El jurado empieza a deliberar el próximo lunes sobre cada uno de los 10 cargos a los que se enfrenta Guzmán
El Chapo es un títere, no la cabeza del cartel de Sinaloa. Es el argumento final al que recurrió la defensa de Joaquín Guzmán para tratar de derrumbar la causa del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, antes de que el jurado empiece a deliberar el próximo lunes. Y para ello, el abogado Jeffrey Lichtman trató de hacerles pensar atacando la credibilidad de los 14 cooperantes y preguntándoles por qué Ismael El Mayo Zambada sigue campando a sus anchas. «No os dejáis llevar por el mito de El Chapo».
“No tengan fe ciega en las intenciones del Gobierno”, pidió a los miembros del jurado, mientras mostraba a su espalda una imagen de los testigos protegidos, “el sistema no es perfecto”. El objetivo de este juicio, añadió, “no es hacer justicia”, sino “cazar a El Chapo”. En ese momento dejó caer que las autoridades estadounidenses y mexicanas “también pueden ser corruptos”.
La carga la concentró en El Mayo, el principal socio de El Chapo en el cartel de Sinaloa. “Sigue libre como un pájaro”, recordó, “¿por qué?”. El capo de la droga era el primer interesado, explicó, de que el perfil del acusado creciera. El argumento es idéntico al que utilizó en la apertura del juicio. También sugirió que la cooperación de su hermano Jesús Zambada y su hijo Vicente forma parte de una estrategia «planificada brillantemente».
Lichtman acusó a la Fiscalía de manipular al jurado para condenar a Guzmán. Y con su habitual sarcasmo, mencionó el supuesto soborno de 100 millones de dólares al expresidente mexicano Enrique Peña Nieto. El abogado dijo que salió del bolsillo de Zambada. Argumentó que su cliente estaba arruinado cuando se realizó. “Tenía una deuda de 20 millones”, dijo, “estaba escondido y le perseguían como a un conejo”.
Para alimentar las dudas entre los miembros del jurado, señaló que la cocaína del cartel sigue fluyendo por las calles de Nueva York mientras El Chapo está sentado en el banquillo. “Nada va a cambiar pase lo que pase en este juicio”, lamentó. Y les advirtió de que tras el proceso, los testigos cooperantes empezarán a recibir reducciones de condenas. “Pronto vivirán en libertad entre vosotros”.
La defensa busca mostrar de esta manera que el juicio contra El Chapo es en realidad una “farsa”, en la que los principales actores son los cooperantes. “Son unos oportunistas”, insistió Lichtman, “pueden ser mentirosos, asesinos y degenerados pero no idiotas”. “Cambiaron tantas veces la historia que no se puede creer el resto del testimonio”, concluyó el letrado, conocido por haber representado al mafioso John Gotti Junior.
Sentido común
Tras las conclusiones de la defensa, el juez Brian Cogan instruirá al jurado para que proceda a deliberar. Joaquín Guzmán se enfrenta a 10 cargos. El primero es por liderar una empresa criminal con el objetivo de introducir y distribuir el mayor volumen posible de droga en Estados Unidos. Este incluye a su vez 27 violaciones. Se completan con siete cargos por narcotráfico, otro por uso de armas y uno por blanqueo.
La fiscal Andrea Goldbarg pidió en la víspera al jurado que use el “sentido común” al examinar la “avalancha” de pruebas que presentó desde noviembre y las crucen con el recuento de los 56 testigos que declararon. “Su plan era conquistar el mundo de la droga”, dijo de El Chapo, “era el jefe”. Y haciendo referencia a las dos fugas de prisión, les pidió que “no le dejen escapar otra vez de su responsabilidad”.
La acusación respondió a la defensa dejando claro que incluso si El Mayo era el líder supremo, El Chapo sigue siendo culpable. “No es un mito”, reiteró. Explicó así como los dos capos cimentaron la relación para compartir los beneficios y los riesgos de las empresa criminal. Eso les permitió hacerse fuerte juntos frente a los enemigos. “Las evidencias”, insisten, “apuntan todas hacia él”.
Evidencias
El juicio contra Joaquín Guzmán dura ya 12 semanas. La Fiscalía presentó decenas de llamadas interceptadas y mensajes de texto en los que el acusado daba órdenes a sus socios. Las evidencias incluyen también fotografías, vídeos, armas y documentos contables que reflejan los pagos de los envíos de cocaína, sobornos a funcionarios y a sicarios para proteger el negocio del cartel.
“Es un caso sobre drogas, dinero y violencia”, recordó Goldbarg, “a lo largo de 25 años, el acusado escaló en el cartel hasta convertirse en su principal líder”. El Departamento de Justicia calcula que durante ese periodo facturó 14.000 millones de dólares con los envíos que introdujo en EE UU. Es la cantidad que le reclama devolver. Guzmán fue extraditado hace dos años para ser juzgado.