Cola robótica para los humanos

La evolución nos quitó el rabo, unos investigadores japoneses nos lo quieren devolver. Esta es su propuesta

Una vez tuviste cola. Entonces eras un embrión, y lucías lo que se conoce como cola vestigial. Ese apéndice, que medía cerca de una sexta parte de tu tamaño, desapareció conforme te desarrollabas. Lo normal es que hayas nacido sin ella. La evolución nos quitó la cola. Quiso que el extremo menos noble de nuestra columna vertebral acabase rematado por un coxis, último vestigio de las colas que sí tenían nuestros antepasados primates. Y un equipo de investigadores japoneses opina que fue un error.

Junichi Nabeshima, Yamen Saraiji y Kouta Minamizawa, de la Universidad de Keiō, se han inspirado en los animales que sí conservan su cola y la emplean para potenciar su movilidad e incluso como una extremidad adicional. El resultado es Arque: una cola robótica compuesta por vértebras de plástico y pensada para tomar el control de nuestro centro de gravedad.

La estructura de Arque está inspirada en la de las colas de los caballitos de mar y su capacidad para deformarse y comprimirse. El resultado es un apéndice artificial de tamaño variable -en función de las particularidades de cada cuerpo- y capaz de moverse en ocho direcciones.

¿Para qué querrías tú la cola de un caballito de mar? De entrada, los investigadores de la Universidad de Keiō plantean dos potenciales casos de uso. La primera es la mejora de la capacidad de mantener el equilibrio. «La fuerza generada por el balanceo de la cola puede cambiar el centro de gravedad del usuario. Un sensor colocado en la parte superior del cuerpo del usuario estima el centro de gravedad y mueve la cola en función de este», explican.

La segunda opción es emplear Arque en entornos de realidad virtual, como fuentes de feedback háptico. En este caso, la labor de la cola no es equilibrarnos, sino descompensar nuestra estabilidad. «Esto puede ayudar a generar fuerzas en todo el cuerpo, dependiendo del punto en que se coloque la cola», señalan. En uno de sus experimentos, el apéndice aparece ubicado en la espalda del usuario. Cuando este experimenta fuertes vientos en el entorno de realidad virtual, la cola se mueve para desequilibrarle como lo harían las rachas de viento en la vida real.

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