Perú: Firmas reincidentes en el Acta de Sujeción y la firma golpista

Gustavo Gorriti

Lo informó y probó IDL-R en su nota del sábado 19 de junio. Los autores de la carta golpista presentada el 16 de junio al jefe del Comando Conjunto y los comandantes generales de las FFAA, “hicieron firmar a los muertos”. También incluyeron como firmantes los nombres de oficiales vivos, pero que “no fueron siquiera consultados antes de ver con sorpresa su nombre impreso entre los supuestos firmantes”.

El propósito de ese secuestro de nombres, de muertos y de vivos, fue falsificar su presencia en la carta que llama a la sedición y el golpe. Hubo, en cambio, varios oficiales retirados que sí firmaron la carta con conocimiento de lo que hacían.

Entre ellos hay algunos con antecedentes en el deprimente arte de firmar actas de sujeción a regímenes dictatoriales y corruptos, a quienes dieron el apoyo de su nombre, su grado y su uniforme en el compromiso de un perpetuo encubrimiento corporativo.

En efecto, según ha podido verificar IDL-Reporteros, más de una veintena de los firmantes de la carta golpista del 16 de junio, firmaron también, hace 22 años, el “Acta de sujeción” a la dictadura fujimorista y especialmente al hombre fuerte de esa dictadura: Vladimiro Montesinos.

¿La recuerdan? De vez en cuando salen partes del vídeo que la inmortalizó. Militares inclinándose diligentemente, uno tras otro, para firmar y sellar su compromiso con la dictadura.

Ocurrió el 13 de marzo de 1999 en el auditorio de la Base Aérea de Las Palmas. La llamaron entonces “Acta de la Sesión Especial N.° 5 del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas, con participación de la Policía Nacional del Perú y estamentos del Sistema de Inteligencia Nacional”. Pese a la cantidad de firmantes, buscaron que el compromiso no fuera público. Mucho más, por supuesto, luego de la caída del fujimorato y la avalancha de revelaciones sobre su medular corrupción.

Pero cuando se reveló lo del Acta, a comienzos de abril de 2001, las Fuerzas Armadas emitieron un largo comunicado en el que, luego de describir las circunstancias en las que se hizo el acta de sujeción, añadieron que ella reflejó:

“… la situación de grave menoscabo institucional que afectó las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional […] Alberto Fujimori Fujimori permitió y avaló la injerencia indebida y creciente de Vladimiro Montesinos Torres, quien sometió, paulatinamente, las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional al control del SIN con el consentimiento de los ministros de Defensa y del Interior y de los comandantes generales de los diferentes institutos”.

Durante esa etapa, añadió el comunicado, “[se] produjo un grave proceso de cooptación, sujeción y corrupción que alcanzó no sólo las Fuerzas Armadas sino todos los poderes constitucionales e incluso a empresarios y otros sectores de la sociedad civil”.

Por ello, la firma del ‘Acta de sujeción’ fue “consecuencia del proceso de deterioro institucional antes descrito”. Y por eso, los comandantes generales consideraron necesario ofrecer “satisfacciones a la ciudadanía en general, por todos los hechos que, en el pasado reciente, hubieran comprometido a sus instituciones en actos ajenos al estricto cumplimiento de su misión constitucional. Esperan, asimismo, que la ciudadanía reconozca en este acto de franca e histórica rectificación un gesto indispensable para cerrar una etapa negativa en nuestra historia…”.

Los altos jefes militares terminaron el documento poniendo sus cargos a disposición. Fue un gesto digno, pues los tres eran también firmantes del acta de sujeción. El presidente interino, Valentín Paniagua, aceptó, con pesar, sus renuncias.

No todos los firmantes de la infame acta parecen haber sentido el arrepentimiento de los comandantes generales del 2001. Hay una veintena de reincidentes, que luego de firmar la sujeción al fujimorato y Montesinos en 1999, firmaron la carta golpista de junio de 2021.

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