de los que siembran el luto en su país, pero se rasgan las vestiduras cuando nuestras autoridades persiguen y castigan a quienes hacen lo mismo en Nicaragua. Y eso que la Policía y el Ejército pinoleros no han ido a combatirlos en otro país, en flagrante violación a las leyes internacionales.

Los otros viudos del somocismo

Al “dolor” por la muerte de Aguinaga no pudieron sustraerse incluso el MRS ni la provecta y selectiva defensora de los derechos humanos del CENIDH, quien ve asesinatos por todas partes, lo que no impide que siga dándose la gran vida en el crepúsculo de su existencia.

Pero en fin, no podremos nosotros paliar ni en lo mínimo un sufrimiento que para la derecha empezó en los años 80, que se interrumpió en los 15 años que duraron los gobiernos neoliberales y su capitalismo salvaje, y que se reinició tras la victoria del FSLN en las elecciones de 2007.

Es que el somocismo no se cura fácilmente a como ha quedado demostrado en la última encuesta sobre preferencias políticas.

 

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