De la Guerra Política Electoral a la Guerra Civil en los EE.UU.

Manuel Salvador Espinoza Jarquín

No es que la idea sea descabellada. Ya varios estudiosos de los EE.UU han escrito sobre las causas diversas que llevarán a este coloso de papel a una nueva guerra civil.

Thomas W. Chittum Un escritor norteamericano publicó en 1997 su libro: Civil War II: The Coming Breakup of América (La Guerra Civil II: La Próxima Ruptura de Norteamérica). En él pronostica con elementos irrefutables la posibilidad de esta guerra para este año 2020. Y ha servido como base para el seguimiento de indicadores claves para comprobar su posibilidad. En junio de este año, cuando lo trajimos a colación, su libro costaba USD 10.00 dólares, pero hoy su libro se cotiza en Amazon.com a USD 682.00 dólares y a USD 70.30 los usados.

Chittum fundamentó su obra en las causas diversas de la guerra civil en EE.UU (1861 a 1865) y con sus experiencias como mercenario en las guerras de Vietnam, Rodesia y Croacia. Sobre todo en las últimas dos, donde el factor étnico-racial es uno de los causales mayores. Él pudo comprobar cómo un país como la Yugoslavia socialista había crecido y desarrollado una unidad multicultural e interétnica y de enorme prosperidad económica envidiable para Europa entera. Sin embargo, las fuerzas centrifugas y centrípetas tiene su peso que conllevaron a resultados inimaginables.

En 1997 era una especie de locura pronosticar una situación así en los EE.UU., porque apenas había triunfado en la guerra Fría y se erigía como potencia mundial sin adversarios capaces de desafiar su hegemonía y supremacía global. Más bien se arraigó el pensamiento, que se convirtió en doctrina, de hacer de este nuevo siglo al mundo a la norteamericana. Pero la situación de declive en los EE.UU, el blog de Thomas Chittum https://mauryk2.wordpress.com/category/thomas-w-chittum/ es cada vez no solo más visitado sino más aceptado en sus propuestas.

Sus teorías oscilan entre que Nueva York probablemente será un área controlada por caucásicos, después de que el suroeste de Estados Unidos se convierta efectivamente en parte de México debido a la inmigración. Y que al igual que con los judíos, se deberá hacer lo mismo con los afroamericanos en África.

Igor Nikolaevich Panarin, un coronel en retiro del KGB, especialista en EE.UU y análisis estratégico e integración de flujos de información y su gestión en situaciones de crisis y modelos de situaciones de procesos globales. Docente de la Universidad de Lomonosov (MGU), del Instituto de Relaciones Internacionales (MGIMO) y director en su momento de la Academia Diplomática del Ministerio de Relaciones Exteriores Ruso, pronosticó la desintegración de los EE.UU y también predijo el colapso de Estados Unidos para el 2010.

Su tesis la presentó oficialmente en 1998 y se fundamenta en indicadores que aumentan exponencialmente tras una guerra civil originada por factores económicos, raciales y la degradación de valores. Posteriormente los respaldó en su obra “Крах доллара и распад США” en el 2009 (La Caída del Dólar y el derrumbe de los EE.UU). Sus datos provienen de información de inteligencia estratégica sobre los EE.UU recolectada y estructurada por los servicios de inteligencia rusos como el SVR y el FAPSI, que son agencias análogas a la CIA y la NSA norteamericanas, respectivamente. Lo único que lo impidió fue su falta de amenazas reales en el liderazgo mundial.

En el 2015 de nuevo retomó el tema y lo fundamentó aún más en su libro “Русский Крым и развал США” (La Península de Crimea Rusa y el derrumbe de los EE.UU). Este libro explica la dantesca demostración de unidad nacional basada en la discriminación racial durante el Huracán Catrina en el 2005, donde perecieron por lo menos 2,000 personas, mientras el interés del gobierno USA invertía billonadas de dólares en guerras de nunca terminar en Medo Oriente; y la crisis financiera del 2008, donde miles de ciudadanos norteamericanos perdieron sus empleos y hogares llegando a niveles de empobrecimiento absoluto, mientras los Bancos eran financiados por el gobierno federal.

Otros elementos como el creciente y ya impagable endeudamiento público, la caída del dólar producto de la guerra de divisas internacional, cambios financieros y demográficos que conllevarán a una crisis política en la que los Estados más ricos retendrán fondos del gobierno federal, separándose efectivamente de la Unión norteamericana en seis territorios, provocando disturbios sociales, guerra civil, división nacional y hasta la intervención de potencias extranjeras.

Mapa de ruptura de Estados Unidos, según Igor Panárin

Pero si bien es cierto que no ocurrió lo previsto por Panárin en el 2010 como explicaba; otros como Patrick Joseph Buchanan, un reconocido analista político norteamericano, quien fue asistente y asesor de los presidentes Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, también escribió un libro de este mismo corte en el 2011: “Suicide of a Superpower: Will America Survive to 2025?” ( El Suicidio de una Potencia: ¿Sobrevivirán los EE.UU al 2025?).

En su obra, Buchannan establece que los Estados Unidos se están desintegrando. En unas pocas décadas, Estados Unidos desaparecerá para siempre. Atribuye la desintegración a otros indicadores basados en cambios históricos relacionados con la pérdida y el colapso moral, social y cultural, donde el factor de la inmigración ha jugado un papel importante.

Para el lector no debe caber la menor duda de la debacle norteamericana, porque cumple a la medida el cuadro que presenta el historiador Paul Kennedy en su obra de 1989: “The Rise and Fall of the Great Powers: Economic Change and Military Conflict from 1500 to 2000” (El auge y caída de las Grandes Potencias: El Cambio Económico y el Conflicto Militar desde año 1500 hasta el 2000) en los últimos quinientos años de ascenso y caída de las grandes potencias. El eminente historiador Paul Kennedy analiza y describe el nacimiento, desarrollo y derrumbe de las grandes potencias políticas, económicas y militares a lo largo de los últimos cinco siglos.

¿Tampoco Kennedy como Panárin acertaron con absoluta precisión en los años o las décadas e inclusive Chittum aseguraba para este año el inicio de la guerra civil, pero acaso los indicadores en que hasta inclusive Buchanan propone no tienen un lugar asegurado en la matriz de análisis del declive norteamericano? ¿Acaso la situación descrita por ellos ha mejorado como para revertir su caída libre?

La situación post electoral que viven los EE.UU sirve de asidero para ver con mayor claridad el fantasma de la Guerra Civil norteamericana.

La Estrategia Electoral Republicana

El reloj electoral que anunciaron de manera anticipada los medios masivos de comunicación anti-Trump se detuvo el 4 de noviembre, al asegurar la victoria de Joe Biden con 306 votos del colegio electoral a favor contra los 232 votos obtenidos por Donald Trump. Inmediatamente y sin ser esperados por muchos, Trump anunció con firmeza que los resultados anunciados “eran parte de un proceso demasiado amañado” y que por lo tanto desconocía la victoria de su rival demócrata. El término “proceso” es clave para entender que la estrategia de los republicanos en la cara de Trump se desarrollaría de una forma que no culminaría el 3 de noviembre, en el día de las elecciones.

En su primera etapa Trump se “anticipó a la derrota segura”. Trump estaba más que claro de que el mal manejo de la Pandemia y las protestas de los afroamericanos por los asesinatos de negros a manos de la policía y su respaldo a los supremacistas blancos, lo llevarían a la derrota. Por eso se aseguró en anunciar de antemano las posibilidades de un fraude masivo vía el voto anticipado, el correo electrónico, los brotes de violencia que podrían darse en el país si el fraude se consumaba en las elecciones presidenciales. De ahí que una de las estrategias de campaña de Trump fuera instruir y propiciar el voto masivo el día de las elecciones.

En la segunda etapa Trump “detuvo la victoria a favor de Biden”. Trump no hizo más que oficializar la existencia del fraude masivo durante los comicios y el no reconocimiento de los resultados hasta que el último voto no se recontara. Trump aseguró que había ganado con 74 millones de votantes y la impugnación en varios Estados debía de hacerse. Para eso un ejército de abogados y especialistas en sistemas de votación se dispuso a suspender la certificación de los resultados a favor de Biden.

Aunque los demócratas han jurado que no ha habido fraude alguno, las razones y acusaciones que establecen los republicanos van más allá de la simple disputa de elecciones democráticas, libres y transparentes como a ellos les gusta llamarlas. Basta con conocer el discurso de Trump del 2 de diciembre de este año, denunciando el fraude electoral para entenderlo.

“Durante meses, antes de las elecciones presidenciales, se nos advirtió que no deberíamos declarar una victoria prematura. Se nos dijo repetidamente que tomaría semanas, si no meses en determinar al ganador, contar las boletas de ausentes y verificar los resultados…..Solíamos tener lo que se llamaba día de elecciones. Ahora tenemos días, semanas y meses de elecciones, y ya que pasaron muchas cosas malas durante este ridículo período de tiempo…… estoy decidido a proteger nuestro sistema electoral, que ahora se encuentra bajo asalto y asedio coordinados”.

Una cosa es el discurso político, otra cosa es dimensionar la forma en que ese “asalto y asedio coordinado”, que afirman los republicanos se utilizó en la guerra política electoral que se tienen por el poder en ese país. Basta con mencionar el uso de sistemas y programas de cómputos que se mencionan como involucrados en el fraude nos permiten entender lo que es la guerra cibernética. Red Hummer, Dominium y ScoreCard, SolarWind entre otros, que van desde el espionaje de candidatos hasta la manipulación de la cantidad de votos y el bloque de su transmisión al público y jackeo electrónico.

Inclusive, como en los clásicos de Tom Clancy, se habla de soldados norteamericanos caídos en combate contra oficiales de la CIA en una operación de recuperación de servidores en un país europeo. El nexo de los Clinton con empresas administradoras de estos programas, que a su vez tienen relación con China. Todos estos programas están siendo auditados y no terminará este proceso lo más pronto posible.

Esta segunda etapa en términos máximos debía “procurar revertir la votación del colegio electoral el 14 de diciembre”, ya que muchas acciones fueron implementadas por los republicanos como: Interponer demandas por la vía civil en las cortes estatales y continuar la revisión de equipos y programas utilizados aun cuando en muchos de los estados impugnados se logren certificar.

Quien conoce de planeación estratégica debe de entender sin problema, que el hecho de que el 13 de diciembre inicie la distribución masiva a nivel nacional de la vacuna contra el COVID-19, tiene una razón de beneficio político a corto, mediano y largo plazo y es parte de la estrategia general republicana. Este es un tema que también se debe ver por aparte, a la par de otros como el 1.4 trillones de dólares de presupuesto que se discute en estos días y que son tapados por el escándalo y la crisis electoral.

La tercera etapa ya está traslapada en cuanto a que tiene por objetivo “Impedir que el 6 de enero del 2021, el congreso certifique la votación del colegio electoral”. Pero no importa si el colegio electoral falla a favor de Biden. Mientras la estrategia de que ambos partidos tienen electores de cada partido y los votos en los Estados impugnados se mantenga, los votos de los electores demócratas estarán divididos y Biden no tendrá los necesarios 270 para ganar.

Para llegar a ese día, Trump ha logrado integrar a muchos altos miembros del partido republicano en sus Estados y en la cámara republicana a apoyar declarativamente la existencia del fraude para fortalecer la posición de todo el partido, sobre todo al nivel más alto. Ejemplo de lo anterior, Jim Jordan, el miembro de más rango en el comité judicial, James Comer también el miembro más alto en rango del Comité de Supervisión y Tom Fitton, responsable del Observatorio judicial, apoyan declarativamente la visión de fraude y rápidamente pueden convocar a más republicanos de alto calibre.

Para ese día ya deben de haber muchas pruebas acumuladas y bajo la solicitud unificada de la mayor cantidad de miembros del partido republicano, presentar la anulación de la votación del colegio electoral y pedir una investigación profunda y extensa sobre el fraude electoral, donde entre en acción el Departamento de Justicia, impidiendo así que ese día también se certifique ganador a Biden. La constitución mandata que los líderes del congreso de ambas fuerzas políticas se reunirán y durante dos horas debatirán y deberán dar a conocer el fallo.

Pero ahí entra en juego la enmienda número 12 de la constitución, que establece que en caso de no haber ganador alguno, la cámara de representantes inmediatamente puede elegir al presidente por los votos de cada Estado, donde cada uno solo puede tener un solo voto y ahí la podría ganar Trump. Sobre todo porque el presidente del senado (con 52 republicanos, 46 demócratas y 2 independientes) es el actual vice-presidente Mike Pence, quien deberá abrir los certificados que envió el 14 de diciembre el colegio electoral y anunciarlos.

En todo caso, aún hay unas semanas más antes del 20 de enero, cuando está mandatado que el candidato ganador tome posesión. Inclusive le dan tres meses al congreso para que emita su ratificación final. ¡Falta más de un mes para el 6 de enero y en política no solo Donald Trump considera que hasta los ríos se regresan! En todo caso el congreso puede recomendar que se dirima en las cortes locales o que se abra un proceso de investigación con largas y prolongadas audiencias del senado. De ahí que una cuarta y quinta etapa de la estrategia electoral republicana esta en gestación.

¡El 7 de diciembre, Trump anunció algo grande sucederá! Ese mismo día, Lyle Biedermann, legislador republicano del estado de Texas ha prometido presentar una legislación que permita un referéndum para que los votantes emitan sus votos sobre si se “separan de Estados Unidos”.

“El gobierno federal está fuera de control y no representa los valores de los tejanos. Es por eso que me comprometo a presentar una legislación en esta sesión que permitirá un referéndum para dar a los tejanos un voto para que el estado de Texas reafirme su estatus como nación independiente”…

…“La fe del pueblo de Texas está comprometida con la preservación de una forma republicana de gobierno y sujeto a esta limitación únicamente, tienen en todo momento el derecho inalienable de alterar, reformar o abolir su gobierno de la manera que consideren conveniente «.

El 9 de diciembre Trump solicitó a su correligionario Ted Cruz, que presente ante la corte de Texas una demanda de 39 páginas como Estado por parte del juez general republicano de Texas, Ken Paxton, para invalidar las elecciones en varios Estados en disputa como son Pensilvania, Georgia, Michigan y Wisconsin. La base de esta demanda es que las leyes electorales fueron modificadas en esos Estados no por la Constitución sino por una situación de emergencia como el la pandemia del Covid – 19; lo que les facilito el fraude a los demócratas.

Pero el solo hecho de que Texas, un Estado de reconocimiento por su carácter histórico de “independentista” lo haya formulado, políticamente tiene su connotación. En la demanda de Texas ante la Corte Suprema Trump establece, “que la división resultante entre los estadounidenses es comparable al clima en los Estados Unidos en vísperas de la Guerra Civil”.

Y si tenemos en cuenta los choque armados interraciales en las calles entre afroamericanos junto a asiáticos y latinos contra los supremacistas nacionalistas blancos, que se iniciaron tras el asesinato del afroamericano George Floyd el 25 de mayo de este año y que han aumentado ante más asesinatos por parte de la policía en diferentes ciudades y Estados y el grado de organización hasta en función de un golpe Suave orquestado por los demócratas este año, la opinión de Trump no está lejos de ser realidad.

El 10 de diciembre, 17 Estados y más de 100 miembros de la cámara republicana firmaron en apoyo a la demanda de Texas en función de revertir los hasta ahora conocidos resultados electorales. Solo les faltó el apoyo de sus colegas en el senado, quienes no se han pronunciado a favor y que más bien dejan de entrever la estrategia de Trump de que pase a la Corte Suprema. Según el nefasto senador republicano, Marco Rubio, de la Florida: “Un asunto de esta magnitud, es mejor que la Corte Suprema tome una decisión sobre si tomará o no el caso basándose en la Constitución”.

Y es aquí donde en la quinta etapa se vislumbra la intervención de la Corte Suprema en los resultados electorales. Como bien lo explicó el senador republicano de Texas, John Cornyn. «Sabes, es muy inusual porque cuando un estado demanda a un estado, la Corte Suprema de los Estados Unidos tiene jurisdicción original». En la opinión de una abogada de Trump, Jenna Ellis, comentó en un comunicado: “Esperamos que la Corte Suprema resuelva estos importantes problemas de integridad electoral que, en última instancia, afectan a todos los estadounidenses y proporcione un remedio a la corrupción que se produjo”.

No es que los republicanos no estén preparados para entrar en esa etapa. Como en cualquier serie de Netflix como “House of Cards”, “Scandal” o “Designated Survivor”, que tratan sobre intrigas de poder en el gobierno norteamericano, “el repentino fallecimiento” de la jueza Ruth Bader Ginsburg el 18 de septiembre de 2020, puso en seria disputa el control de la Corte Suprema a favor de cualquiera de los partidos que lograra que su denominado la sustituyera.

Es más, escribe el senador Ted Cruz, de Texas, en su libro reciente de junio de este año: “A Time for Truth: Reigniting the Promise of America” (Un tiempo para la verdad: reiniciar la promesa de Estados Unidos), que con una mayoría simple en la Corte Suprema, la izquierda (léase los demócratas) tendrá el poder de recortar o incluso abolir las libertades que han hecho de nuestro país un faro para el mundo si su nominado es aceptado.

“…… el destino de la Constitución, se ha convertido en el tema decisivo para muchos votantes en las elecciones presidenciales de 2020. Y lo que está en juego no puede ser mayor…..Estamos a un voto de perder la República que nos entregaron los Fundadores. Nuestros derechos constitucionales más preciados penden de un hilo”.

Para alegría de Ted Cruz, fue Amy Coney Barrettla, denominada por Trump, quien sustituyó a la jueza Ruth Bader y los republicanos intentarán realizar lo que tanto temía Ted Cruz. Como bien dice el dicho, “quien habla de las peras, comérselas quiere.”

Una séptima etapa en la estrategia republicana la aparición en su momento del Departamento de Justicia como estructura departamento ejecutivo federal del gobierno, quien llevará toda una investigación penal por el fraude masivo. Esta estructura es responsable de la aplicación de las leyes y la administración de justicia y representa al gobierno de los Estados Unidos en asuntos legales (como en casos ante la Corte Suprema). Este departamento está dirigido por el Fiscal General de los Estados Unidos, quien es designado por el Presidente y confirmado por el Senado, y es así mismo, miembro del Gabinete.

Independientemente de que resulte o fracase la estrategia de Trump, estas elecciones han marcado el aceleramiento de las profundas contradicciones internas en los EE.UU., que tarde o temprano los lleve a un mayor enfrentamiento militar a lo interno. Corresponde, pues, continuar el seguimiento a una estrategia que tiene desinformados tanto a norteamericanos como extranjeros, mientras Biden forma su gabinete en una trama que o los hará más fuertes o más débiles ante las nuevas realidades globales.

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