La tesis del «maestro» de la geopolítica yanqui sostiene que la política exterior de un Estado gira siempre en torno al poder, y estimaba que, para la seguridad occidental, era necesario, junto con los aliados, tener una fuerte presencia de la armada en bases militares a lo largo del mundo.
Todas las llamadas «grandes potencias» han tenido su propia escuela geopolítica, que les permite formular y justificar las decisiones estratégicas para ejercer el poder fuera de sus fronteras nacionales.
Tales fueron la escuela geopolítica alemana, de Friedrich Ratzel y Karl Haushofer, que con sus tesis del espacio vital y del pangermanismo sirvieron de base para la invasión nazi durante la Segunda Guerra Mundial, o la escuela inglesa de Halford Mackinder, teoría que intentó justificar la política exterior británica durante todo el siglo XX.
Nicholas Spykman, autor de la llamada teoría de la contención, que fundamentó la agresión militar estadounidense a distintas regiones del mundo, es considerado el padre de la escuela geopolítica de Washington.
Autor de los libros, America´s Strategy in Word Politics, publicado en 1942, y The Geography of the Peace, que salió a la luz en 1945, un año después de su muerte, consideraba que, quien tiene el poder mundial no es el que controla directamente el corazón del mundo; es sino quien es capaz de cercarlo.
La tesis del «maestro» de la geopolítica yanqui sostiene que la política exterior de un Estado gira siempre en torno al poder, y estimaba que, para la seguridad occidental, era necesario, junto con los aliados, tener una fuerte presencia de la armada en bases militares a lo largo del mundo.
Spykman dedicó un gran espacio a América Latina, y en particular, al Sur.
Proponía la separación necesaria entre la América de los anglosajones y la de los latinos, y consideraba un error llamar América a todo el continente.
Con el absoluto beneplácito de no pocos políticos, militares y empresarios yanquis, sugirió dividir la región en «América Mediterránea», que incluiría a México, América Central y el Caribe, Colombia y Venezuela, y la otra «América del Sur», que comprendería todo lo demás. La frontera entre las dos sería la selva amazónica.
Esas dos grandes zonas, a su vez, quedaban divididas en tres subzonas estratégicas: zona amortiguadora de América del Sur, costa occidental de Sudamérica y zona atlántica de América del Sur.
La América Mediterránea sería una zona en la que el control de EE. UU. sería absoluto e incuestionado; México, Colombia y Venezuela quedarían siempre en una posición de completa dependencia.
Según opinaba Spykman, el mayor peligro a la hegemonía yanqui debería venir siempre del sur, en especial de Argentina, Brasil y Chile, países que podían intentar fortalecerse buscando el apoyo de potencias fuera del continente, convirtiéndose en una amenaza que tendría que ser respondida mediante la guerra.
Mucho tuvieron que ver las teorías de este señor con lo acontecido en nuestra América desde el año 1945: proliferación de bases militares, invasiones directas e indirectas, golpes de Estado, dictaduras militares, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), la OEA, etc.
Aún revolotea sobre nuestras tierras la Doctrina Monroe, alimentada por teorías como estas, que fundamentan la intervención, el saqueo y la muerte.