La acusación de pretensiones electorales que ronda a la autoproclamada presidenta de Bolivia, Jeanine Áñez, motivó una crisis en el bloque político gobernante, al parecer unido solo por el interés de acabar con el gobierno de Evo Morales.
El recién destituido ministro de la Presidencia, Jerjes Justiniano, sostuvo que Áñez pretende ser candidata en las nuevas elecciones aún sin fecha, para lo cual lo cesó en el cargo y designó a Yerko Nuñez, un político de la ciudad oriental de Santa Cruz, como ella, y de su plena confianza.
El denunciante fue cesado tras la renuncia del viceministro de Políticas Comunicacionales, Danilo Romano, quien acusó a Justiniano de presionarlo para contratar determinadas asesorías internacionales, a lo que se sumaron denuncias de uso del cargo a favor de acusados de violación grupal a una joven, de los que ha sido abogado.
Sin embargo, el hoy exministro dijo a la cadena radial ERBOL que “la señora presidenta ha hecho oídos o se le han endulzado los oídos, como se dice literalmente, con relación a una eventual candidatura suya. Creo que ese ha sido el motivo esencial de haber dispuesto mi alejamiento”.
Tras señalar que Áñez no le ha dado ninguna explicación por su retiro, opinó que “si ella va a postular como presidenta, tiene que tener en el Ministerio de la Presidencia a alguien de su entorno” y por eso lo habría reemplazado.
Añadió que recientes declaraciones públicas evidencian que ‘ella prácticamente se está lanzando como candidata’ y el citado ministerio cuenta con un presupuesto de dos mil 700 millones bolivianos (cerca de 400 millones de dólares) que pueden usarse en la campaña electoral.
Para Justiniano, una candidatura de Añez sería una decisión política equivocada, porque se pondría en tela de juicio la transparencia del proceso electoral, pues ella nombró a delegados en los tribunales electorales.
El caso no parece limitarse a un conflicto entre Áñez y Justiniano, según el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Choque, del mayoritario Movimiento al Socialismo (MAS), de Evo Morales.
Choque señaló que se trata de una primera crisis del régimen instalado tras el movimiento desestabilizador civil-militar que obligó a renunciar a Morales el 10 de noviembre.
El diputado Henry Cabrera, también del MAS, agregó que la destitución de Justiniano fue un “golpe bajo” contra el derechista dirigente regional cruceño Luis Camacho, cercano al cesado.
Camacho desplazó en el manejo de la violenta escalada desestabilizadora contra el gobierno de Morales, a otras facciones contrarias al líder indígena, como la del candidato centroderechista Carlos Mesa, derrotado en las elecciones del 20 de octubre, anuladas por denuncias de fraude no probadas.
Camacho ha logrado una alianza con al menos cinco partidos tradicionales, entre ellos grupos que en la anterior elección apoyaban a Mesa.