A medida que se enardece el discurso de Trump, aumenta el temor sobre un estallido de violencia política

El arresto de más de diez extremistas de derecha acusados de conspirar contra los gobernadores de Míchigan y Virginia tan solo es el ejemplo más reciente de las amenazas de violencia, en algunos casos alentadas por el presidente Donald Trump, que surgen en las últimas semanas de una contienda de lo más divisiva.

En el área rural de Iowa, Laura Hubka, dirigente demócrata del condado de Howard, hace poco tramitó un permiso para portar un arma oculta después de que algunas señales de promoción para candidatos demócratas en su región fueron vandalizadas con orificios de bala y ella fue blanco de amenazas personales, según dijo.

En la región central de Wisconsin, la esposa de Tom Stepanek le pidió que se sentara con ella en la mesa de su cocina el mes pasado para advertirle que el presidente quizá no acepte una transmisión pacífica del poder si pierde en noviembre. “¿Estás seguro de que quieres hacer esto?”, le preguntó a su esposo, quien funge como presidente de los demócratas en el condado de Waushara y también ha recibido amenazas. “Vas a ser un blanco aquí”, le dijo.

En Pensilvania, Elizabeth Burdick, simpatizante de Trump y propietaria, junto con su esposo, de una tienda de armas en el condado Mercer, de tendencia republicana, afirmó que “las ventas han sido de locura”.

“La gente tiene miedo”, comentó. “Temen lo que vaya a pasar” tras las elecciones si gana Joe Biden, el nominado demócrata.

Ahora que las encuestas muestran que el presidente va detrás de Biden a nivel nacional y en estados clave, Trump ha optado por vociferar acerca de los enemigos que según él lo acosan dentro y fuera de su gobierno, lo que ha causado tal temor entre sus partidarios más fervientes por los resultados (ya sea que les “roben” las elecciones o la extrema izquierda organice un golpe de Estado) que los está incitando a trastornar el proceso de la votación, de acuerdo con expertos en seguridad nacional y agentes de la policía.

Algunos expertos en seguridad nacional indicaron que por lo regular las elecciones estadounidenses no requerían cambios en las actividades de la policía y que las transiciones de un presidente al siguiente en general eran un despliegue pacífico de democracia.

“Pero no es así este año”, explicó Chuck Wexler, director ejecutivo del Foro de Investigación Ejecutiva Policial, quien afirmó que varios jefes de policía habían decidido ampliar los turnos de sus patrullas en las semanas previas a las elecciones. “Este año no se parece a ningún otro”.

En un informe dado a conocer este mes en el que se describen las amenazas que enfrenta Estados Unidos, los analistas del Departamento de Seguridad Nacional advirtieron sobre posibles conspiraciones del estilo de los esquemas de Míchigan y Virginia frustrados por el FBI.

El Grupo Internacional de Crisis, cuya misión es alertar sobre el estallido de enfrentamientos mortíferos en zonas conflictivas por todo el mundo, el mes pasado se concentró por primera vez en posibles estallidos de violencia relacionados con las elecciones en Estados Unidos.

Robert Malley, presidente del grupo, advirtió que algunos grupos paramilitares de extrema derecha podrían tomar el asunto en sus manos en estados clave si existe controversia con respecto a las urnas y señaló: “Nunca iríamos al extremo de predecir una guerra civil, pero los incidentes aislados de violencia podrían ser muy graves”.

Los meses de manifestaciones en contra de la policía este verano derivaron, en algunos casos, en saqueos e incendios provocados, y Malley dijo que hubo algunos extremistas armados en la izquierda. Pero enfatizó que la derecha es la verdadera causa de preocupación, pues algunos mensajes violentos ya han producido resultados fatídicos, como el tiroteo y asesinato de dos personas durante las manifestaciones en Kenosha, Wisconsin. Malley dijo que, tras evaluar la posibilidad de que exista más violencia, “es muy claro que la balanza se inclina hacia la responsabilidad del presidente Trump”.

El presidente ha convocado a sus seguidores a “ir a las casillas y observar con gran detenimiento”, una frase que algunos expertos en seguridad interpretan como un llamado a tomar las armas y patrullar las casillas de votación. Durante el primer debate presidencial, alertó a los Proud Boys, un grupo asociado con la supremacía blanca, para que “estuvieran listos”.

“Es muy preocupante que el presidente no parece tener ningún tipo de filtro entre lo que piensa en la agitación del momento y lo que dice o escribe”, señaló Janet Napolitano, antigua secretaria de Seguridad Nacional. “Lo hemos visto en el surgimiento de estos grupos paramilitares de derecha y es casi como si tácitamente les diera permiso para tomar cualquier medida que les plazca, incluso secuestrar a un gobernador en funciones”.

La gobernadora Gretchen Whitmer de Míchigan, identificada como la víctima que planeaban secuestrar los sospechosos arrestados por el FBI la semana pasada, dijo durante el fin de semana que los extremistas perciben “solaz y apoyo” en el lenguaje de Trump y en el hecho de que el presidente no condena su conducta.

Dos de los trece hombres arrestados portaron rifles estilo militar en la galería del capitolio del estado de Míchigan en abril para protestar contra el cierre de emergencia impuesto por la gobernadora con el propósito de detener la propagación del coronavirus. Los hombres hablaron de iniciar una guerra civil, según las autoridades, quienes los vincularon con un grupo paramilitar de extrema derecha denominado Wolverine Watchmen.

El FBI reveló esta semana que los hombres también hablaron de “llevarse” al gobernador Ralph Northam de Virginia. Ambos gobernadores son demócratas.

Algunos republicanos temen que cualquier violencia relacionada con las elecciones sea encabezada por grupos de extrema izquierda, como el movimiento antifa, de organización laxa.

El fiscal general William P. Barr ha identificado en varias ocasiones a los extremistas de izquierda como la mayor amenaza contra la paz interna, aunque los fiscales federales en numerosos casos de disturbios derivados de manifestaciones contra la policía se concentraron en el movimiento de extrema derecha llamado Boogaloo, cuyo objetivo es provocar una segunda guerra civil.

En YouTube, un organizador de extrema derecha de nombre Mike Dunn convocó a un “mitin de unidad Boogaloo” el sábado en el capitolio del estado de Míchigan, en Lansing, y dijo que lo bloquearon de Facebook después de haber hecho una publicación en esa red.

La representante estatal Sarah Anthony, legisladora negra de Lansing, que ha empleado una escolta armada para ingresar a la cámara legislativa después de abrirse paso entre manifestantes con símbolos nazis y confederados, dijo: “Esperemos que sea pacífica, pero algunos grupos como este están causando temor en mi comunidad. Es el ejército de Trump, los mismos que se presentarán en nuestras casillas de votación”.

Nada de esto le ha impedido a Trump infundir temor con respecto a la violencia de izquierda. “Biden desarmará a los estadounidenses respetuosos de la ley”, le dijo el presidente a un grupo de simpatizantes en el área suburbana de Virginia el mes pasado. “Al mismo tiempo tendrán revueltas al final de sus calles y eso está bien”.

Biden, cuya campaña continuó en Pensilvania durante el fin de semana, aseveró que solo podría perder las elecciones si existen artimañas en las casillas. Más tarde aclaró que aceptará los resultados.

En Filadelfia, algunos funcionarios que se reunieron el mes pasado en el Centro de Operaciones de Emergencia para analizar distintas situaciones posibles para el día de las elecciones, se mostraron preocupados de que se genere agitación civil si el presidente se proclama victorioso antes de que se cuenten todas las boletas, un proceso que se espera se prolongue más allá del 3 de noviembre, y los resultados se inclinan a favor de Biden después.

El fiscal de distrito de Filadelfia, Larry Krasner, advirtió en una entrevista sobre los grupos paramilitares armados y los Proud Boys, que organizaron hace poco una marcha en el centro de Filadelfia, e indicó que su oficina “amplió considerablemente” una fuerza especial para responder a quejas sobre interferencia electoral.

El Departamento de Justicia y el FBI, que trabajan con la policía local y funcionarios electorales todos los años para investigar acusaciones de fraude e intimidación a los electores, este año reforzarán sus actividades para lidiar con las amenazas de violencia, las amenazas informáticas y otros problemas. Los fiscales federales han realizado ejercicios de simulación para evitar perturbaciones.

Sin embargo, algunos expertos señalan que es notable que ninguno de los funcionarios de más alto rango del Departamento de Justicia o del FBI haya hablado en la conferencia de prensa para anunciar los arrestos en el caso Whitmer. Trump ignoró por completo la gravedad de la amenaza en contra de Whitmer y más bien prefirió reprenderla por limitar las reuniones públicas durante la pandemia.

“Veo a Whitmer hoy, se queja”, dijo Trump en una entrevista con el locutor Sean Hannity de Fox News. “Fue nuestro Departamento de Justicia el que arrestó a las personas de las que se quejaba”.

Trump ha hecho declaraciones que parecen apoyar a la derecha radical. En agosto, defendió a Kyle Rittenhouse, un adolescente que se convirtió en una especie de celebridad en la extrema derecha cuando lo acusaron de matar a dos personas durante las manifestaciones recientes en Kenosha.

Después de que Christopher A. Wray, el director del FBI, le dijo a un panel de la Cámara de Representantes el mes pasado que los defensores de la supremacía de la raza blanca eran responsables de la mayor parte de las amenazas letales de terrorismo interno, Trump se quejó de esa evaluación con sus allegados, según dos personas informadas sobre esas conversaciones.

“Trump, a mi juicio, incentiva a la derecha extremista, pues le da legitimidad a personas y grupos extremistas de derecha”, opinó Carrie Cordero, investigadora del Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense que trabajó como abogada de seguridad nacional en el Departamento de Justicia.

En el condado de Waushara, una región rural a las afueras de Oshkosh, Wisconsin, Stepanek, el presidente de la facción demócrata, recordó que en la feria del condado del año pasado, mientras repartía globos en el puesto del partido a un grupo de niños pequeños, un hombre se le acercó y le dijo: “Si tuviera mi arma en este momento, les dispararía a todos ustedes”.

Stepanek, un educador jubilado, se quedó sin aliento en ese instante. Esta semana, comentó, “he visto algo parecido, ese tipo de retórica”.

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