Yaku Pérez: un “indígena” respaldado por USA

Benjamín Norton | The Grayzone

*Alienta a la derecha y apoya golpes de Estado

El candidato presidencial ecuatoriano Yaku Pérez ha apoyado golpes en Bolivia, Brasil, Venezuela y Nicaragua. La campaña de su partido Pachakutik, respaldado por Estados Unidos y supuestamente de “izquierda” ambientalista, es promovida por lobistas corporativos de la derecha.

La elección presidencial en Ecuador del 7 de febrero concluyó con una sorpresa: el conteo rápido publicado por el Consejo Nacional Electoral del país pareció enseñar a un candidato poco conocido, llamado Yaku Pérez Guartambel, en segundo lugar, asegurando una victoria estrecha sobre el candidato de derecha Guillermo Lasso, un banquero con una influencia importante en el país.

La mayoría de las encuestas habían predicho una carrera presidencial que se reduciría a dos candidatos, que difícilmente podían ser más diferentes: por un lado el banquero conservador Lasso, quien tenía el apoyo de las élites ecuatorianas y los Estados Unidos, que ya se había lanzado, sin éxito a la presidencia dos veces previas a esta; mientras que en el otro estaba un joven economista de izquierda, Andrés Arauz, quien sigue los pasos del expresidente socialista Rafael Correa y quiere traer de vuelta a su Revolución Ciudadana.

Pero mientras las encuestas consistentemente lo tenían llegando en tercer lugar, Yaku Pérez se mantuvo en la carrera hasta el final. Y, a diferencia de Lasso, Pérez nunca le demostró lealtad a la derecha; se lanzaba como candidato con lo que había sido mercadeado: como una campaña progresista y ambientalista.

Pérez, un líder indígena del partido Pachakutik, pretendiendo ser la verdadera opción de la izquierda en las elecciones, critica a Arauz y al movimiento correísta que representa de no ser lo suficientemente puros. Pero la trayectoria política de Pérez sugiere que es un Caballo de Troya de los enemigos más implacables de la izquierda. Pérez atacó de forma virulenta a otros movimientos en América Latina, apoyando los golpes patrocinados por Estados Unidos contra Bolivia, Brasil, Venezuela y Nicaragua, mientras acusaba a esos gobiernos de “racistas”.

Su visión política fusiona críticas de ultraizquierda, anarquistas, a los gobiernos de izquierda realmente existentes con una agenda política objetivamente de derecha. Y su oposición al poder del estado es profundamente oportunista. Mientras Pérez critica severamente a China, simultáneamente ha dicho que “no pensaré dos veces” en firmar un acuerdo comercial con los EEUU.

La ideología aparentemente progresista de Pérez está llena de contradicciones. Mientras que Arauz, el candidato correísta, ha propuesto dar cheques de mil dólares a un millón de familias de clase obrera, Pérez ha atacado este plan alegando que los ciudadanos pobres gastarían todo el dinero en cervezas el mismo día.

Pachaktik, el partido de Pérez, se identifica como “ecosocialista” y alega representar a las comunidades indígenas del Ecuador. Pero como el candidato que lo lidera, emplea retórica de izquierda tapizada de metas regresivas.

Pachakutik está estrechamente vinculado a ONG financiadas por Washington y estados miembros de la Unión Europea (UE). Los líderes del partido han sido adiestrados por el Instituto Nacional Demócrata (NDI, por sus siglas en inglés), una subsidiaria de la CIA que opera bajo los auspicios de la NED.

Pachakutik es el brazo político del grupo indígena CONAIE, que colaboró al frente de las protestas contra el expresidente Correa, formando una alianza no declarada con la derecha oligárquica del país en un intento por desestabilizar y derrocar al presidente socialista. De hecho, Pachakutik y la CONAIE desempeñaron un papel importante en el intento de golpe de 2010 (con apoyo estadounidense), que estuvo cerca de remover a Correa del poder de forma violenta y antidemocrática.

El principal candidato de la derecha en la elección de 2021, el adinerado banquero Lasso, no se sentía amenazado por la retórica “ecosocialista” de Pérez y Pachakutik. Parece estar muy conciente de que la etiqueta es sólo una estrategia de marketing. Lasso declaró públicamente que si Pérez de alguna manera llegaba a la segunda roda, con todo gusto lo apoyaría para derrotar a los correistas.
El apoyo del banquero no sorprendió a nadie cuando se considera que, en 2017, antes de cambiar su nombre de Carlos a Yaku, el propio Pérez apoyó la candidatura de Lasso.

Son profusos los vínculos de Pachakutik con Washington. Uno de sus exintegrantes más prominentes es Fernando Villavicencio, un periodista que apuntaló una campaña de desinformación contra el periodista Julian Assange, diseminando acusaciones desacreditadas, pero profundamente dañinas sobre el editor de Wikileaks a través del diario británico The Guardian.

El activismo anti-Correa de Villavicencio también parece haber sido financiado por la NED. Villavicencio se desempeñó como asesor de Cléver Jiménez, diputado por Pachakutik a la Asamblea Nacional, quien ayudó a dirigir el intento de golpe de 2010.

Yaku Pérez realizó manifestaciones en apoyo de Villavicencio y Jiménez cuando Correa los acusó por difamación al haber difundido noticias falsas sobre él. Las tácticas de Pérez y Pachakutk son reflejos de otras en América del Sur que han explotado fuerzas, en teoría de izquierda, que favorecen metas de la derecha.

Durante el proceso que condujo al golpe contra el gobierno democráticamente electo de Bolivia en 2019, las ONG que decían apoyar causas ambientalistas participaron en una operación de desinformación para satanizar al para entonces presidente Evo Morales, el primer presidente indígena de la historia de Bolivia, él mismo un poderoso promotor de protecciones ambientales.

Activistas del cambio de régimen pertenecientes a organizaciones financiadas por Estados Unidos y gobiernos europeos, culparon a la administración de Morales de estimular los incendios en la selva amazónica, que principalmente estaban concentrados en Brasil, donde Jair Bolsonaro, el presidente de extrema derecha, orgullosamente se autodenominó el “capitán motosierra”.

Yaku Pérez y Pachakutik juegan un papel similar en el Ecuador, atacando a las fuerzas populares izquierdistas desde la propia izquierda, de este modo abriendo un espacio para que la derecha avance. Simpatizantes del movimiento socialista de Correa acusaron a Pérez y a Pachakutik de dividir el voto para evitar una victoria de ese campo el 7 de febrero.

Como en Bolivia, donde los grupos ecologistas como Extincion Rebellion colaboraron apoyando el golpe de 2019 sobre la base de preocupaciones verdes, autodeclarados anarquistas de la aparente organización progresista están apilando halagos a favor de Pérez.

A Extinction Rebellion se le ha unido en la alabanza por la figura marginal de seudo izquierda grupos de cabildeo corporativo como el Consejo para las Américas (American Society and Council of the Americas, AS/COA por sus siglas en inglés), financiado por corporaciones de combustible fósil, fabricantes de armas y bancos, destructoras del planeta, con intereses particulares en el intento por detener el retorno al poder de los correistas.

El apoyo “de izquierda” a los golpes de la derecha en América Latina

Yaku Pérez Guartambel dice que quiere que ecuatorianas y ecuatorianos usen menos automóviles y planten más árboles. Ha propuesto ponerle fin a la minería en el país y una restricción a la extracción petrolera. Pérez critica al movimiento correísta por su dependencia a la extracción. Con fotografías de campaña por lo general exhibiéndolo llegándose a los mítines en bicicleta, la imagen de Pérez parece diseñada a la medida para apelar a la sensibilidad de los activistas verdes occidentales.

Ecuador es un país antiguamente colonizado y en desarrollo, y por lo tanto relativamente pobre comparado con las naciones imperialistas del Norte Global. Pero tiene una ventaja: grandes reservas petrolíferas y minerales. Estos recursos han sido clave para los programas político y económico de Correa y sus seguidores, quienes los han empleado para ponerle el turbo al desarrollo del país, financiar programas sociales, e invertir miles de millones de dólares en acceso universal a la salud, educación de alta calidad e infraestructura avanzada.

Con todo y eso, la supuesta apariencia progresista del programa político de Pérez termina con sus políticas ambientales. Cuando se trata de política internacional, ha demostrado ser profundamente de derecha. Y mientras Pérez usa su herencia indígena para alegar ser quien representa a las comunidades nativas del Ecuador, muchos de los integrantes de las mismas de hecho están categóricamente contra él y su partido. La indignación indígena contra Pérez en especial creció cuando apoyó el golpe en Bolivia en noviembre de 2019.

En octubre del 2020, la mayoría indígena del partido Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales barrió en las elecciones. Varios líderes indígenas ecuatorianos fueron invitados a la inauguración del presidente Luis Arce, pero Pérez no era uno de ellos. Cuando le preguntaron por qué, se dejó claro que Pérez no fue invitado porque había apoyado al golpe.

Incluso antes de la operación violenta de cambio de régimen, Pérez fue un crítico severo de Morales, acusándolo a él y a Correa de “autoritarismo, machismo, extractivismo y populismo”. Pérez rechazó de plano reconocer la legitimidad del gobierno de Evo. En 2017, Pérez había atacado a Evo una vez más tuiteando: “Enciclopédica su ignorancia Evo (sic) biológicamente es indígena, identitariamente es blanco, colonizó, no siente ni comprende la cosmovivencia runa”.

Luego de apoyar el golpe, Pérez se mantuvo en silencio respecto a Bolivia, sin decir una palabra sobre la junta, dirigida por extremistas cristianos racistas que masacraran a manifestantes indígenas. Pero el golpe en Bolivia no es la única campaña de cambio de régimen en América Latina, asistida por Estados Unidos, que Yaku apoyó.

En noviembre de 2016, Pérez elogió el golpe suave que sacó del poder al gobierno del Partido de los Trabajadores en Brasil, mientras se ponía del lado de una campaña de lawfare de la derecha que atacaba a la presidenta progresista de la Argentina, Cristina Fernández de Kirchner. Pérez también hizo llamados al derrocamiento de Correa y el presidente socialista de Venezuela, Nicolás Maduro.

“La corrupción acabó al gobierno de Dilma Rousseff y Cristina”, tuiteó Pérez con tono aprobatorio. “Ahora sólo falta que caigan Correa y Maduro. Sólo es cuestión de tiempo”. Un mes después, en diciembre de 2016, Pérez condenó de “colonial, etnocida y racista” a los gobiernos de Correa y Maduro.

En la misma veta, Pérez apoyó el brutal intento de golpe de estado en Nicaragua en 2018, también apoyado por los Estados Unidos. Luego de que extremistas de derecha, con apoyo de Washington, pasaran asesinando, torturando y aterrorizando a simpatizantes del FSLN, Pérez respondió culpando al gobierno electo de toda la violencia en Nicaragua. “Quién pensaría que los sandinistas que antes luchaban contra la dictadura ahora estos disparan a su pueblo”, escribió en octubre de 2018.

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