A pesar de la negación sionista, varios hechos muestran la voluntad israelí de eliminar al líder palestino, símbolo de la lucha por la autodeterminación.
El primer presidente de Palestina, Yasser Arafat, falleció el 11 de noviembre de 2004, a los 75 años, en el Hospital Militar Percy, en París (capital de Francia), luego de un mes de enfermedad, presuntamente a causa de envenenamiento por polonio.
La dolencia de Arafat comenzó a manifestarse cuatro horas después de haber ingerido alimentos en la noche del 12 de octubre de 2004 y durante las siguientes semanas sufrió vómitos, dolor abdominal, diarrea, periodos de inconsciencia y pérdida de peso.
Los médicos galos, sin realizarle autopsia, aseguraron que Arafat había muerto de un derrame cerebral, provocado por una condición de la sangre conocida como Coagulación Intravascular Diseminada; el diagnóstico fue cuestionado por investigaciones posteriores.
Un instituto suizo de pruebas toxicológicas, ante las sospechas de la viuda, Suha Arafat, desarrolló pruebas con muestras de efectos personales del líder palestino, en las cuales descubrieron rastros elevados de polonio 210, un compuesto radiactivo y altamente tóxico.
En agosto de 2012, fiscales franceses abrieron una investigación de asesinato respondiendo a la denuncia de Suha y, en noviembre de ese año, el cadáver fue exhumado de su mausoleo en Ramala en presencia de tres equipos internacionales de científicos: el suizo –que ya había manifestado la necesidad de analizar los restos–, el francés que formaba parte de la investigación judicial y un grupo ruso.
De acuerdo con el informe del equipo suizo, fragmentos de huesos tomados de las costillas y la pelvis, así como tejido de la cavidad abdominal, mostraron una actividad «sorprendentemente alta», de polonio 210.
«Es impactante… Recuerdo que Yasser se estaba consumiendo rápidamente en el hospital, y cómo en sus ojos se expresaban un montón de interrogantes. La muerte es un destino en la vida, es el destino de todo el mundo, pero resulta terrible cuando es el resultado de un envenenamiento», manifestó su esposa.
Los científicos se mostraron cautelosos en sus conclusiones: los suizos admitieron que los altos niveles de la sustancia radioactiva «por definición, indican la participación de una tercera parte», pero dijeron que los resultados solo apoyaban “de forma moderada la proposición de que la muerte fue consecuencia de envenenamiento con polonio 210″ y no poder mostrar categóricamente que la hipótesis del envenenamiento fue causada por ello».
En tanto, el experto médico del equipo palestino que investigó la muerte de Arafat, Abdullah Bashir, detalló que los investigadores rusos no encontraron «suficiente evidencia» para determinar «si el polonio 210 causó la radiación que condujo a la muerte», pero afirmó que tanto el equipo ruso como el palestino determinaron que Arafat «no murió de enfermedad ni vejez, sino a causa de un material venenoso».
Los resultados de la investigación encargada por la justicia francesa fueron más terminantes y excluyeron que muriera envenenado.
Sin embargo, el científico forense británico David Barclay, quien estudió el reporte sobre el deceso del Premio Nobel de la Paz de 1994 aseguró: “Basándome en mis décadas de experiencia y con las evidencias por delante, no tengo ninguna duda de que una dosis letal de Po210 había sido administrada o había sido ingerida por Arafat en 2004, lo que provocó su muerte”.
«Una prueba concluyente es el hecho de que el polonio encontrado en el cuerpo exhumado de Arafat fuera 18 veces superior al normal», sentenció.
Causas de la muerte
«Israel no está involucrado en forma alguna en el presunto asesinato. No existe la más mínima prueba por la que los palestinos puedan incriminarnos en lo sucedido», aseguró el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores judío, Yigal Palmor.
El gobierno israelí, a través de Palmor, llegó a rechazar incluso el informe del equipo suizo, aduciendo que los resultados “no son concluyentes» y “si se encontraron rastros de polonio que podría indicar envenenamiento, no hay evidencia de cómo ocurrió este. Hay muchas preguntas aún sin respuesta”.
Dov Weissglass, asesor del primer ministro israelí en el momento de la muerte, Ariel Sharon, también negó que el primer ministro o los servicios de seguridad israelíes hubieran desempeñado algún papel en el fallecimiento del líder palestino.
«A finales de 2004, no teníamos interés en hacerle daño. En aquella época Arafat ya había sido marginado, y no tenía ningún control sobre la vida de los palestinos. No hay ninguna lógica que pueda señalarnos como autores de su muerte», manifestó.
Más, la mera existencia de Arafat significaba un desafío para Israel: identificado a nivel mundial como líder indiscutible del pueblo palestino, sobreviviente a disímiles atentados, exponente de un laicismo que imposibilitaba presentarlo como un islámico extremista.
Aunque no se puede afirmar que los sionistas fueron los responsables del envenenamiento, varios elementos apuntan a su voluntad de eliminar al hombre que se había convertido en un símbolo de la lucha por la autodeterminación.
Siete meses antes de fallecimiento del líder palestino, Sharon,ndeclaró públicamente que se desligaba de la promesa hecha al presidente estadounidense George W. Bush de «no dañar a Arafat”.
El luchador palestino vivía entonces en Cisjordania, rodeado por tropas israelíes y bombardeado con frecuencia por la aviación sionista; allí había permanecido aislado durante tres años, acusado de patrocinar una ola de ataques letales de militantes palestinos.
El periodista israelí Uri Dan, confidente y colaborador del entonces premier relató en su libro Ariel Sharon: AnIntimate Portrait, que le había sugerido al político que capturara al líder palestino y lo procesara en Jerusalén, a lo que aquel respondió «que estaba abordando el problema de otra manera».
Por su parte el reportero judío Danny Rubinstein, autor de un libro sobre Arafat, afirmó que, en los meses precedentes a la muerte, el círculo íntimo de Sharon especulaba constantemente con la posibilidad de deshacerse de él, matándolo u obligándolo a salir de Palestina.
«Para mí, estuvo muy claro desde el principio. Sharon pensaba que había que expulsarlo o matarlo, o bombardear el cuartel general de Arafat, como así hicieron. Para mí fue obvio que encontrarían un camino para deshacerse de él», detalló.
En 2013, el jefe de la comisión palestina encargada de las investigaciones, TaufikTirawi, concluyó que «Arafat no murió de causas naturales, el polonio fue el causante. La comisión considera que Israel está detrás de su muerte, sin embargo, la instrumentalización es un gran misterio».
«No es importante que yo diga aquí que lo mataron con polonio –expresóTirawi– pero digo, con todos los detalles disponibles sobre la muerte de Yasser Arafat, que lo mataron y que Israel lo mató».