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Washington tiene un deseo inquebrantable por mantener su esfera de influencia en Europa pese a que las tendencias geopolíticas han cambiado; todo ello ha llevado a EEUU a mantener un conflicto en Ucrania que podría resultar muy peligroso para la sociedad estadounidense, advierte Doug Bandow, exasistente especial de la Presidencia de Ronald Reagan.
En realidad, Ucrania es un país que nunca ha representado un gran interés estratégico para la Casa Blanca, al menos hasta hace unos años, cuando el país norteamericano decidió involucrarse lentamente en tensiones que no le correspondían, dice el también investigador del Instituto Cato en un artículo publicado en The American Conservative.
«Históricamente, a Washington le importaba poco quién controlara Kiev, pero a medida que se desvanecían los recuerdos de la Guerra Fría, Estados Unidos y sus aliados europeos violaron imprudentemente una cascada de garantías a Moscú y ampliaron la OTAN, ignorando una cascada similar de advertencias de Rusia», señala Bandow.
Y es que en Washington hay claras intenciones de mantener a Estados Unidos como el rector principal del orden geopolítico mundial en todas sus esferas: política, económica, comercial y cultural, sugiere el analista. Como muestra, recuerda lo que hace poco dijeron los jefes del M16, Richard Moore, y de la CIA, Bil Burns, acerca de que «el orden mundial internacional está amenazado como no se había visto desde la Guerra Fría».
«Pero eso se debe más a la conducta de Washington que a pesar de ella, en particular su temeraria búsqueda de la primacía mundial. Estados Unidos se enfrenta a la posibilidad de un conflicto ampliado en Oriente Medio y a una guerra entre grandes potencias tanto en Europa como en Asia. Peor aún, estas dos últimas podrían llegar a ser nucleares, con el territorio nacional estadounidense como objetivo potencial», alerta Doug Bandow.
Según el especialista, «Estados Unidos y los europeos han llenado a Ucrania de armas, reduciendo gradualmente las restricciones sobre su uso». Todo eso, dice, ha llevado a que tropas occidentales estén «estacionadas» en suelo ucraniano para llevar a cabo labores de inteligencia.
No obstante, el mayor peligro, insiste Bandow, es que los conflictos en los que está involucrado Estados Unidos —ya sea en Oriente Medio, apoyando a Israel, en Asia, provocando a China o en Europa, manteniendo una guerra proxy contra Rusia— podrían derivar en verdaderas crisis nucleares.
«Hoy, por desgracia, Estados Unidos y sus aliados amenazan cada vez más los intereses esenciales de las grandes potencias contendientes, mientras que adversarios menores desarrollan armas nucleares.
Así, en Europa, Estados Unidos y otros miembros de la OTAN están librando una guerra por poderes con Rusia por lo que esta última considera un interés vital en Ucrania», apunta el experto.
Un suicidio nacional
Bandow también dice que, en su momento, la Unión Soviética «no mostró ningún interés en conquistar Europa Occidental», como durante muchos años se creyó en las altas esferas estadounidenses.
«Esencialmente, Washington podía amenazar a otros con la destrucción nuclear sin consecuencias. Esto cambió cuando las grandes potencias creyeron que sus intereses vitales estaban en peligro. Así ocurrió durante la Crisis de los Misiles de Cuba. Washington temió por la supervivencia de la nación y viró hacia el abismo», recuerda.
La conclusión del analista es clara: la Administración Biden y los gobiernos que le sucedan «deben abandonar los compromisos militares no esenciales», ya que Estados Unidos tiene importantes intereses en el extranjero, pero «pocos merecen el riesgo de un suicidio nacional».
«Estados Unidos debe estar siempre preparado para protegerse. Sin embargo, su modo de defensa más eficaz hoy en día es evitar una guerra innecesaria. Washington no debe sacrificar el propio interés, que se supone, debe salvaguardar: la patria», afirma.