
Wesam Bahrani | Tehran Times
* Más de 100 palestinos muertos en Gaza mientras Israel lanza nuevos ataques. La iniciativa de Trump ha demostrado ser una maniobra política diseñada a fin de ganar tiempo para el régimen sionista. Respuesta de comunidad internacional sigue siendo de preocupación contenida y parálisis diplomática.
Teherán – Como se esperaba, el alto el fuego en Gaza negociado bajo el “plan de paz” del presidente estadounidense Donald Trump, se ha revelado una vez más como una cruel ilusión después de la campaña de bombardeos más violenta del régimen de ocupación israelí desde que entró en vigor el 10 de octubre
El ejército del régimen de ocupación mató a más de 100 palestinos, incluidos al menos 46 niños y 20 mujeres. Más de 255 resultaron gravemente heridos y se espera que la cifra de muertos aumente. La devastación, que se desarrolla ante la mirada del mundo, subraya cómo la llamada “paz” promovida por Washington solo ha servido para profundizar el sufrimiento palestino, al tiempo que protege al régimen de ocupación de la rendición de cuentas.
Falsa tregua con motivos ocultos
La escalada masiva en Gaza coincide con el intento de Estados Unidos de reafirmarse como un “pacificador” en Asia Occidental. Pero detrás de la retórica de moderación y diplomacia, la iniciativa de alto el fuego de Trump ha demostrado ser una maniobra política diseñada para ganar tiempo para el régimen israelí.
Lejos de detener la violencia, la tregua permitió al régimen de ocupación una pausa estratégica, una oportunidad para reagruparse militar y diplomáticamente en medio del creciente aislamiento internacional y la condena de sus continuos crímenes contra la humanidad
Estados Unidos, bajo el liderazgo de Trump, buscó reconfigurar la narrativa posicionándose como mediador en una crisis que ha alimentado durante mucho tiempo a través de ayuda militar, cobertura diplomática y vetos en las Naciones Unidas.
El resultado ha sido una actuación vacía de pacificación, donde un alto el fuego funciona como un instrumento de control en lugar de pasos hacia la justicia.
No hay paz para los palestinos
Para los palestinos atrapados bajo un asedio continuo y enterrando a sus seres queridos, la llamada tregua no trajo ni seguridad ni alivio. Los ataques aéreos de las fuerzas de ocupación israelíes desde la madrugada del miércoles tuvieron como objetivo barrios civiles en toda la Franja de Gaza, desde Deir al-Balah en el centro, hasta el densamente poblado campo de refugiados de al-Shati en el oeste de la ciudad de Gaza.
Familias que buscaban refugio quedaron sepultadas bajo escombros. Cinco hospitales que apenas funcionaban estaban desbordados de heridos, y los trabajadores de emergencia se enfrentaron a una desesperada escasez de combustible y suministros médicos
El Ministerio de Salud de Gaza confirmó que al menos 104 personas murieron en la última campaña de bombardeos indiscriminados. El ministerio agregó que 211 palestinos han muerto a manos de las fuerzas de ocupación israelíes desde que comenzó la tregua y otros 597 han resultado heridos.
La oficina de prensa del gobierno también informó de la muerte del periodista Mohammed al-Munirawi, lo que eleva a 256 el número de periodistas palestinos asesinados por el régimen israelí
Estas cifras no son estadísticas de un conflicto; son evidencia de ataques sistemáticos, llevados a cabo bajo la cobertura de un alto el fuego que nunca tuvo la intención de poner fin al genocidio.
Para los gazanos que han soportado más de dos años implacables de una campaña genocida, estas escenas desgarradoras son dolorosamente familiares.
El silencio de la comunidad internacional
Como describió el portavoz de la Defensa Civil de Gaza, Mahmoud Basal: “En menos de doce horas, las fuerzas de ocupación israelíes han cometido horribles masacres contra civiles… crímenes documentados que se suman al historial continuo de violaciones”.
Sin embargo, la respuesta de la comunidad internacional sigue siendo de preocupación contenida y parálisis diplomática.
Los líderes mundiales que una vez se comprometieron a poner fin al genocidio observaron en silencio, con declaraciones vacías, cómo los palestinos eran asesinados en campamentos de tiendas improvisados y familias enteras eran aniquiladas.
Un respiro para el ocupante
Para el régimen sionista, la tregua tenía un doble propósito: reparar su imagen y consolidar su ocupación. A medida que se intensificaban las críticas internacionales, el alto el fuego se convirtió en una herramienta táctica, una pausa para desviar la indignación mundial mientras continuaban los crímenes de guerra bajo nuevos pretextos.
El régimen israelí, envalentonado por el inquebrantable respaldo de Estados Unidos, ha convertido cada pausa en los combates en una oportunidad para prepararse para la siguiente ronda de destrucción.
Mientras tanto, Washington utiliza estos momentos para pulir sus credenciales diplomáticas, vendiendo la ilusión de equilibrio mientras se asegura de que los intereses israelíes permanezcan intactos. El “plan de paz” de Trump emerge, por lo tanto, no como una hoja de ruta hacia la estabilidad, sino como un escudo político para la opresión continua.
El presidente de Estados Unidos, que se jactaba de la paz hace tres semanas, dijo a los periodistas: “Según entiendo, mataron a un soldado israelí. Entonces, los israelíes contraatacaron y deberían contraatacar”.
En medio de misteriosas afirmaciones en torno a la muerte de un soldado de ocupación israelí, más de 100 palestinos fueron masacrados y el hombre que afirmó haber “resuelto” la guerra genocida no mostró ninguna señal de empatía. Añadiendo ironía a la tragedia, su vicepresidente, JD Vance, afirmó que la tregua aún se mantenía, aparte de algunas “pequeñas escaramuzas aquí y allá”.
Sin un final a la vista
Lo que queda en Gaza hoy no es paz, sino una tragedia cada vez más profunda. El supuesto alto el fuego se ha derrumbado en otro capítulo de derramamiento de sangre, exponiendo la bancarrota moral de un proceso que pretende equilibrar a dos partes mientras una continúa ocupando, asediando y aniquilando a la otra.
Para los palestinos, no hay un final a la vista, solo la sombría certeza de que bajo el llamado plan de paz de Trump, el derramamiento de sangre continuará y cualquier declaración de paz, justicia y rendición de cuentas seguirá estando tan lejos como siempre.