Dick Emanuelsson
Me bloquearon por 30 días en Facebook. El motivo de la empresa de Mark Zuckerberg para tal decisión era que yo había violado las reglas establecidas. Lo que predomina para ser bloqueado en FB es publicar violencia y cuerpos desnudos.
Y en el caso mío era un video de 3 minutos y 34 segundos que era un resumen de la vida de Simón Trinidad en las negociaciones en San Vicente de Caguan, pasando por su viaje al continente europeo en el 2000, junto con varios comandantes de las Farc como Raúl Reyes, Joaquín Gómez y Fabián Ramírez, más representantes del gobierno de Andrés Pastrana y empresarios e industriales colombianos.
Expresó y sentenció Facebook, según su 2ª regla, que Simón Trinidad es “una persona peligrosa”. No importa que en las fotos convertidas en un video no se vea una sola secuencia de violencia y menos sexo o algo por el estilo. No importa que Simón Trinidad fuera extraditado a EEUU el 31 de diciembre de 2004 por el chantajista Álvaro Uribe a EE.UU. y lleva 15 años totalmente aislado en la cárcel. Le quedan 45 años de sentencia.
Facebook lo considera persona una peligrosa persona, aunque oficialmente el extinto movimiento guerrillero al que pertenece todavía, no he visto lo contrario, hace tres años entregó sus armas y firmó un acuerdo de paz con el estado. El movimiento se convirtió en un partido legal con representación parlamentaria durante dos periodos en el congreso. Pero a Trinidad no se puede visibilizar en Facebook.
Los mandatarios de Estados Unidos no necesitan presentar pruebas para atacar a los que consideran sus enemigos. La historia lo confirma. El 1 de abril el presidente Donald Trump inició la maniobra naval más grande en el Caribe, dizque “por impedir que la cocaína salga de Venezuela para entrar al territorio estadounidense y matar a sus compatriotas”.
No importa que el 83 por ciento de la cocaína producida en Colombia sale de la costa pacífica colombiana y no importa que los verdaderos enemigos se encuentran en el sistema financiero de EE.UU., donde se lava el 90 por ciento de la ganancia de la droga colombiana, según Noam Chomsky.
Pero para preparar a la opinión pública norteamericana necesitan los medios de comunicación. Y los gringos utilizan nuevamente “el Fantasma de las Farc” y en Nicaragua, el diario La Prensa, en la boca popular bautizada “La PrenCIA”, se presta al juego sucio. El dueño de ese diario es de una de las familias más adineradas en Nicaragua, la familia Chamorro, “La Familia de la Embajada” y “Viuda del Somocismo”, como lo tilda el director de la Radio La Primerísima, William Grigsby.
El mismo día que las naves de la Cuarta Flota se alistaron para dirigirse hacia las costas venezolanas, La Prensa publicó un artículo y lo destacó en su portada: “Estas son las pistas sobre los posibles vínculos de Daniel Ortega con el narcotráfico a lo largo de la historia”.
El artículo es un clásico método de “construir el montaje, pieza por pieza”, utilizando verdades, medias verdades y mentiras. También actuaron igual con fuentes dudosas y otras, totalmente al servicio de la política exterior de EEUU. Y así construyó La Prensa, seguramente acompañado ese día de otros medios de comunicación, con el mismo propósito de desfigurar la imagen de dos países, Nicaragua y Venezuela y pintarlos como “narco-estados”.
Y para reforzar la película usaron la suerte de dos guerrilleras sobrevivientes del bombardeo del campamento del comandante Raúl Reyes de las FARC-EP a las 00:30 horas de la madrugada el 1º de marzo de 2008.
Las guerrilleras Susana y Diana se salvaron de un tiro de gracia. Muchos de sus camaradas guerrilleros que sobrevivieron el bombardeo fueron ejecutados con un tiro de gracia en la espalda. Y fueron asesinados en territorio ecuatoriano, a 1,700 metros de la frontera con Colombia. Las fotos de los cuerpos muertos tenían perforaciones de tiros en las espaldas, fusilados por las fuerzas especiales colombianas que entraron al territorio ecuatoriano en la madrugada.
Susana y Diana, en las posteriores entrevistas que Miriam y yo les hicimos, nos contaron que lograron salir del campamento gateando muy mal heridas y así no fueron objetos del exterminio del campamento guerrillero donde murieron también cuatro universitarios mexicanos que habían llegado en la noche anterior de un evento de solidaridad en la capital ecuatoriana, Quito. Una quinta universitaria mexicana, Lucía Moret,t sobrevivió las bombas de mil libras.
Las dos guerrilleras y Morett fueron trasladadas a Quito, pero no estaban seguras ahí porque los agentes del régimen de Uribe y sus agentes del DAS. Éstos habían ejecutado las tareas de inteligencia, junto con la CIA, de la detención de Simón Trinidad y Lucero Palmera y su hija, cinco años antes (éstas últimas dos murieron en el bombardeo en septiembre de 2010). Por eso el presidente Rafael Correa dio luz verde al presidente Daniel Ortega de recibirlas como refugiadas políticas en Nicaragua. Uribe se volvió furioso, porque sus planes malvados se cruzaron.
Nos reunimos varias veces con las dos colombianas en Managua. Le pregunté a Iván Márquez, jefe de la delegación de Paz de las FARC-EP en La Habana en 2014, si me daba autorización para entrevistarlas acerca de cómo habían sido los días antes, durante y después del bombardeo de 2008. Nos dio luz verde y nos sentamos con Susana y Diana en noviembre de 2015 y nos contaron su dura historia.
Ocho años en Nicaragua solidaria no habían sido fáciles por el perfil bajo que tenían. Y La Prensa utiliza el hecho con una intención muy clara: crear el pretexto de un eslabón de la cadena para la invasión a Venezuela y también para la guerra económica contra Nicaragua sandinista.
Porque así prepararon los gringos la invasión militar a Panamá el 20 de diciembre de 1989, colocando al ex agente de la CIA, Manuel Noriega, como un narcotraficante que la CIA ya no pudo controlar y que además no estaba de acuerdo de invadir a Nicaragua en la década de 80´al lado de la Contra.
La Prensa solo presenta “supuestas pistas”. Relata el encuentro en 1999 entre Daniel Ortega y Manuel Marulanda durante las negociaciones de paz en San Vicente de Caguan. Pero hasta ahí llegó también gente de Wall Street y hasta la princesa o reina de Jordania, para “conocer el ambiente guerrillero”.
La Prensa publica una foto del 19 de julio de 2008, Día de la Revolución Sandinista, donde están la ex combatiente Susana y la mexicana sobreviviente Lucia Morett, Daniel Ortega, Rosario Murillo y el presidente Hugo Chávez. La guerrillera Diana que perdió su rodilla en el bombardeo no se ve en la foto.
Estas dos mujeres aprovecharon el tiempo en Nicaragua para estudiar y capacitarse en administración pública y en trabajo gráfico digitalizado. Salieron de la universidad y bachillerato respectivamente con las notas más altas de su institución. Pero según La PrenCIA ellas son enlaces del narcotráfico con Ortega y Maduro. Desde 2016 están de vuelta a Colombia, agradeciendo al pueblo sandinista y su gobierno por haberles salvado la vida y haberles dado una vida digna y educación.
Para dar más elementos y para que tenga una mínima credibilidad, el diario cita al hijo de Pablo Escobar, que en 1984 aterrizó en Nicaragua desde Panamá. Ese año Juan Pablo Escobar tenía 7 años. Ese niño es una “fuente” en el artículo de La Prensa para reforzar “las pistas sobre los posibles vínculos de Daniel Ortega con el narcotráfico”. ¿Suena conocido?
Pero ahí no termina el montaje. Para dar al texto un carácter de seriedad, La Prensa cita un documento que ya lleva tres años que no es otra cosa que un viejo disco rayado con el mismo contenido: “FARC-VENEZUELA-ALBA”. Ni siquiera es usado por el Departamento de Estado o el fiscal que presentó el 1º de abril las acusaciones contra Nicolás Maduro.
El autor del documento es Douglas Farah, un señor de 62 años que comenzó en el diario Washington Post, y se convirtió, como muchos de los periodistas colombianos que se convirtieron a agentes-periodistas de la inteligencia militar, trabajando en el “Departamento E-5”, desenmascarado por el entonces director de VOZ, Manuel Cepeda en la década de 90´, como “consultor de seguridad”.
Entre los contratistas de Farah se encuentran The Center for Strategic and International Studies (CSIS), fundado por el entonces jefe (1962) adjunto de la CIA, Ray S. Cline [2]. Farah tenía tareas en ese organismo que elaboró reportes para Henry Kissinger, Richard Nixon, Ronald Reagan, Gerald Ford y ha sido autor en varios informes y documentos para preparar a la opinión pública desde el punto de vista político e ideológico en varios conflictos de guerra en el mundo.
Según La Prensa, Farah publicó antecedentes de las relaciones entre Farc-Venezuela y ALBA. Pero no son pruebas, ni siquiera indicios o data comprometida contra Maduro u Ortega. Son acusaciones repetidas mil veces en la guerra psicológica contra los actores mencionados.
Al final del artículo de La Prensa, el articulista cita a Ileana Ros Lehtinen, una rabiosa anticomunista cubana-americana que tenía dos años cuando triunfó la Revolución Cubana y su papá, que entonces era un alto oficial del ejército genocida del dictador Fulgencio Batista, decidió irse rápidamente a Miami donde se enroló como agente de la CIA.
La señora Lehtinen se ha dedicado toda su vida a arremeter y respaldar a cada contrarrevolución en el continente latinoamericano. Durante la década de 80´ fue un importante respaldo para la Contra nicaragüense que asesinó a 50.000 nicaragüenses. La Contra fue armada, financiada y preparada por la CIA y asesores militares argentinos. Las bases las tenían en territorio hondureño cerca la frontera.
La Prensa tiene que ir en el archivo de texto hasta marzo de 2008 para encontrar algo sobre las relaciones entre Ortega y el presidente Hugo Chávez, mezclándolo con Irán y “grupos terroristas como las FARC”. Son la misma añeja letanía de la CIA que hasta ahora no se ha comprobado y no serán comprobadas.
La Herramienta Barata de la CIA, el diario La Prensa y el aporte suyo a la guerra de Trump contra “La Troika de la Maldad”, termina siendo solo “supuestos”. Pero para la Casa Blanca no importa. Ya están hechas las fuentes y “la Operación Cada Mentira sirve contra Maduro”, como diría el ex jefe de la CIA, el actual Secretario de Estado, Mike Pompeo, sigue su curso. Solo la lucha y la solidaridad de los pueblos lo pueden impedir y hacer fracasar sus planes.