Carta pública a un cliente de Estados Unidos

Arturo Cruz, un ideólogo pronorteamericano de los fracasados golpistas.

Manuel Coronel Novoa (*)

Incompleto, impreciso, inconsistente, emoliente, impostor, pero, sobre todo, sumiso.

Con estos calificativos no pretendo describir tu personalidad, amigo Arturo Cruz, sino estrictamente tu escrito, el ensayo sobre la situación de Nicaragua que te publicó El Nuevo Diario el pasado 13 de noviembre. Para describir tu encantadora personalidad requeriría todo el espacio de mi artículo, y que nadie lo dude, con todos los calificativos positivos de mi limitado vocabulario.

Como Ernesto Cardenal y el primo de este, José Coronel Urtecho –mi abuelo y viejo amigo de tu familia y, me consta, tuyo personalmente– sos un gran conversador. Estos son/fueron además conversacionalistas, escribían como hablaban y viceversa, con la misma agudeza, fluidez, y por supuesto, excitación. Se trata, no de la habilidad de cualquier «trompudo», sino el talento de unos cuantos, y de ribete, como vos, muy ilustrados.

El ensayo que me apresto a criticar, lleva pues el sello de tu incomparable chispa y elocuencia, como gran conversador, pero afortunadamente para mí –además de que las evidencias de mis argumentos están a la vista– sos bastante mejor con un micrófono y una audiencia que con un teclado, es decir, más conversador que conversacionalista. Conociéndote, también pienso que has descuidado tu acostumbrada rigurosidad e imparcialidad académica, no sé si al calor de los difíciles retos del momento, precisamente amigo, cuando más se necesitan.

También tranquilizo a los amigos que puedan pensar que mi escrito es acrimonioso. No lo es, y como sabés, vos y yo estamos acostumbrados a las discusiones socráticas, de argumentos y contrargumentos duros, propias de las universidades anglosajonas, incluyendo Oxford, donde sacaste tu doctorado.

Ensayo incompleto

La historia de la solución de los problemas urgentes –o inmediatos– de la que llamás «clientela» por parte de la administración de Daniel hay que contarla completa, no dejarla a medias para ajustarla a tu tesis. Quizá la exigencia más inmediata e importante que Daniel satisfizo cuando llegó al poder en 2007, fue «encender las luces» de un país que salió del régimen «democrático» del ingeniero Bolaños, literalmente, a oscuras.

Es cierto –como señalás– que Daniel Ortega demostró capacidad «para apaciguar las exigencias inmediatas de su clientela», tales como «bonos salariales», y «láminas de zinc»; pero también es cierto, Arturo, que hay todo un récord de satisfacción de «exigencias» de mediano y largo plazo que descalifican tu desproporcionado énfasis en el aspecto populista del gobierno de Daniel. Se trata de proyectos que han aumentado la base de capital del país de manera permanente (para la «clientela» presente y futura). Por ejemplo, y entre otras: el récord de «el régimen de Ortega» en la ampliación y diversificación de fuentes de generación en la matriz energética, pero sobre todo, en el avance de la cobertura eléctrica de los hogares que no tiene parangón en la región, y difícilmente en el mundo. En 2007 la cobertura era del 54% y ahora ronda ¡el 96%! El récord de «el régimen de Ortega» es también sólido en el ámbito de construcción de escuelas, hospitales, puentes, carreteras, y mejoras en los sistemas viales de las ciudades más importantes, sobre todo, Managua.

El tema de la seguridad ciudadana, lo que yo siempre consideré el activo más importante del país, también un logro distintivo de carácter permanente (para «clientes y ciudadanos» del presente y futuro), con dificultad lo mencionás.

Ensayo impreciso

Cuando hablás de la «…capacidad de repartir para lo inmediato, sin perder la estabilidad macroeconómica, desde un punto de vista estrictamente fiscal… [que] denominé populismo responsable…» –de lo que hablás mucho en tu ensayo– es demasiada fraseología para decir lo que los mismos organismos multilaterales especializados en temas fiscales siempre dijeron: que las autoridades nicaragüenses tenían credenciales sólidas en la disciplina fiscal y la estabilidad macroeconómica (punto). Tomé nota de cuando en el ámbito político acuñaste tu exuberante término «populismo responsable», pero en el ámbito fiscal, Arturo, aparte de tu persona, nunca, nadie, en ninguna institución o centro de pensamiento serio, habló de populismo, ni «responsable», ni mucho menos «irresponsable», al referirse a Nicaragua.

De hecho, te recuerdo, que la decisión de no integrar los flujos del esquema petrolero con Venezuela al Presupuesto General de la República fue precisamente una medida para proteger al país del riesgo de una reducción abrupta o paulatina de dichos flujos. En un inicio esta decisión fue criticada por «falta de transparencia», para luego ser elogiada por el mismo FMI, precisamente por haber mantenido al fisco al margen de estos flujos y los riesgos que conllevan.

A propósito de tu imprecisa descripción de la rápida disminución de los recursos de Venezuela, cuando los flujos de la cooperación petrolera comenzaron a disminuir a partir de la estrepitosa caída del precio del crudo en la segunda mitad del mes de junio del año 2014 (de 110 a 50 dólares en un año), a las autoridades nicaragüenses les quedó claro que uno de los riesgos que habían previsto al diseñar el esquema (de cuentas separadas) se estaba materializando, no por razones políticas –que es lo que muchos pronosticaban–, sino por la dinámica de oferta y demanda globales. Con la caída del precio, disminuyeron los flujos de Venezuela, correcto, pero también disminuyó la factura petrolera, y tanto en el ámbito fiscal, como en el económico, ello tuvo un efecto neto positivo. Nada de esto en tu «ensayo». Recordá Arturo, que el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos de Nicaragua, durante «el régimen de Ortega» disminuyó en más de la mitad, pasando de 14 a 5% del PIB.

Ensayo inconsistente y lenguaje emoliente

Coincidiría con vos –al menos parcialmente– en el análisis holístico basado en las reflexiones de Samuel P. Huntington sobre «la brecha política entre grupos sociales emergentes e instituciones políticas rezagadas» en su libro de política comparativa «Orden Político en Sociedades en Cambio», igual podríamos hacer un análisis marxista basado en el materialismo dialectico y también sacar un buen insumo, y hasta del mismo concepto del «espirito faccioso» en la política nicaragüense de mi abuelo en sus apuntes sobre la historia de Nicaragua, pero no concuerdo del todo con tu trillado énfasis en el «clientelismo» roto para el caso de Nicaragua como explicación de abril 2018.

La situación económica de Nicaragua el primer trimestre del 2018, es inconsistente con la afirmación que hacés de que la reducción de los flujos de Venezuela jugó un papel determinante en las protestas de Abril, aun bajo tu lógica «cliente–ciudadano».

Correlación no implica causación, y vos Arturo, presentás esta tesis sin proveer evidencias duras. En 2018 el PIB y el ingreso per–cápita continuaban en franca expansión –sin el sainete de abril hubiésemos crecido un 5%–, con empleo formal e informal in crescendo, y la inversión pública e IED a niveles visiblemente saludables.

Sabemos que en la transición económica de país de bajo ingreso, a país de mediano ingreso, hay siempre temas relativos a la presión demográfica, las expectativas crecientes de las clases medias emergentes, la heterogeneidad de sus aspiraciones, y una creciente demanda de inversión social y servicios de calidad, pero nuestra economía, aunque con sus brechas en la oferta, venía absorbiendo bien esas presiones. La anticipada disminución de los flujos de Venezuela, para entonces ya estaba absorbida.

Sos igualmente inconsistente cuando mencionás «un PIB p/h que pasó de 960 USD en 2006, a más de 2,000 USD en el 2017», sin explicar cómo ocurrió un salto de 108.3% durante «el régimen de Ortega», para luego retar la simple lógica que las proximidades geográficas y comerciales de Nicaragua no son circunstanciales y preceden al gobierno de Daniel, y felizmente concluir que el CAFTA y la proximidad comercial a EEUU fueron los motores de dicho crecimiento, y que por ende –y ya esta es tu extensión política– debemos todos aceptar que como «dependemos del ecosistema occidental, en el cual los EEUU juega un rol sobresaliente», nuestro crecimiento, y supongo nosotros como «clientes–ciudadanos», estamos en manos de su «sociedad política».

Entonces, Arturo, ¿por qué otros países con el mismo «tipo» de relaciones con EEUU no crecieron igual que Nicaragua? ¿Y por qué otros países que no tienen proximidad, ni geográfica, ni comercial con EEUU también sufren los embates de su «sociedad política»? (no me hagás ocupar espacio poniendo ejemplos). Me gustan tus eufemismos y tu lenguaje emoliente, esos los mantienes bien afinados. ¿»Sociedad política de EEUU»? ¿Que significará eso? Los políticos cubanos de Miami que tienen secuestrada la política exterior de ese país hacia América Latina sobre la base de su control de los votos electorales de la Florida? ¿Y qué me decís de «ecosistema occidental»? ¿Será eso «patio trasero»? ¿Y qué tal con que «los EEUU juega un rol sobresaliente»? Dejame adivinar, esa está difícil… ¿significará que «los gringos son los que mandan»?

Ya que estamos en lo de los eufemismos, vamos con estos otros. «Clientes»: votantes pobres, muy baratos y de bajo nivel educativo, que se conforman con una lámina de zinc. «Ciudadano», siguiente etapa en la evolución socio–política del nicaragüense, ya sus necesidades básicas están resueltas y quiere más de todo, su proceso de «graduación» pasa por destruir bienes públicos y privados, y exigir un cambio inmediato de régimen político inconstitucionalmente. Mientras se calientan, protestan por el medio ambiente y contra la corrupción. Estos no lograron graduarse en los gobiernos anteriores –su autor no nos explica por qué– sino durante «el régimen de Ortega».

Ensayo impostor y sumiso

A ver, echémosle un vistazo a esta parte del «ensayo»: «…hasta el momento en que seleccionó a su cónyuge como su fórmula vicepresidencial, se afanaron en restarle legitimidad a los resultados de los comicios electorales, con lo cual estaba anulando el alegato de que su mandato presidencial, legalmente, termina a finales del 2021».

Yo no soy abogado constitucional, ni científico político, Arturo, pero ¿cómo es que te sacaste este «conejo» del sombrero? ¿Qué teoría es esa de «anulando el alegato», que alegato? Los períodos presidenciales tienen un tiempo definido, constitucional.

Con esa misma arbitrariedad podríamos escribir, por ejemplo: «el señor Trump, señaló en varias ocasiones que las elecciones en su propio país están viciadas (rigged) «anulando el alegato» que ganó las elecciones». O qué tal esta: «El ingeniero Bolaños, desacató no solamente la resolución de la Asamblea Nacional sino también una sentencia de la Corte Suprema acerca de la creación de la Superintendencia de Servicios Públicos, con lo cual estaba anulando el alegato de que su mandato presidencial, legalmente, termina a finales del 2006». Ninguna de estas frases tiene sentido legal ni constitucional, real, Arturo. ¡Incluyendo la tuya! Aquí el único «alegato» falso es el tuyo con semejante invento.

Luego cuentas una historia sobre las interioridades del Frente Sandinista y el surgimiento de Rosario Murillo como líder. Está bien, ella es una nicaragüense, una sandinista, una funcionaria electa, y como tal, expuesta a la crítica de cualquier ciudadano. Sin embargo, Arturo, parece que el enorme empuje de Rosario en el tema de la participación de la mujer en las esferas, social, económica, y política –que le ganó a Nicaragua reconocimiento global en el Foro Económico Mundial (WEF)– parece haberte tocado un nervio granadino.

También ignoras –olímpicamente– el gran aporte de Rosario en el ámbito del entretenimiento sano y seguro para las mayorías de escasos recursos en nuestro país –en tu lenguaje, «los clientes». Tendrías que ser uno de esos «clientes» para reconocer el hito que han marcado en nuestro país, los parques, centros turísticos populares, y diferentes alternativas deportivas y de esparcimiento sano y seguro. Es un aporte permanente, no un «circo romano para la plebe» como les gusta describir estos temas a los que ven sombras «populistas» en cualquier obra orientada a los más pobres. Cuando las obras favorecen a los más ricos, son entonces «de mucho valor agregado» para el «clima de negocios». Esos aportes, Arturo, han elevado la barra de la calidad del servicio de los gobiernos a nivel nacional y municipal dirigido a los centenares de miles de habitantes en comunidades urbanas y semiurbanas de nuestro país.

Durante los gobiernos «democráticos» del pasado se multiplicaron las cantinas, prostíbulos, y lupanares –ejemplo, el malecón de Managua (visualicemos un antes y un después)–. Veremos que harán los «demócratas» con la inversión en entretenimiento sano para los ciudadanos (perdón, estos serían «clientes» ¿no es cierto?) que les dejará «Murillo» cuando adquieran «la cohesión y el liderazgo para capitalizar el hecho de que ahora ellos son mayoría social» y «ganen las elecciones en el 2021».

Vos hablás de una «deseada y elusiva gobernanza democrática… que facilite la recuperación económica». ¡Cantos de sirena para los incautos y la chavalada aun confundida! Ya tuvimos una buena dosis de la «deseada y elusiva gobernanza democrática» por 17 largos años. ¿Y la «recuperación económica»? Ahora resulta que la llave mágica para «recuperar la economía» –que ellos mismos destruyeron– la tienen los golpistas. Si la economía en Nicaragua bajo «el régimen de Ortega» ya había despegado, Arturo. No tendríamos ahora que «recuperarla» de no ser por un intento de golpe de estado con un componente perverso –aun presente– de destrozarla para, por esta vía, debilitar al gobierno sandinista y obligarlo a «negociar», primero la dimisión inmediata del jefe de estado, y ahora, como vos nos decís: «las elecciones adelantadas, amparadas por una nueva arquitectura que le ofrezca a los nicaragüenses un país con fluidez en sus transacciones políticas».

¿Qué significará todo esto, Dios mío? ¿Qué tendrás en mente? ¿Un estado libre asociado, como Puerto Rico –quebrado y abandonado a su suerte durante la mayor tragedia de su historia? ¿Y cómo aún llamás «negociaciones creíbles» a las «mediadas por la iglesia católica y con los representantes de la sociedad civil nicaragüense, el movimiento estudiantil, el sector privado y la oposición política», los mismos que protagonizaron la verdadera «oportunidad perdida» a la que te refieres en tu ensayo? En el momento en que todos estaban sentados en la misma mesa para negociar, ¡insistieron en un golpe de estado!

Sobre tus críticas en el ámbito de algunas señales y los estilos de gobernanza de Daniel y Rosario, me parecen válidas en el sentido que son opiniones que están ahí, son temas con los que había que lidiar, y aunque puedan justificar manifestaciones de rechazo –ejerciendo el derecho ciudadano a la protesta– , ni de cerca justifican lo que en tu ensayo nunca mencionás: «un intento de golpe de estado»: así es, un intento de romper el orden constitucional por la vía de la violencia, y con el apoyo, de los «halcones» republicanos –Ross Lehtinen, Rubio, y Cruz, los más entusiastas– vía aparato interventor de EEUU, lo que sentaría un precedente terriblemente desestabilizador para el futuro de nuestro país. ¿Cómo omitiste ese elefante en la habitación? ¿Qué ejercicio de sumisión es ese, de no contar con un ápice de identidad nacional para ponernos las cosas en términos de haber obligado «al Congreso y a la burocracia del Ejecutivo en EEUU a formular una política hacia Nicaragua [con]… los imperativos de democracia y derechos humanos», número uno, como que si fuera su incuestionable derecho inmiscuirse en nuestros asuntos internos, y número dos, como que EEUU fuese un ejemplo o les importara la democracia, los derechos humanos, o el futuro de nuestro país y sus gentes. Como vos mismo decís «aprendamos de las lecciones de nuestra historia», para no evocar la historia distante y reciente en otros países. El oriente medio se me viene a la mente.

También hablas de «[que] la reacción del régimen de Ortega a estas [masivas] manifestaciones ha sido acudir a los diferentes modos de coerción», pues los órganos coercitivos se activan precisamente cuando hay un golpe de estado en marcha. ¿En qué país no? Cuando cuentas esta historieta omitís de un tajo las enormes manifestaciones de reacción del Frente Sandinista al intento de derrocar y destruir a su líder, su gobierno, y sobre todo sus gentes y su partido a quienes los golpistas se le estaban yendo encima como que fuesen judíos en la Alemania nazi.

Omitís que la perversidad del golpe unificó a nuevos, jóvenes, y a viejos y distanciados sandinistas, una vez más alrededor de su líder y bandera. Calificado por vos –una vez más, subestimando al FSLN y su resiliencia– como «un movimiento sandinista devaluado y sin energías para recomponerse como fue el caso en 1990».

«Wishful thinking» (son deseos), pero no realidades, amigo. 1934, 1968, 1990, 1996, 2001, el movimiento sandinista y el FSLN han sufrido reveses, y seguirá fuerte. Participará en elecciones y asumirá el gobierno si gana, y entregará la banda presidencial si pierde, como siempre.

Y por supuesto que «[el] golpe de gracia para terminar pronto con el régimen de Ortega… mediante una movilización popular masiva que el Gobierno de Estados Unidos tome más medidas contundentes, un paro económico indefinido o los militares (aunque sea haciendo ruido con sus bayonetas en los cuarteles), si se quiere, algo grande», no solamente es una «esperanza vana», Arturo, sino –por sus implicaciones soberanas– perversa.

Usando una vez más tus palabras, la «salida razonable», Arturo, es que los que todavía se quedaron en la cima de la escalera después del fracasado intento del golpe de estado que te rehusás a mencionar, busquen un «aterrizaje suave».

Con el cariño de siempre.

Manuel.

Posdata: Se me olvidaba un pequeño detalle, también hay que completar la descripción del autor al final de tu ensayo: «El autor es catedrático del INCAE y fue embajador de Nicaragua en los Estados Unidos». Faltaría: durante «el régimen de Ortega».

(*) El autor es Militante del Frente Sandinista de Liberación Nacional desde 1984.

Fuente: La Primerísima.

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