Sandino hasta las últimas consecuencias

Fernando Bossi Rojas

Sandino fue un hombre de pueblo que no necesitó de títulos ni diplomas para enfrentar y derrotar, por primera vez en nuestra América, al imperialismo yanqui en su expresión más agresiva. Con una profunda convicción patriótica y un marcado sentido de fe en su pueblo, Sandino supo organizar una heroica resistencia popular que rechazó la invasión extranjera.

Más de una vez Sandino señaló con absoluta claridad el orgullo de pertenecer a la “clase proletaria”. Y así fue que constituyó el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional con obreros y campesinos, patriotas todos decididos a dejar hasta el último aliento antes de ver a su Nicaragua mancillada por la bota imperial.

La invasión fue feroz, los métodos utilizados por los gringos fueron los mismos de siempre: asesinatos, violaciones, ensañamiento con la población civil, torturas… política de tierra arrasada. La respuesta de Sandino también fue la que siempre tienen los pueblos que se deciden a ser libres: sacrificio, amor a la Patria y al pueblo, heroísmo, trabajo, humildad y combate.

Sandino y sus combatientes fueron héroes y mártires. Ganaron y perdieron en términos militares, pero políticamente regaron a toda la América Latina y el Caribe de tres enseñanzas que son fundamentales trasmitirlas a las nuevas generaciones: 1) Sólo los pobres defienden hasta las últimas consecuencias los intereses de la Patria; 2) Es posible derrotar al imperialismo cuando se está decidido a hacerlo, y; 3) Es imprescindible unir a los pueblos latinoamericanos caribeños para alcanzar la definitiva victoria.

Mientras peleaba, con el fusil en la mano, Sandino escribió el “Plan para la realización del supremo sueño de Bolívar”. Entre balazos y bombas, el héroe nicaragüense bosquejaba un programa para la unidad y soberanía de Nuestra América. Su experiencia le decía que ahí estaba la llave maestra para el desarrollo y progreso de nuestros pueblos.

El 21 de febrero de 1934, Augusto Calderón Sandino fue asesinado por Somoza. Pero hoy, a 89 años del hecho, Somoza está bien muerto y enterrado y Sandino sigue vivo y viviendo en el alma del pueblo nuestramericano.

Fuente: Portal Alba

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