De ecología, Armagedón y la “norma imperial”

Augusto Zamora Rodríguez

Buenos días, palinuros y atlántidas. Veo que, de general, están menguadas las filas del ecologismo entre vuesas mercedes. Muy mal, muy mal, que esta nave en la que estamos todos y llamamos Tierra está muy averiada y no tiene ni alternativa, ni botes de salvación, en caso de colapso total. En fin, pondría a plantar árboles y recoger bolsas a los menguados de ánimo, a ver si enderezan.

Pero no era eso lo que quería comentarles, si no otra del Toñito Blinken, que, con el Pepito Baiden, forman un dúo de humoristas que vale la pena seguir. La última es de Toñito, de hace unos días, cuando afirmó lo siguiente: «Y cuando cualquier país, China o cualquier otro, tome medidas para desafiar, socavar o tratar de erosionar este orden basado en normas, nos levantaremos y defenderemos ese orden». Frase para grabar en mármol en algún lugar del que más valdrá luego olvidarse. Analicemos la frase.

Primero, el nudo de la frase: «este orden basado en normas». Parece de los hermanos Marx, pues ni concreta de qué orden habla, ni menos señala a qué normas se refiere. No es que le hayan hecho mal los apuntes, no. Lo que pasa es más simple. Toñito sabe que no puede hablar más claro porque sería políticamente incorrecto. Porque lo que Toñito quiere decirle a China y Rusia (es para ellos la frasecita) es que hay un ‘orden’ creado por EEUU que significa que EEUU es el Gran Policía de los Mares del Mundo y que no piensa dejar de serlo… por las buenas.

«Basado en normas». En realidad es norma en singular: EEUU tiene derecho concedido por la Divina Providencia (remember: God bless America) de poner sus buques de guerra donde quieran y cuando quieran, sea el Mar de la China Meridional, el Mar Negro, el Golfo Pérsico o las piscinas de las selecciones de natación del mundo.

De esa guiso -y en ese guiso- si rusos o chinos quieren poner en duda ese orden y esa norma, Tony the Kid avisa que los espera para un duelo en el O. K. Corral, que, en el caso, es nuestro planeta.

Así están las cosas y por eso andan los futuros contendientes armándose hasta la peluca, porque cuando llueva, lloverá de esas lluvias que recordarán el diluvio narrado por vez primera en la epopeya de Gilgamesh y que después los copiones judíos lo presentaron como suyo (hablando de garbanzos, ¿sabían ustedes que el Moisés bíblico era en verdad el egipcio Moses?).

En fin, que las cosas se siguen desarrollando como avisaba en mi Réquiem polifónico y así seguirán hasta los albores de 2030. Pero no se me asusten anticipadamente. Nos quedan como ocho años de esa tranquilidad previa a los grandes sustos. Pueden, mientras tanto, avanzar en el conocimiento de la naturaleza. Por ejemplo, cómo hacen los cusucos o armadillos para vivir tan bien en sus madrigueras a varios metros bajo tierra. También si alquilan sus caparazones. Que disfruten de las lluvias que empiezan a caer por estos trópicos y subtrópicos…

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