El gigante suramericano jugará un papel decisivo a la hora de recomponer no solo la integración de América Latina y el Caribe, sino también para hacer avanzar las agendas de organizaciones multilaterales como Naciones Unidas.
El tercer mandato de Luiz Inácio Lula da Silva hará frente a un panorama internacional complejo, plagado de tensiones geopolíticas y una economía global de capa caída que combina bajas tasas de crecimiento y una inflación que no da tregua.
Para descifrar las claves de la política exterior durante un tercer mandato de Lula, se entrevistó en exclusiva a Jeferson Miola, quien fue director de la Secretaría del Mercado Común del Sur (integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) entre 2012 y 2013, así como director internacional de la Secretaría General del Gobierno de Dilma Rousseff.
El gigante suramericano, asegura, jugará un papel decisivo a la hora de recomponer no solo la integración de América Latina y el Caribe, sino también para hacer avanzar las agendas de organizaciones multilaterales como Naciones Unidas.
Jeferson Miola anticipa que el Gobierno de Lula adoptará una política exterior con base en los principios establecidos en la Constitución y que, en medio de no pocas adversidades, será capaz de devolverle a Brasil su protagonismo en la arena internacional.
P: ¿Qué significa el triunfo de Lula para la política exterior de Brasil? ¿Avizoras grandes cambios en el Palacio de Itamaraty?
J.M.: El triunfo de Lula significa el regreso de Brasil a la democracia. La de este año no fue una elección cualquiera, se trató de una batalla de vida o muerte, una bifurcación entre la democracia y el fascismo.
Ahora bien, una vez que Brasil recupera su democracia, recupera también su capacidad de hacer propuestas en el plano internacional.
Lula comprende muy bien que existe una gran interdependencia entre la política de desarrollo que se impulsa dentro del país y las relaciones con el resto del mundo.
Enfrentamos un panorama muy complejo, grandes desafíos en términos económicos y geopolíticos: el conflicto entre Rusia y Ucrania, la emergencia de un orden mundial multipolar, una inflación galopante, etc. Sin embargo, creo que el próximo Gobierno sabrá estar a la altura de las circunstancias.
Hasta por lo menos 2016 nuestro país tuvo un papel muy activo en el escenario internacional, fomentando la integración continental y participando de forma muy destacada en foros multilaterales como el Grupo de los 20 (G-20).
Pero después del golpe de Estado contra Dilma Rousseff, Brasil perdió su protagonismo global.
Ahora hay grandes expectativas puestas en Lula, no solo en nuestro país, sino también del resto del mundo.
De hecho, en su calidad de presidente electo, ya está tomando decisiones. Justo ahora está participando en la COP27 en Egipto, a invitación de Naciones Unidas.
P: Uno de los retos será establecer una buena relación con dos colosos: China y EE.UU. Por un lado, está claro que Pekín se ha vuelto un socio estratégico clave para Brasilia, sin embargo, desde Washington no ven con buenos ojos que el gigante asiático aumente su influencia en la región…
J.M.: La verdad no creo que sea un gran problema para el próximo Gobierno lidiar entre ambas potencias.
Si Lula adopta una política exterior activa y además ‘altiva’, esto es, soberana, la nueva Administración saldrá bien librada.
«Para la región suramericana el regreso de Lula es una gran noticia. Abre la posibilidad de relanzar varios mecanismos de integración regional como el Mercosur y la Unasur».
Desde mi punto de vista, no hay nada que impida que Brasil mantenga buenas relaciones con China y EE.UU., incluso con Europa. Nuestro país puede contribuir a la expansión del comercio internacional.
Pienso que el Gobierno de Lula no tendrá dificultades a la hora de adoptar una política exterior de acuerdo a sus principios.
En la Constitución de Brasil se establece que nuestro país debe seguir una política exterior que respete la libre autodeterminación de los pueblos, construya un contexto de paz y fomente la integración latinoamericana.
El Gobierno de Lula será capaz de recomponer la política exterior de Brasil que, hay que destacar, sufrió un grave deterioro durante la gestión de Jair Bolsonaro.
Ahora hay que reconstruir las iniciativas de la integración latinoamericana; recuperar las iniciativas que fomentaban no solo la unidad entre Gobiernos, sino también entre nuestros pueblos.
Para la región suramericana el regreso de Lula es una gran noticia. Abre la posibilidad de relanzar varios mecanismos de integración regional como el Mercosur (Mercado Común del Sur) y la Unasur (Unión de Naciones Suramericanas).
En el caso de esta última, recordemos que fue concebida para resolver las controversias entre los países de la región sin la participación de EE.UU.; lo mismo mecanismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que incluye a México y países de Centroamérica.
P: ¿Qué papel jugará Brasil en América Latina y el Caribe? ¿Será capaz de liderar y, en todo caso, relanzar, las iniciativas de integración regional?
J.M.: En primer lugar, me gustaría precisar que, en cuanto la política exterior de Brasil hacia la región latinoamericana, hay que distinguir dos perspectivas muy diferentes entre sí.
La primera, la de los Gobiernos de la dictadura militar, y también la de los neoliberales, que siempre impulsó una integración subordinada y colonizada hacia los centros de poder mundial, sobre todo EE.UU.
La segunda perspectiva, muy distinta, es la de los Gobiernos que surgieron del Partido de los Trabajadores (PT), que sí buscó construir una integración latinoamericana y, en particular, suramericana; una integración no solo económica, sino también democrática y soberana.
En este sentido, considero que el Mercosur constituye el epicentro de la integración de Brasil con el mundo, un punto de partida.
En este bloque la relación con Argentina es clave. Recordemos que, al día siguiente del ballotage, Lula se reunió con el presidente Alberto Fernández. El encuentro puso de manifiesto la comprensión y objetivos comunes que hay entre ambos.
Ante un panorama internacional tan complejo, para Brasil será muy importante profundizar la integración suramericana a través de instancias como el Mercosur.
Sobre la propuesta que hizo Lula en campaña de lanzar una moneda regional, la verdad tengo bastantes dudas sobre su factibilidad. Sin embargo, hay que discutirla, sopesar sus posibilidades de éxito.
Un reto adicional es fortalecer a los BRICS (acrónimo de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). De hecho, pienso que hay otros países latinoamericanos, además de Brasil, que pueden sumarse, entre ellos, Argentina y, por qué no, México.
Los BRICS son una coalición estratégica para nuestra región, representan la posibilidad de establecer relaciones menos asimétricas y, al mismo tiempo, incrementar su presencia internacional.