El equipo azulgrana completa un buen rato de fútbol después de que el argentino marque su gol 400 en LaLiga
El Barça parecía aguardar el gol 400 de Messi en LaLiga. No rompía a jugar ni por un momento y los partidos discurrían últimamente de forma monótona incluso en el Camp Nou. No se hablaba de fútbol, ni siquiera del campeón de invierno, sino de la flojera de los suplentes, de los malos fichajes, del precio de Coutinho y del poco peso de la Masia. Marcó el 10 y durante un rato se estremeció el estadio con unas cuantas intervenciones de Coutinho y sobre todo de Luis Suárez que evocaron la mejor versión del Barcelona. Aunque la alegría duró poco, porque el equipo recuperó enseguida la frialdad y el oficio que le distinguen ahora mismo, valió la pena honrar como era menester el tanto 400 de Messi.
El Eibar aplaudió el gol inevitable del 10 y recuperó después el hilo del encuentro ante el beneplácito del ya satisfecho Barcelona. Hay pocos equipos que condicionen tanto el juego como el armero, incluso cuando el adversario es el Barcelona, un plantel flexible y versátil con Valverde. Al técnico le pareció que Arthur y Coutinho aseguraban una mejor salida y manejo del balón ante la presión e intensidad que proponen las formaciones de Mendilibar. Más que la energía de Vidal y el desequilibrio de Dembélé, se imponía la finura brasileña para combatir a un contrario que no da respiro, corre y roba, pone centros y remates sin parar, igual de fiero en casa que fuera, siempre abatido de todas maneras por el Barça. Y tenía razón Valverde.
Aunque jamás renuncia a su identidad, el Eibar ha perdido el hilo de LaLiga desde que goleó al Madrid después de una actuación pletórica de Cucurella, el lateral que competía con Miranda para ser el recambio de Jordi Alba. Cucurella visitó el Camp Nou como titular del Eibar, mientras Miranda jugaba en el Miniestadi, y por su flanco, reconvertido el catalán en interior zurdo, respiró muy bien su equipo, tanto que Rakitic tenía que doblar a Sergi Roberto. El juego compacto del Eibar contrastaba con el fútbol paciente del Barça. No arriesgaba el Barcelona sino que giraba siempre alrededor del balón resguardado por el fiable y aseado Arthur.
Y a partir de una triangulación armada por Arthur, con Busquets, Coutinho y Luis Suárez como protagonistas, marcó el Barça. La jugada fue rápida y precisa, al primer toque, difícil de defender y también de rematar para cualquier 9. El escorzo del 9, goleador en cuatro de los últimos cinco partidos, fue excelente y el cuero se coló junto al poste izquierdo de Riesgo en la primera ocasión barcelonista ante la mirada de Messi. El argentino fue sorprendentemente espectador del 1-0. Intervenía poco el 10 en un equipo metido en una camisa de fuerza, solo liberado por los cambios de orientación de Piqué y las aceleraciones de Coutinho.
Valverde no quiere perder a ningún futbolista a mitad de camino y menos a Coutinho. El brasileño necesita sentirse importante aun cuando su titularidad suponga la suplencia de Dembélé. Y Coutinho respondió a la confianza del entrenador con un sombrero y una actuación más que notable, coronada con su participación en el 2-0 que supuso el gol de Messi, después de un robo de Luis Suárez, un coloso ante el Eibar. El 10 cruzó el balón con su zurda y propició unos minutos excelentes del Barça. El único que no respondió al entusiasmo general fue, asombrosamente, el propio Messi, negado en dos llegadas ante Riesgo.
El portero le sacó un cabezazo de gol a Luis Suárez antes de que el uruguayo le volviera a batir con un toque sensacional a la salida de un fuera de banda botado por Sergi Roberto, quien entró en la rueda de cambios después de ser muy exigido y a menudo superado por Cucurella. El Eibar jugó igual con 0-0 que con 3-0, sin opciones después del tanto de Messi, mientras el Barcelona se relamía con el guion del choque, incluso con la entrada de Dembélé.
Al equipo de Valverde le ha salido un colmillo, personificado en el contundente Luis Suárez, cuando estaba más acostumbrado a la belleza expresada en Messi. Acabada la primera vuelta, es un plantel más seguro y efectivo que brillante, capaz de acomodarse en su cancha y confiado en los arrebatos de sus figuras, visibles ante el Eibar. El plan consiste en no cometer errores y no correr riesgos sino aguardar al momento oportuno para resolver el partido, como pasó con el gol 400 de Messi.