Coronavirus: cómo afecta a América Latina la pugna entre países por conseguir respiradores, ventiladores y mascarillas

Si un gobierno de América Latina quiere enviar un avión a China a recoger los insumos que ha comprado para combatir la pandemia de covid-19: ¿qué ruta, con escalas incluidas, debe tomar la aeronave para que el cargamento llegue a su destino sin que otro Estado se lo embargue en el camino?

Puede parecer uno de esos escenarios imaginarios que se plantean en problemas matemáticos, pero es una pregunta real a la que se enfrenta un gobierno, en concreto, el de Perú.

La emergencia sanitaria que se expande por el mundo ha convertido a productos como las mascarillas, los respiradores y los ventiladores mecánicos en bienes escasos y muy codiciados, y cada vez son más las autoridades que reportan haber sido víctimas de prácticas legales, aunque no muy decorosas, que han dejado a sus ciudadanos sin los artículos que necesitaban para poder afrontar la pandemia.

En Francia, se habla de una «guerra de las mascarillas», después de que se diera a conocer la noticia de que tres gobiernos regionales habían perdido pedidos ante compradores estadounidenses que ofrecieron pagar más y en efectivo.

«Esta mañana, sobre la pista [de aeropuerto] en China, un pedido francés fue comprado por estadounidenses con efectivo, y el avión, que debía venir a Francia, partió directamente a Estados Unidos», denunciaba el miércoles de la semana pasada Renaud Muselier, presidente de la región Provenza-Alpes-Costa Azul

«Esta mañana, sobre la pista [de aeropuerto] en China, un pedido francés fue comprado por estadounidenses con efectivo, y el avión, que debía venir a Francia, partió directamente a Estados Unidos», denunciaba el miércoles de la semana pasada Renaud Muselier, presidente de la región Provenza-Alpes-Costa Azul.

El sábado, surgía una denuncia similar en Alemania y esta vez, apuntaba explícitamente al gobierno de EE.UU. Las autoridades del país europeo acusaron en un principio a Washington de «confiscar» en Tailandia un cargamento de 200.000 mascarillas comprado para la policía de Berlín.

«Consideramos que esto es un acto de piratería moderna. No se trata así a socios transatlánticos», dijo el ministro del Interior alemán, Andreas Geisel. «Incluso en tiempos de crisis global, no debería haber métodos del salvaje oeste. Insto al gobierno federal de Estados Unidos a cumplir con las normas internacionales».

La Casa Blanca rechaza que su país esté confiscando material fuera de su territorio ni entorpeciendo este tipo de operaciones.

«Últimos en la cola»

Alemania finalmente rebajó el tono, pero sin quitar el mensaje: las mascarillas, por las que ya había pagado, siguieron sin llegar a Berlín. Si países ricos como Francia y Alemania están teniendo problemas para adquirir insumos, ¿qué pueden esperar los países latinoamericanos?

«No me lo puedo ni imaginar», responde Manel Peiró, experto en el sector sanitario y profesor de la escuela de negocios española Esade.

«Aquí [en Europa], al fin y al cabo, no es un problema de que no haya dinero para comprar los productos si no que ha habido una demanda brutal y la capacidad de ofrecer los productos era limitada. Pero muchos de estos países tienen el mismo problema que los europeos, con el añadido de que no tienen dinero para pagar lo que les están pidiendo», explica.

La pandemia ha hecho tambalearse aspectos de nuestra economía actual como la globalización y el libre mercado: grandes países productores de equipos de protección individual (EPI) como mascarillas y batas han prohibido las exportaciones en un intento de abastecer a sus propios hospitales. Entre estos, están India, Turquía y el propio Estados Unidos.

España, por ejemplo, uno de los territorios más golpeados por el nuevo coronavirus, ha sufrido en las últimas semanas intentos de países como Turquía e incluso de socios europeos como la propia Francia de retenerle pedidos de EPI que estaban en rumbo al país.

De ahí el dilema del gobierno peruano respecto a mandar un avión a China a recoger sus compras: «España nos ha asegurado que no hay problema en que aterricemos en su aeropuerto y sigamos. Pero en el camino hay otros puntos, ¿y si me detengo en Turquía, qué va a pasar? Las reglas están cambiando muy rápidamente», le dice a BBC Mundo el ministro de Salud, Víctor Zamora.

Además, otras reglas de la economía de mercado, como la de vender al mejor postor o dar preferencia al cliente que más compra, siguen más que vigentes.

«Por la tecnología y por la cantidad que compramos, estamos últimos en la cola«, asegura Zamora. «Porque nosotros compramos 100 ventiladores y otros países están comprando 100.000. Por volumen, no entramos con fuerza al mercado global. Somos un país pequeño».

Hasta el gigante de América Latina, Brasil, está teniendo problemas. La semana pasada, su gobierno «perdió» un pedido de productos médicos que había encargado a China. El vendedor, según informó el periódico brasileño O Globo, prefirió priorizar a EE.UU. por encima de Brasil, Francia y Canadá después de que los estadounidenses hicieran una adquisición mucho más grande.

La «agresiva» demanda de EE.UU.

La pandemia ha disparado la demanda: el 85% de hospitales a nivel mundial están teniendo problemas de abastecimiento, según le dijo a BBC Mundo la compañía de estudios de mercado Meticoulous Research, con sede en India.

«En definitiva, la demanda estadounidense es la más agresiva, si no, la más grande», afirma un representante de Meticoulous Research en un correo electrónico.

«Se estima que países desarrollados como EE.UU. solo tienen reservas de entre 40 y 45 millones de mascarillas, lo que apenas supone entre el 1% y el 1,5% de la demanda total. La situación es peor en los países europeos y las economías en desarrollo», explica la compañía.

Con más de 400.000 infectados y 13.000 muertos por covid-19, Estados Unidos, la nación con mayores reservas de insumos médicos, se está preparando para tiempos aun más difíciles.

De ahí que las empresas estadounidenses estén «redoblando su producción a escala bélica», asegura la firma india: «Prevemos que la demanda se multiplique a lo largo de abril. Según fuentes gubernamentales [de EE.UU.], el país necesitará más de 100.000 ventiladores en los siguientes 100 días».

«En definitiva, los fabricantes de todo el planeta no tienen la capacidad de satisfacer esta demanda».

Autoabastecimiento vs. globalización

Los fabricantes han incrementado el ritmo de producción, pero no consiguen dar abasto.

«Por ejemplo, Medtronic (Irlanda) ha incrementado su capacidad de producción de ventiladores en más del 40%. De manera similar, Siare Engineering International Group (Italia)… normalmente produce 160 ventiladores al mes y ahora quiere fabricar 2.000 en cuatro meses», explica Meticoulous Research.

Compañías como el fabricante de autos Seat, en España, han dejado de hacer vehículos y ahora producen ventiladores para los hospitales locales. En varios países, empresas textiles se han volcado a elaborar mascarillas.

«Para mí, en términos comerciales, la pandemia simboliza el fin de la globalización económica tal y como la conocíamos. Un retorno al proteccionismo», opina el ministro de Perú, donde ingenieros universitarios ya han diseñado un prototipo de ventilador para fabricarlo dentro de sus fronteras.

El país andino solo cuenta con 250 ventiladores y los que ha conseguido en el mercado extranjero no les serán entregados hasta finales de abril. «Esto nos obliga a movilizar nuestros propios ventiladores que están en otros hospitales, reparar los antiguos y usar tecnología local», explica Zamora. «Pero por supuesto que tenemos temor [de que sean embargados y no lleguen]».

«Tenemos que meternos en una mentalidad de que nosotros estamos solos», afirmaba el viernes pasado en una conferencia de prensa el presidente de la Caja Costarricense de Seguro Social, Román Macaya.

«Tenemos que resolver muchos de nuestros problemas aquí en Costa Rica. Y eso implica fabricación nacional de muchos productos, eso incluye medicamentos». Macaya explicó que su institución está comprando «todo tipo» de equipos médicos y «donde haya, o sea buscando en todo el mercado internacional», pero que este cuenta en la actualidad con más compradores que vendedores.

En la conferencia de prensa del lunes, ante una pregunta de BBC Mundo, admitió que Costa Rica está teniendo «problemas con la logística de aprovisionarnos de artículos estratégicos».

«Por eso es que hemos hecho un llamado de tratar de blindarnos como país, en la medida de lo posible, con el autoabastecimiento. Hemos estado en conversaciones con grupos de ciudadanos, gente muy técnica, muy capaz, y con empresas establecidas en el país para la fabricación local de EPI, de respiradores y hasta el desarrollo de kits de diagnóstico».

«No es tan fácil», opina Peter Upcott, director de PPE Specialist, una consultora de Reino Unido especializada en EPI.

«En lo que se refiere a mascarillas, por ejemplo, hay mucha desinformación… La gente asume que si te tapas la boca y la nariz, estás protegido. Pero no es así», afirma. «Tienes las mascarillas quirúrgicas, que son las que usan a diario los médicos y enfermeras, y luego están los respiradores, que protegen de inhalar el virus, y los hay de diferentes tipos».

Upcott explica que para resguardarse del nuevo coronavirus son necesarios respiradores de alta gama, como los que EE.UU. llama N95 y Europa, FPP2, protagonistas de incidentes como el de Berlín.

El consultor cree que adaptar distintas industrias a la fabricación de mascarillas quirúrgicas es factible, pero, en el caso de los respiradores, lo ve más complicado: «Eso es mucho más difícil porque tienes que hacer un producto que cubra a la persona adecuadamente y eso es difícil de hacer». Además, habría que seguir recurriendo al extranjero para comprar materiales como los filtros.

«No queremos que otros las consigan»

Respiradores que generalmente son utilizados en el sector de la construcción ahora se destinan a hospitales. No ha bastado con esfuerzos como el que ha hecho uno de los mayores fabricantes, el estadounidense 3M, que duplicó su capacidad de producción en EE.UU. hasta llegar a los 35 millones de N95 en un mes

La semana pasada, la empresa estuvo en la mira de la Casa Blanca, que recurrió a una ley creada durante la Guerra de Corea para prohibirle exportar respiradores a Canadá y América Latina, donde 3M es el principal proveedor.

«Nosotros necesitamos las mascarillas. No queremos que otras personas las consigan«, dijo Trump el sábado en una conferencia de prensa. «Si la gente no nos da lo que necesitamos para nuestro pueblo, vamos a ser muy duros».

3M advirtió en un comunicado que esta medida suponía «implicaciones humanitarias significantes» y que podría provocar que otros países «tomaran represalias e hicieran lo mismo, como algunos ya han hecho». Si eso pasaba, el gobierno iba a conseguir lo «contrario»: tener menos respiradores.

Tras varios días de tensiones, la compañía y la Casa Blanca llegaron esta semana a un acuerdo por el cual esta se comprometía a importar desde sus fábricas en el extranjero una gran cantidad de respiradores a EE.UU. a cambio de poder seguir suministrando a otros países.

Meticoulous Research asegura que «pronto en este mismo mes de abril» se producirá el «pico de la demanda» de ventiladores y EPI.

Mientras tanto, como advertía 3M, otras naciones están evaluando cerrar sus mercados. El ministro de Salud peruano asegura que su país es un exportador neto de EPI textiles, como batas y mandiles para médicos y que también está evaluando dejar de exportarlos.

Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), se muestra más optimista y le asegura a BBC Mundo que aún se ve «solidaridad» entre las naciones con donaciones de países ricos a otros más pobres. El gobierno chino, por ejemplo, está donando suministros médicos a Estados como Ecuador y Costa Rica.

Espinal anima, sin embargo, a los países a utilizar el fondo estratégico de su institución, un mecanismo para que la región compre medicamentos en conjunto: «Los países ponen dinero en el fondo y nosotros negociamos por ellos y por eso conseguimos precios más baratos que si lo hicieran individualmente».

Muchos Estados lo están usando para acceder a las también escasas pruebas de detección de covid-19, como explica Víctor Zamora: «Pero la OPS también está teniendo esos problemas de mercado».

«Es, de verdad, desalentador para los que hacemos salud pública, especialmente los países periféricos al centro del capitalismo mundial, sufrir de un mercado que no tiene mecanismos de regulación en condiciones como estas», lamenta el ministro peruano.

La pandemia de covid-19, que ya afecta a más de 1,5 millones de personas, está minando la confianza entre Estados y ha puesto en tela de juicio la unidad de organismos como la propia Unión Europea, donde muchos países han cerrado sus fronteras.

Manel Peiró, de Esade, cree que la covid-19 ha «sacado la peor cara» de gobiernos y de la economía de mercado. «Suena a un ‘sálvense quien pueda'», asegura, usando la misma frase con la que Zamora describió la semana pasada el mercado de insumos médicos en una entrevista con el portal IDL Reporteros.

«Una pandemia tiene la característica de que es una afectación global, afecta a todo el mundo, pero las respuestas que ha habido son locales. Cada país ha procurado por su cuenta el riesgo», le dice Peiró a BBC Mundo.

«Pero si no es a base de cooperación, va a ser muy difícil salir de este escenario«.

 

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