Josep Borrell, fue categórico al instar a los gobiernos de la región a «aumentar y acelerar el apoyo militar a Kiev»
La Conferencia de Seguridad, celebrada el pasado fin de semana en Múnich, Alemania, fue un llamado a las armas, en vez de auspiciar el diálogo político y la búsqueda de la paz. Más que una reunión para la seguridad, de lo que se trata es de un «convite para la guerra».
El debate sobre Ucrania evidenció el verdadero compromiso de Occidente. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, fue categórico al instar a los gobiernos de la región a «aumentar y acelerar el apoyo militar a Kiev», en vez de aplaudir los discursos apologéticos a la guerra y contra Rusia.
«El presidente Vladímir Zelenski y los ucranianos obtienen muchos aplausos y poca munición, esa es la paradoja. Necesitan menos aplausos y mejor suministro de armas», enfatizó Borrell.
Y fue más insistente aún, cuando advirtió: «Todos los líderes europeos han dicho aquí que Rusia no puede ganar la guerra, que Ucrania tiene que ganar la guerra. Así que tenemos que pasar de las palabras a los hechos».
Solo faltó repartir fusiles y alistar soldados para llevarlos al combate.
¡Qué «buen» ejemplo!
Luego se refirió a que solo se pediría a la ONU el inicio de negociaciones sobre Ucrania, cuando ese país haya ganado la guerra. Y señaló que, a corto plazo, el reto es aumentar el envío de armas a Kiev, y a mediano plazo, el aumento de la capacidad de la industria armamentista europea. (Imagino que se refiere a una industria de armas con factura Made in USA).
Por su parte, y a tono con el pensamiento de Borrell, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, citado en un despacho noticioso de RT, afirmó: «A algunos les preocupa que nuestro apoyo a Ucrania pueda desencadenar una escalada. Que quede claro, no hay opciones sin riesgo, pero el mayor riesgo de todos es que gane el presidente de Rusia, Vladímir Putin».
En el convite bélico, más que de seguridad y de diplomacia también alzaron sus voces de guerra el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, quien aseguró no tener ninguna duda de la victoria de Ucrania en la guerra, mientras el canciller alemán, Olaf Scholz, consideró que «es importante organizar nuestro apoyo a Ucrania desde el principio, de tal manera que podamos mantenerlo durante mucho tiempo». Y agregó que «este ha sido nuestro punto de referencia para la entrega de nuevos sistemas de armas: obuses y lanzacohetes múltiples, armas antiaéreas, vehículos de combate de infantería, baterías Patriot y, más recientemente, carros de combate occidentales», reportó RT.
Para no dejar fuera del cónclave el tema de las sanciones a Rusia (país no presente en la Conferencia de Múnich), la máxima representante de la Unión Europea, Úrsula von der Leyen, confesó: «mi gabinete empezó a trabajar con la Casa Blanca y el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en diciembre de 2021, sobre la aplicación de sanciones contra Moscú, incluso antes de que estallara el conflicto con Ucrania. Fue trabajo duro, diurno y nocturno, para alinear nuestros muy diferentes sistemas comerciales, para desarrollar sanciones dirigidas a tecnologías avanzadas y bienes que son insustituibles para Rusia, y para estar completamente sincronizados también dentro del G7».
En tanto, el primer ministro británico, Rishi Sunak dijo que «necesitamos una estrategia militar para que Ucrania obtenga una ventaja decisiva en el campo de batalla para ganar la guerra. Necesita más artillería, vehículos blindados y defensa antiaérea, así que ahora es el momento de duplicar nuestro apoyo militar».
Por su parte, el representante de China en el cónclave, Wang Yi, contrario a todo el ambiente belicista de quienes pronunciaron discursos en la Conferencia, se refirió a que la base para la solución pacífica del conflicto se detuvo. «No sabemos por qué se paralizó el proceso de paz a través de las negociaciones», enfatizó.
Luego añadió: «es posible que algunas fuerzas no quieran que se materialicen las conversaciones de paz».
Finalmente, el dirigente chino declaró: «No les importa la vida o la muerte de los ucranianos ni el daño para Europa. Pueden tener objetivos estratégicos más grandes que la propia Ucrania».
En fin, la llamada Conferencia de Múnich, si para algo ha servido, es para advertirnos que hay un mundo bajo el liderazgo de Estados Unidos y la alineación de la Unión Europea, que está llevando, a través del incentivo a la guerra, a una posible confrontación militar que involucre a todos, sean europeos o estadounidenses, rusos o ucranianos, asiáticos o africanos: a todos.
¡Qué buen ejemplo el de Josep Borrell, en nombre de la Unión Europea, para desbrozar el camino de la guerra y la muerte, en vez del diálogo y la paz!