Un comentario en Facebook que no le gustó, hizo que el “gringo caitudo”, Enrique Castillo, solicitara al narcoestafador Gerardo Sánchez que se convirtiera en su sicario personal para eliminar a Juan Francisco Mendieta Silva, un nicaragüense que vive en Costa Rica.
A Castillo –somocista de pies a cabeza-, le molestó que Mendieta se metiera con él, por lo que lo señaló como “infiltrado sandinista” y pidió al asesino confeso de muchachas policías, Sánchez, que lo localizara y “le arranque la cabeza”.
El estafador aceptó convertirse en “asesino a sueldo” de Castillo, pero aprovechó para pedirle dinero a fin de “enfrentar a la dictadura”, y de paso trató de convencerlo de que era inocente de las acusaciones de ladrón que le hicieron José Ramón Gutiérrez y Mayra Dávila, dos de sus excompinches.
Castillo lo capeó y le dijo que lo pondría en contacto con el alcalde de Miami de entonces, Tomas Regalado, pero sobre todo con el furibundo anticomunista Humberto Illa, lo que el estafador aceptó gustoso.
Aquí un trozo de la conversación entre el narcoestafador y el somocista asesino de Miami, Enrique Castillo: