Prensa Latina
Las inundaciones que asolan a Kenya y otros estados de África, en modo alguno son un fenómeno aislado de ese continente: catástrofes similares ocurren en Asia, América y Europa con su estela de muertes, destrucción y devastación económica.
Las inundaciones provocadas por aguaceros portentosos que golpean a zonas del oriente africano generaron cerca de un millón de damnificados, de ellos 300 mil desplazados en Kenya, Somalia, Tanzania y Burundi, donde la magnitud de los daños y el volumen de la población afectada es tal, que el gobierno se vio compelido a declarar el estado de emergencia nacional.
Mientras, en Zimbabwe, no muy lejos de allí, pero al sur, las cosechas de té, principal rubro de ingreso, y las de alimentos, están amenazadas por una sequía que obligó a declarar el estado de desastre nacional y al presidente Emerson Mnangagwa a anunciar que su país necesita dos mil millones de dólares para asistir a las poblaciones necesitadas de auxilio.
En ambos casos el causante más evidente, según los expertos, es la vigencia del fenómeno El Niño, el mismo que hizo sufrir días atrás a los residentes en Niamey, la capital de Níger, y en Ouagadougou, la de Burkina Faso, sus noches más candentes jamás registradas en un mes de mayo.
A mediados también del mes de mayo los especialistas acertaron en su pronóstico de que el mercurio en los termómetros ascendería hasta los 45 grados centígrados, equivalentes para la población a vivir en una de las salas del infierno, si es que semejante lugar existe como castigo a los pecadores, como aseguran algunas religiones.
Por esas regiones caniculares anda Chad, donde durante los días de mediados del mes de mayo la temperatura alcanzó como promedio los 45,6 grados Celsius, sin siquiera el pobre consuelo de una brisa marina, pues el país carece de costas.
Mal de muchos, consuelo de tontos, dice el refrán y no le falta razón, ya que en Afganistán, en el sur de Asia, la temporada de lluvias trajo precipitaciones causantes de inundaciones que provocaron la muerte de 300 personas, según recuento incompleto de la ONU, pues hay una elevada cifra de desaparecidos.
Ni siquiera Europa, ese continente llamado “jardín” por el encargado de relaciones internacionales de la Unión Europea, Josep Borrell, escapa a los avatares del cambio climático.
Tal es el caso de Alemania, cuya región sudoccidental está bajo los embates de fuertes aguaceros causantes de inundaciones sobre todo en la región de Saarland, donde varias casas y vehículos fueron barridos por las aguas y los bomberos tuvieron que acudir en botes para evacuar a varios residentes en la localidad de Lebach.
Situación similar enfrentó la región rusa de Omsk, donde unas dos mil personas fueron obligadas a abandonar sus hogares debido a las inundaciones que afectaron unas 200 viviendas, y otras 400 construcciones empleadas como graneros y almacenes de equipos para las cosechas.
En la India, los especialistas advirtieron a la población que las temperaturas extremas, anunciadoras de la llega del monzón veraniego anual, serán cada vez más tórridas.
El monzón es un viento estacional producido por el desplazamiento de la Zona de Convergencia Intertropical. En verano los vientos soplan de sur a norte, cargados de lluvias; en invierno, son vientos del interior que vienen secos y fríos, sobre todo en el océano Índico y en el sur de Asia.
Este año el fenómeno climático se cebó en Nueva Delhi, la capital india, donde los institutos especializados emitieron una alerta por temperaturas abrasadoras, las cuales continuarán todo el verano y se extienden a estados del noroeste del país.
En América, tanto en el centro como en el sur, situaciones climáticas extremas provocaron hechos infrecuentes, entre ellos las dificultades en el canal de Panamá debido al descenso de las aguas del lago Gatún, vital para el tránsito de los buques a través de esa vía interoceánica.