Kensington, Filadelfia es conocido como «el barrio de los zombis», en el que «viven» centenares de personas adictas a los opioides, sobre todo el fentanilo, la droga que se ha convertido en la principal causa de muerte entre los jóvenes de EE. UU.
No se trata de un comentario sobre el cine de terror ni de la crítica a un capítulo de la serie The Walking Dead, Filadelfia «la ciudad del amor fraternal». La bella urbe, ubicada sobre la orilla occidental del río Delaware, tiene un lado tenebroso y lamentable.
Philly, como coloquialmente también se le conoce, es considerada el «lugar de nacimiento de Estados Unidos», ciudad en la que surgió el «sueño americano», donde, en 1776, se firmó la Declaración de Independencia y, en 1787, la Constitución. Entre sus sitios icónicos se ubica la casa de Betsy Ross, la creadora de la primera bandera estadounidense.
Los amantes del cine la reconocen gracias a las películas de Rocky Balboa o por Streets of Philadelphia, de Bruce Springsteen, música compuesta para la película Philadelphia protagonizada por Tom Hanks.
Por otra parte, también es conocida como capital cultural, con la «Milla de museos», que se extiende desde el Philadelphia City Hall, hasta el Philadelphia Museum of Art.
El Proyecto de Arte Mural, creado en 1984, transformó la ciudad en una de las más grandes galerías de arte del mundo, con más de 3 600 murales.
Sin embargo, en la actualidad, la urbe más grande del estado de Pensilvania oculta en el interior de sus barrios una cruda realidad.
Por sus calles deambulan las víctimas de una terrible epidemia que consume salud y vida de millones de estadounidenses. No la causa un virus ni una bacteria desconocida, es una enfermedad nacida de la enajenación y el afán desmedido de riquezas.
Kensington, Filadelfia es conocido como «el barrio de los zombis», en el que «viven» centenares de personas adictas a los opioides, sobre todo el fentanilo, la droga que se ha convertido en la principal causa de muerte entre los jóvenes de EE. UU.
El fentanilo, según explican desde el Centro Nacional de la Salud (CDC, por su sigla en inglés), es un opioide sintético 50 veces más fuerte que la heroína y hasta cien veces más fuerte que la morfina.
El paisaje es aterrador. Calles repletas de basura, decenas de personas que deambulan en busca de su dosis, individuos que viven en las calles, en casas improvisadas de cartón o tiendas de campaña.
La pobreza, la prostitución, la violencia, los atracos y la droga forman parte de la cotidianidad.
El barrio de Kensington, solo hace unas décadas, era una activa zona industrial, pero eso cambió; las tasas de empleo y los precios de las viviendas se desplomaron, los hogares fueron abandonados, según BBC.
La situación se agravó con la aparición de una sustancia llamada xilacina o «tranq», un sedante veterinario que suele mezclarse con la heroína o el fentanilo.
Su consumo causa daños terribles al cuerpo, como necrosis y putrefacción del tejido cutáneo. Alrededor del 80 % de la gente tiene llagas y vive en condiciones inmundas.
En la bella ciudad a orillas del río Delaware, en Kensington, antigua zona industrial, sobreviven en sus calles como zombis, hombres y mujeres, seres humanos que merecen un mejor destino.
El fentanilo sigue causando estragos y matando en Estados Unidos, sin que se haga nada efectivo para ponerle fin a la tragedia.