Contra la intervención yanqui electoral, el FSLN

Manuel Espinoza J.

Estamos en un momento histórico donde de nuevo el FSLN puede vencer a la política imperial norteamericana en las próximas elecciones presidenciales, aun con todo y sus nefastas sanciones.

En la historia de la confrontación política en las relaciones entre Nicaragua y los Estados Unidos de Norteamérica, está más que claro que el poder gubernamental en Nicaragua se disputa desde 1961 entre el FSLN y el gobierno gringo de turno.

Sobre todo, a partir de 1979 con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista (RPS). Olvidémonos de cualquier oposición política local. Ellos sin el apoyo injerencista yanqui no son nada. Simplemente son un producto «made in USA».

Por mucho que la oposición quiera demostrar un origen nacional, una fortaleza popular, no son más que el cúmulo del esfuerzo del poderío económico, paramilitar y psicológico yanqui contra la maquinaria política popular del FSLN. Prácticamente las batallas electorales presidenciales a partir de 1984 en Nicaragua, se dan entre el candidato del FSLN y el seleccionado por la Casa Blanca.

Esta dinámica en pugna tiene toda una historia de intervencionismo electoral, lo que hace fácil entender la confrontación política actual entre el FSLN y la administración de Donald Trump.

No es exageración, ni fantasía política. Para muestra un botón. Recordemos cuando en las elecciones presidenciales del 2001, el embajador norteamericano Oliver Garza hasta se metió dentro de las instalaciones del Consejo Electoral para supervisarlas y que con su influencia los del Consejo Supremo Electoral respetaran la decisión de Washington y ganara su candidato.

Las premisas de la intervención yanqui

No es pues de extrañarse ni dudar, que en las elecciones del 2021 la mano gringa participe directa o indirectamente. Sobre todo, porque las premisas de la intervención yanqui en nuestro país siguen siendo las mismas que se establecieron en 1823 con la doctrina Monroe.

1) La presencia extra continental en nuestro hemisferio por parte de otras potencias de turno. Llámense España, Inglaterra, Portugal, Francia, Alemania, la URSS, hoy Rusia o la República Popular China de estos tiempos.

2) La ruta canalera descubierta tras la fiebre del oro en 1848 y su deseo firme de no permitir la construcción de un canal interoceánico que no sea el de Panamá u otro construido, controlado y administrado exclusivamente por ellos.

Ambos puntos fundamentan el intervencionismo yanqui y el resto de dinámicas que la geografía y el territorio nicaragüense por sí mismo generan, y que se pueden entender a través de la geopolítica, y las acciones de intervención de política exterior norteamericanas hacia nuestro país.

¿Pero porque asustarse? William Walker hasta se proclamó presidente de Nicaragua después de asesinar a los liberales y conservadores a cargo de la política nacional. Después que decretó el inglés como idioma oficial y querer instalar el esclavismo, el gobierno en Washington lo reconoció como el presidente de Nicaragua.

¿Y por qué dudar del intervencionismo político de los Estados Unidos en nuestros asuntos internos electorales? Otro ejemplo claro de la historia del intervencionismo gringo es que en 1928, cuando los yanquis intervinieron por cuarta vez en Nicaragua. Los norteamericanos, además de organizar las elecciones, fueron supervisadas por el enviado especial norteamericano Henry Stimpson.

¡Este personaje encabezaba la Comisión Electoral Nacional, (el Consejo Electoral, que conocemos hoy). Las urnas y centros de votación eran atendidos por infantes de la marina USA y estos al final contaban los votos! Así decidían ellos a quién instalarían en la silla presidencial del gobierno nicaragüense.

Y qué del cinismo compartido de los yanquis que instalaron a Somoza García asesinando al General de Hombres Libres Augusto C. Sandino. Posteriormente, este Somoza dio un golpe de Estado en 1934 y su dinastía se pasó a manos de su Hijo Anastasio Somoza y en forma de dictadura militar duró hasta ser derrocado por el FSLN en julio de 1979. Un régimen sangriento con las elecciones más viciadas de toda la historia nacional, pero nunca sancionado por Washington.

Para 1987, cuando el FSLN logró destruir la estrategia de guerra mercenaria y sangrienta de la administración de Ronald Reagan vía la «Contra», no tuvieron más remedio que, maquiavélicamente, crear todo un frente político con operaciones abiertas y clandestinas para hacer que su candidato presidencial ganara en las elecciones del 25 de febrero de 1990. Manteniendo siempre la guerra de la «Contra» y la amenaza de intervención directa.

Lo anterior es muy importante entender porque a partir de lo anterior descrito, toda retórica electoral como «elecciones democráticas», «elecciones libres», «elecciones transparentes» «elecciones con supervisión extranjera», «temores de fraudes electorales», «respeto al voto ciudadano», es mero ejercicio exógeno desde Washington y nada democrático, mucho menos nacionalista. Es un burdo disfraz de lo que persiguen, tanto los yanquis, como sus títeres peleles locales.

Actualmente están interviniendo electoralmente de la misma forma que lo hicieron en los 80 para llevar al poder a la Violeta Barrios de Chamorro.

Otra vez la mano yanqui

Hace un mes, Donald Trump declaró que Estados Unidos presupuestó más 10 millones de dólares en donación a Nicaragua para apoyar la lucha de la sociedad civil en materia de democracia para el año fiscal 2021. En otras palabras, para que de nuevo su candidato gane en las elecciones del 2021.

El uso de esta asignación será a partir del 1 de octubre del 2020 al 30 de septiembre del 2021. Este monto deberá haber sido totalmente gastado faltando un mes para las elecciones presidenciales de noviembre del 2021.

En realidad no solo es ese el monto que el gobierno USA viene asignando para la oposición anti-sandinista para este propósito. Ese monto aun no lo tocan. El presupuesto para el año fiscal (octubre 2019 a septiembre 2020) fue de 6 millones de dólares y para el año fiscal (octubre 2018 a septiembre 2019) fue de 11. 61 Millones de dólares.

Es decir, que en total desde octubre 2018 tras su fallida estrategia de derrocar al gobierno vía «El Golpe Suave» de Gene Sharp, hasta noviembre del 2021, el gobierno norteamericano habrá invertido durante estos tres años 27.1 millones de dólares de manera abierta para procurar la derrota electoral del FSLN e instalar a su vasallo de turno.

Nicaragua ya experimentó una agresión política similar desde 1987 hasta 1990 con esa misma cantidad de financiamiento. En esos dos años y medio el gobierno norteamericano invirtió (según en su informe de octubre 16, de 1989, el Boston –based group Hemisferic Initiatives– que se inscribió como observador ante el Consejo Supremo electoral en las elecciones del 90), 26.5 millones de dólares en financiamiento abierto y clandestino se invirtieron en las elecciones nicaragüenses. Otras fuentes aseguran que fueron unos 30 millones de dólares.

Y no solo es el monto de los 30 millones que usaron para financiar las elecciones de 1990 lo que hace repugnante la acción de política exterior, sino la desfachatez con que el Congreso durante semanas debatió sobre cuál sería la mejor estrategia para, a través de la Agencia para la Promoción de la Democracia (NED) y la Agencia internacional para el Desarrollo (AID), invirtieran 9 millones de dólares en la campaña electoral nicaragüense tras la solicitud que en septiembre de 1989 hiciera la administración Reagan. En todo caso, no es la soberanía de Nicaragua lo que valoraban sino cómo eficazmente lograr su intervencionismo con el triunfo electoral sobre el gobierno sandinista.

Ese monto se destinó a fin de crear todo el andamiaje electoral para la oposición antisandinista. Unos 5 millones de dólares serían administrados por el Instituto Nacional Demócrata para las Relaciones Internacionales (NDI) y el Instituto Nacional Republicano para las relaciones internacionales (NRI).

Unos 2.9 millones de dólares fueron utilizados a discreción por la NED y 1 millón de dólares para el pago a los grupos de observadores internacionales, entre los más destacados como el Centro Carter y el Centro Allen Weinstein para la Democracia. La Freedom House con 358,000 dólares y la Delphi Internacional Group con otro tanto. Al final los EE.UU., solo a través de la NED, invirtieron 12.5 millones en las elecciones en Nicaragua.

La AID no se quedó atrás. Le entregó 4.166.000 millones de dólares a la iglesia proveniente de un fondo que estaba destinado a los «Contras» y que ahora serían redirigidos a apoyar la elección de la Violeta con el apoyo de la iglesia.

Intervención enmascarada

Lo importante de esa operación lesiva de nuestra soberanía era cómo enmascarar todo el flujo de dinero que recibirían los partidos y organizaciones cívicas y políticas de la oposición. Para tal propósito se creó el Instituto para la Promoción y la Capacitación Electoral (IPSE) con una junta de directores como Alfredo César, quien era consejero del jefe de campaña de la UNO, (yerno de Doña Violeta), Luis Sánchez (vocero oficial de la UNO) Guillermo Potoy, Silviano Matamoros (líder del PSD) y Adán Fletes (líder del PND), todos miembros de la coalición de la UNO.

Para que su junta quedara autorizada por la Casa Blanca, fueron invitados a Washington D.C a un supuesto «Entrenamiento Internacional de Actividades Política-Electorales», donde la realidad era patentizar la firma que les convertiría en los receptores de los fondos del NDI y el NRI, que tanto la NED como la AID les entregarían durante la campaña electoral. Ese viaje fue financiado por la Freedom House con un monto de 10,900 dólares.

Era tanto el afán de controlar el financiamiento por parte de la elite que estaba alrededor de Doña Violeta, que las escuadras de contadores de la empresa Price Water-House que vinieron desde Washington a verificar el movimiento y la entrega de los fondos, no podían comprender cuando el dinero iba al IPSE o a los directivos de la UNO. Pero se hicieron de la vista gorda con tal de alcanzar el objetivo.

Siempre hubo dinero para todos. Una vez unificada la oposición en 14 partidos que integraban la Unión Nacional Opositora (UNO) con Doña Violeta Barrios de Chamorro como candidata escogida por el Departamento de Estado, su vice-presidente, Virgilio Godoy tuvo que ser elegido en una reunión en la embajada norteamericana, tras una serie de encuentros fallidos de los líderes de la oposición para ponerse de acuerdo si debería ser Enrique Bolaños o Godoy.

Se asegura que en esa reunión cada líder de partido salió con 10 mil dólares para comprar las voluntades de aquellos que apoyaban la candidatura de Bolaños y aceptar a Godoy.

Lo escalofriante es que en esos 3 años (1987, 1988 y 1989) que antecedieron a las elecciones de 1990, el monto de 26.5 millones de dólares incluía el financiamiento abierto y el clandestino. La pregunta del millón ahora es: ¿cuál es el financiamiento clandestino si el hasta ahora el monto asignado de manera abierta (oficial) para el mismo propósito desde 2018 hasta 2021 será de 27.1 millones de dólares es casi igual que en los 80?

Tres opciones

Según la oprobiosa conducta histórica de EEUU en materia de intervencionismo electoral hacia nuestro país, solo nos quedan tres opciones para defender la soberanía nacional, ahora que tenemos el poder político desde el gobierno.

1. Cortar de una vez por todas todo tipo de injerencia política en el proceso electoral del 2021 y los que vendrán en el futuro. Usar todas las vías legales nacionales e internacionales que les ate las manos de su financiamiento por siempre.

La principal reforma electoral en el actual contexto debe ser el impedimento, a través de sanciones legales nacionales, de todo tipo de financiamiento norteamericano y de sus aliados que tenga como objetivo intervenir e influenciar en proceso electoral nacional para instalar a un candidato USA en el poder.

2) Establecer las normas del juego en función de nuestra soberanía en función de relaciones normales de respeto mutuo entre nuestros países. (Algo imposible)

3) Develar tanta hipocresía disfrazada en términos de democracia y libertad que utiliza el discurso de la política exterior USA.

Es mejor retarlos a que su próximo presidente electo en este año de campaña electoral USA sea Trump o Biden o Sanders el que compita con el candidato sandinista.

Si tan solo los nicaragüenses conociéramos bien nuestra historia, la tuviéramos tan clara y que la pudiéramos dimensionar hoy día, el intervencionismo norteamericano en nuestros asuntos sería erradicado de una vez por todas.

Claro, que sin sus vasallos nicas su intervencionismo sería más difícil. Y más cuando son estos los que viajan hasta ese país y los invitan a entrometerse en la política interna nacional. Han sido muchos los nicaragüenses que con tal de que los norteamericanos les ayuden a acceder o mantenerse en el poder, han entregado en bandeja la soberanía nacional a los norteamericanos. Desde los que invitaron a William Walker, hasta los que se arrastran hoy día, no persiguen más que el beneficio propio.

Estamos en un momento histórico donde de nuevo el FSLN puede vencer a la política imperial norteamericana en las próximas elecciones presidenciales, aun con todo y sus nefastas sanciones.

Ningún partido en Centroamérica puede compararse con el partido rojo y negro. Con su nivel de apoyo popular. Con su grado de organización y disciplina. Ningún partido como el FSLN ha dado la batalla antiimperialista en la región como el partido de A. C. Sandino y de Carlos Fonseca. Ningún partido en la región lucha por décadas con el intervencionismo gringo como el FSLN en la intensidad enfrentada por el FSLN desde 1961.

Por eso estamos más que claros, que «Contra la Intervención Yanqui Electoral, ¡Frente Sandinista de Liberación Nacional!».

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