El Madrid se aferra

El Betis sucumbe ante Ceballos y un Real con Reguilón, Valverde, Vinicius, Cristo y Brahim al frente

Sin Isco, pero con Ceballos y un puñado de aprendices, el Real Madrid se llevó a última hora su duelo con el Betis. Lo hizo tras un primer tramo en el que no tuvo adversario y con un suspiro final tras verse encapotado todo el segundo tiempo. Con Isco de nuevo arrestado, fue el partido de Valverde, Reguilón, Vinicius, Cristo y Brahim. Y, por supuesto, de Ceballos, al que correspondió el brindis ganador de vuelta a casa. Cosas del fútbol: el Madrid no cerró el encuentro cuando lo tuvo a tiro y el Betis se fue a pique cuando mejor había remado, cuando el equipo ya se había sacudido la modorra inicial. El Madrid se impuso cuando fue mejor (antes del descanso) y también cuando fue peor.

Tanto mimo le concede el Betis a la pelota que, en ocasiones, acaba por cantarse una nana a sí mismo e interpreta mal su apologismo del toque. Le sucedió en el primer acto. Tan moroso con el balón, falto de marcha, de algún rockero, de algún disidente que abordara los espacios, que pusiera un poco de vértigo. A veces, el caso bético es único: nadie es más intrépido que portero y zagueros. Ocurre que tras circular al borde del precipicio para dar carrete al juego desde la cueva, resulta que a partir de medio campo le cuesta descamisarse. El equipo se anestesia y el adversario tira confetis. Lo festejó el Real Madrid, infinitamente más directo y picante hasta el descanso.

De entrada, los dos técnicos alteraron su pizarra habitual. Setién restó un central y sumó a un volante. Solari actuó en dirección contraria y ordenó una defensa con tres centrales y Carvajal y Reguilón por las orillas. Lo que no canjeó el técnico madridista fue la posición de Isco. Lo mismo da que no puedan pasar revista Kroos, Asensio, Lucas Vázquez y Bale. Hoy, Isco es muy, pero muy suplente.

Con los retoques, hasta el segundo tiempo el Betis fue un conjunto sin mordida. Tan de fogueo que su ariete, Sanabria, no dejó ni migas. Tan atípico puede ser el grupo del subversivo y bizarro Setién que Canales, que nunca fue un carpanta del gol, fue quien más peligró originó. Tan sorprendente es este Betis que nadie es más chisposo que Joaquín, que aún encara y pedalea con cambios de ritmo a sus 37 años.

El Madrid se sintió en pantuflas, encantado ante un rival contemplativo con la pelota que le dejaba horizontes para atacar. Lo comprobó antes del cuarto de hora, cuando Carvajal llegó al área y su disparo lo rechazó Bartra en dirección a Modric. El croata armó un zurdazo estupendo. Al Real le bastaba con defender con la mirada de forma gregaria y abrir gas por las vías de Vinicius o Benzema. Una trenza entre ambos estuvo a punto de sellarla con éxito el brasileño, de nuevo enchufado, explosivo en carrera y también con alguna asistencia geométrica. Como la que le puso a Valverde, que sesteó ante Pau y Barragán le cerró la persiana. Para el equipo local Keylor Navas era una cumbre lunar. En balonmano los árbitros le hubieran decretado un pasivo tras otro.

Valiente como pocos, advirtió Setién la momificación de los suyos con el balón y tras el intermedio reapareció otro Betis. Nada que ver con su flácida versión anterior. Los muchachos de Setién se dispararon, por fin un equipo audaz, con remangue y emotivo. De repente, el Madrid, ya sin Benzema, con un dedo fracturado justo antes del intervalo, se vio acorralado, sin remedio para el gobierno, sin vuelo para su inédita y cadete delantera: Vinicius y Cristo. Con ellos, Reguilón y Valverde, reclutas novicios, el conjunto de Solari quedó a merced de un contrario desatado, vibrante. Solari rectificó su ordenanza defensiva y pasó a una línea de cuatro, con Nacho como lateral izquierdo. Sin sustento con la pelota ni alivios sin ella, el preparador argentino también recurrió a Ceballos y Brahim, con Isco en el banquillo, sin siquiera un papel de telonero de los teloneros.

Del Betis moroso a un Betis que se procuró el viento de cola y atornilló al Madrid, ya atosigado por Joaquín y Tello, otro jugador electrificante. Creció Lo Celso y aún más Canales, sobre el que gravitaron los verdiblancos hasta dar con la diana. Precisamente del propio futbolista cántabro, que metió la puntera a tiempo ante Keylor tras un pase clínico de Lo Celso. Hubo suspense con el VAR, pero Carvajal evitó que Canales estuviera fuera de lugar.

Una falta crucial

Para el Madrid todos los presagios eran negativos. Por el do de pecho de su adversario y su alineación cosida por las circunstancias. Nada hacía pensar en otro desenlace que no fuera la victoria local. O el empate. Pero el fútbol está lleno de guiños imprevistos, de guiones de fábula. Ceballos, acunado bético, fue recibido con una banda sonora de pitos. El hombre aguantó el chaparrón y dio con la mejor fórmula posible de enmudecer a sus exparroquianos. A un paso del final, el andaluz se apuntó al lanzamiento de una falta en el balcón del área. Ceballos embocó al tiempo que Pau, meta local, cometió dos errores. La barrera no estaba debidamente alineada y su reacción fue tardía.

Ceballos, de corazón bético, dejó al Betis frustrado, al que de nada sirvió su remonte del segundo tiempo. Ceballos, madridista de afiliación, evitó que el Real descalabrara del todo en LaLiga. Y, de paso, selló un triunfo que quizá suponga una sobredosis de autoestima para un equipo tejido con alfileres, con la enfermería a tope, jugadores sentenciados al cuarto de pensar y otros que buscan graduarse a toda prisa. A 10 puntos del líder, pero el Madrid aún resiste como puede. Incluso con la delantera del Castilla. Y sin Isco, y sin Marcelo. Señales evidentes de que Solari interviene y que ha decidido bucear en la cantera y en un pelotón juvenil. Nadie podrá negarle su atrevida aventura.

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