Luis Manuel Arce
Definitivamente no hay talento en los gobiernos de turno derechistas de América del Sur.
Los actuales gobernantes de Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú, fácilmente identificables como los peores conservadores de la derecha continental y todos sometidos a Estados Unidos, acaban de desenfardar una momia que parecía estar hecha polvo: la Alianza para el Progreso, que surgió al calor del aislamiento y las agresiones contra Cuba.
Aquella alianza duró menos de 10 años, de 1961 a 1970, y se desvaneció, más bien feneció, al no lograr ni uno solo de los propósitos que proclamó, y terminó sin alianza y sin progreso, pero sobre todo, no les fue posible doblegar a Cuba.
Ahora estos gobiernos suramericanos satélites buscan un recurso medio parecido denominado Prosur supuestamente “para la renovación y el fortalecimiento de la integración de América del Sur”, aunque todo el mundo sabe que es para bloquear a Venezuela, liquidar la revolución bolivariana y desmontar los mecanismos de integración reales, como Unasur, Alba y la Celac.
Todo el mundo sabe que lo que proclaman en el Foro para el Progreso, es decir, la nueva Alianza para el Progreso, es pura mentira y que los intereses particulares, mezquindades y ambiciones personales o de grupos serán los preponderantes como ocurrió hace medio siglo.
Ellos mismos han dado la clave de su farsa al advertir que el Prosur será “implementado gradualmente”. Esto se debe a que no tienen certeza de que el financista principal del proyecto repita su mandato en la Casa Blanca para sostenerlo.
Tampoco tienen esperanza de que apretar el cerco para asfixiar a Venezuela dé resultados, como no lo han dado 60 años de bloqueo contra Cuba.
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