Paul Landis, que estaba cerca del presidente en el momento de la tragedia, surgiere que la teoría de la ‘bala mágica’, a la que llegó la Comisión Warren, es errónea y hubo más de un tirador.
El testimonio de un antiguo agente del Servicio Secreto de EE.UU. que estaba cerca del presidente John F. Kennedy cuando fue asesinado hace casi 60 años puede poner en duda la versión oficial de que solo Lee Harvey Oswald disparó al exlíder estadounidense. En una entrevista concedida a The New York Times, Paul Landis, cuyo libro ‘The Final Witness’ (‘El último testigo’) se publicará el 10 de octubre, reveló lo que recuerda del día de la tragedia.
De acuerdo con Landis, de 88 años, si sus recuerdos son correctos, la teoría de la ‘bala mágica’, a la que llegó la Comisión Warren, encargada de la investigación del asesinato, es errónea y hubo más de un tirador en Dallas el 22 de noviembre de 1963. Cabe recordar que, según la versión oficial, una de las balas disparadas contra la limusina de Kennedy no solo le alcanzó a él, sino también al entonces gobernador de Texas, John B. Connally Jr.
En aquel momento, la comisión afirmó que una de las balas disparadas alcanzó al presidente por detrás, salió por la parte delantera de su garganta y alcanzó a Connally. Se llegó a esa conclusión ya que los investigadores encontraron la bala de 6,5 mm en la camilla en la que se cree que estaba Connelly cuando fue trasladado al hospital y supusieron que había salido de su cuerpo.
Al mismo tiempo, según Landis, que nunca fue interrogado por la Comisión Warren, fue él quien encontró el proyectil. Y lo más interesante es que lo encontró en el coche presidencial, atascado en el respaldo del asiento en el que Kennedy estaba sentado.
«No había nadie allí para controlar el lugar de los hechos, y eso fue una gran, gran molestia para mí. Todos los agentes que estaban allí se centraban en el presidente. Todo estaba sucediendo muy rápidamente. Y yo simplemente tenía miedo de que… fuera una prueba, de lo que me di cuenta de inmediato. Muy importante. Y no quería que desapareciera o se perdiera», explicó.
Según sus palabras, cuando vio la bala, se la metió en el bolsillo de su abrigo y se dirigió al hospital, donde pensaba dársela a un supervisor. Sin embargo, por razones que él mismo desconoce, al entrar en el hospital, la colocó en la camilla de Kennedy con la esperanza de que ayudara a los médicos a averiguar lo que había ocurrido. Ahora Landis supone que en algún momento la prueba se desplazó de la camilla del presidente a la del gobernador cuando las empujaron juntas.
En este contexto, el exagente tiene la teoría de que esta bala alcanzó a Kennedy en la espalda, pero por alguna razón no tenía carga suficiente y no penetró profundamente, por lo que salió de su cuerpo antes de que lo retiraran del coche.
The NYT también habló con James Robenalt, abogado y autor de varios libros de historia, que ayudó a Landis a restaurar sus recuerdos. «Si lo que dice es cierto, algo que me inclino a creer, es probable que reabra la cuestión de un segundo tirador, si no más», afirmó, añadiendo que si el gobernador Connally fue alcanzado por otra bala, probablemente no fue la de Oswald, quien, según él, no habría podido recargar su fusil Carcano tan rápidamente.
Dudas sobre la exactitud de los recuerdos
Al mismo tiempo, el testimonio de Landis puede no ser suficiente para iniciar una nueva investigación, especialmente porque su relato difiere en varios aspectos de las dos declaraciones escritas que presentó después de la tragedia. En primer lugar, no mencionó haber encontrado la bala ni haber visitado la sala traumatología al que fue trasladado el presidente, escribiendo que «permaneció fuera junto a la puerta». Además, escribió que había oído solo dos disparos.
Actualmente el exagente asegura que sus informes incluían errores, explicando que se encontraba en estado de ‘shock’ y durmió poco durante cinco días, ya que se centraba en ayudar a la primera dama, Jacqueline Kennedy, por lo que no prestó suficiente atención a sus declaraciones escritas. Según sus palabras, solo en 2014 se dio cuenta de que la versión oficial difería de sus recuerdos, pero decidió no hablar de ello entonces porque pensaba que había cometido un error.
Además, Gerald Posner, autor del libro ‘Caso cerrado’, de 1993, en el que afirma que Oswald pudo asesinar a Kennedy por su cuenta, tampoco está convencido de las palabras de Landis, aunque no duda de su sinceridad.
«La memoria de la gente no suele mejorar con el tiempo, y para mí es una señal de alarma, que me permite ser escéptico con su historia, que en algunos detalles muy importantes del asesinato, incluyendo el número de disparos, su memoria haya mejorado en lugar de empeorar», explicó, subrayando que si sus palabras son ciertas, esto podría significar que la bala que hirió a Connally salió de su cuerpo en el coche y no en la camilla.