Venezuela: Un pueblo y un gobierno de mayor altura que el enemigo

En menos de 15 días Venezuela ha sido atacada dos veces de manera directa por el más poderoso imperio de la historia de la Humanidad: Estados Unidos. Y Venezuela las dos veces ha vencido.

Hemos presenciado el asalto estadounidense bajo dos modalidades. El 23 de febrero se inició un ataque militar a su frontera con el uso de elementos para-narco-terroristas que contaron con el apoyo logístico gringo y con la protección de la policía colombiana.

El 8 de marzo se lanzó el hasta ahora mayor ataque cibernético y electromagnético ensayado jamás sobre un país, y que provocó el colapso del sistema de generación de energía por casi una semana, afectando el suministro de luz y agua para toda la población.

Pero a pesar del carácter asimétrico de la batalla, Venezuela ha vencido porque las apuestas del imperialismo fracasaron ambas veces.

La estrategia de febrero buscaba dividir a las Fuerza Armada Nacional Bolivariana, provocar una fractura en el mundo militar, romper la línea y cohesión de mando, ocasionando la caída del gobierno.

Fueron decenas los llamados que se hicieron en esa línea, partiendo por el mismo Trump quien cinco días antes del ataque a la frontera se dirigió a las FANB pidiéndoles que rompieran con el gobierno, de lo contrario “perderán absolutamente todo”.

Por su parte, el lacayo Guaidó prometía “amnistía” a los desertores. La Fuerza Armada Nacional Bolivariana no se fracturó; cumplió con su grito de batalla, “¡Leales siempre, traidores nunca¡”, y con su consigna doctrinaria: “¡Independencia y Patria Socialista!”. EE.UU. fracasó, Venezuela triunfó.

Poco tiempo hubo para celebrar victoria. El segundo ataque directo vino casi de inmediato. Sólo dos semanas después, el 8 de marzo, fue agredido el sistema eléctrico nacional.

Esta vez la agresión apostaba por fracturar el mundo social venezolano. Golpear del modo en que se hizo a un país bloqueado, asediado, pauperizado, con crisis económica, hiperinflación, escasez de medicamentos, de insumos industriales, etc., dejándolo sin luz y agua por casi una semana generaba un escenario, tenebroso, desconocido y objetivamente incierto.

El teatro de operaciones elegido por el imperialismo fue la población civil venezolana de un modo no antes visto. Una vez más quedó demostrado el carácter vil, genocida e inmoral de EE.UU. y de sus lacayos criollos. Pero también se puso a prueba y emergió como nunca en estos 20 años lo que podemos llamar “la moral bolivariana” del pueblo venezolano.

La apuesta era el desorden social: saqueo, asaltos, violencia callejera, desorden, es decir, el caos. Salvo un episodio en Maracaibo, la respuesta mayoritaria, lo que primó, en medio de la tensión y de la incertidumbre colectiva, fue la organización, la serenidad, la solidaridad.

Es que nadie le contó al imperialismo eso de que “por aquí pasó Chávez”, y la derecha venezolana que lo sabe, no lo entiende (ni lo hará). EE.UU. fracasó, Venezuela triunfó.

En medio, entre pueblo y FANB se vio un gobierno que, enfrentado a las peores condiciones y a ataques contundentes, ha sabido mantener la dirección estratégica de un proyecto de transformación social que apuesta por la soberanía, sobre la base del apoyo cívico-militar. No sólo eso, ante la urgencia el gobierno exhibió capacidad de respuesta a lo largo del territorio, y ante le emergencia nacional demostró ser garantía de paz social.

Será este un inmenso momento de aprendizaje colectivo para el pueblo (aprendizaje social), para la FANB (aprendizaje militar) y para el gobierno (aprendizaje de gestión política revolucionaria, técnica y comunicacional).

Para la derecha será recordado como el momento de su suicidio político. El momento en que su máximo dirigente amenazó con el artículo 187 para pedir el ingreso de tropas extranjeras al país — las mismas que dejan sin agua y luz a la población; el momento en que más ayuda ha recibido del exterior, pero más débil es en el interior, el momento en que su caída en picada alcanza la velocidad de la “luz”. La principal víctima de los ataques imperialistas ha sido la derecha venezolana, su cadáver es el único muerto que deja la intervención.

Pocas veces se ha visto una intervención tan directa de EE.UU contra un país como hace con Venezuela. Pero, como dijo el Che refiriéndose a la agresión estadounidense contra Cuba “el bloqueo tiene facetas negativas y facetas positivas. Entre las positivas está el desarrollo de la conciencia nacional y del espíritu de lucha del pueblo por superar las dificultades”.

Hoy Venezuela ha vencido, porque por ahí pasó Chávez y porque se está creando ese espíritu de lucha revolucionario que como moral revolucionaria es la más formidable arma de los pueblos.

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