La tradición establece que el candidato derrotado suele llamar al vencedor para felicitarle la misma noche de las elecciones.
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se mantiene en silencio, sin decir si acepta o no la derrota electoral, más de 14 horas después de que el Tribunal Superior Electoral (TSE) declarara como vencedor al expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva en el balotaje del domingo.
Como manda la tradición en Brasil, el candidato derrotado suele llamar al vencedor para felicitarle la misma noche de las elecciones, pero en el caso del mandatario ultraderechista no ha sido así.
Mientras Lula protagonizaba una multitudinaria celebración en la Avenida Paulista de Sao Paulo, la arteria principal de la capital económica de Brasil, Bolsonaro se encerraba en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial en Brasilia, sin hacer ningún tipo de manifestación.
Según la prensa local, hacia las 22.00 horas de la noche las luces de la residencia se apagaron, sin que Bolsonaro hubiese hablado con ninguno de sus ministros. En su blog, la periodista Andréia Sadi cita a personas próximas de Bolsonaro que dijeron que al intentar hablar con el presidente fueron informados de que se había ido a dormir.
Aceptar la derrota
La intensa campaña llevada a cabo por el mandatario estos últimos meses contra el sistema electrónico de voto, levantando dudas sin pruebas de la fiabilidad de las urnas, desataron los temores de que no aceptara la derrota, sobre todo teniendo en cuenta que el margen entre ambos (50,9 % frente a 49,1 %) es el resultado más estrecho desde la redemocratización del país.
Tampoco los tres hijos del presidente que se dedican a la política –el senador Flávio, el diputado Eduardo y el concejal Carlos– han reaccionado. Con el paso de las horas, sin embargo, varios colaboradores y aliados del mandatario sí aceptaron los resultados.
El gobernador electo de Sao Paulo, Tarcísio de Freitas, quien fue ministro de Infraestructura de Bolsonaro y considerado uno de los candidatos a suceder a al presidente, aseguró que tendrá «el mejor diálogo posible» con el gobierno de Lula.
La exministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos y electa senadora, Damares Alves, dijo que Bolsonaro dejará la presidencia «con la cabeza erguida».
Por su parte, el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, considerado cercano al mandatario, afirmó que «la voluntad del pueblo manifestada en las urnas jamás deberá ser contestada«. También felicitó a Lula y dijo que era hora de «pacificar el país».
Asimismo, decenas de presidentes y jefes de Estado extranjeros han felicitado al izquierdista.
«Medio preocupado»
Bolsonaro se convirtió el domingo en el primer presidente en no ser reelecto de la historia reciente.
«En cualquier parte del mundo, el presidente derrotado ya habría llamado y reconocido la victoria», dijo Lula, de 77 años, en su discurso. «Hasta ahora no ha llamado, ni ha reconocido la derrota. No sé si va a llamar o si va a reconocer», añadió.
El izquierdista confesó estar «medio preocupado» por no tener confirmación de que el actual gobierno facilitará la transición. Generalmente, el presidente electo arma un gabinete para el traspaso y cuenta con la colaboración del mandatario saliente para iniciar la nueva gestión.
«Me gustaría estar simplemente alegre, pero estoy alegre y medio preocupado. Porque a partir de mañana tengo que empezar a preocuparme por cómo vamos a gobernar este país. Necesito saber si el presidente que hemos derrotado permitirá que haya una transición, para que podamos tener conocimiento de las cosas», aseveró Lula.
La madrugada del sábado, después del último debate presidencial televisivo, el mandatario saliente dijo que respetaría el resultado de las urnas. «No hay la menor duda. El que más votos tenga se lo lleva. Eso es la democracia», aseguró.