Joe Biden, el presidente de EE. UU., amenaza con más sanciones a la población nicaragüense; el secretario general de la OEA, Luis Almagro, no reconoce el proceso electoral y hasta ha citado a una reunión urgente para tratar el tema; la Unión Europea actúa una vez más como si estuviese en tiempos de la colonización; y algunos medios adversos a todo lo que no sea parte del sistema estadounidense, arremeten sobre la nación centroamericana.
Esta manera de actuar es «democrática» y de ninguna forma –según ellos– pueden serlo los comicios en la nación centroamericana, ni en cualquier otro país que haya decidido no someterse a los designios de los gobiernos estadounidenses.
Nicaragua se atrevió a realizar elecciones, con la participación de seis partidos y el acompañamiento de 232 observadores de 27 países. «Eso no es democracia, es una pantomima», aseguró Joe Biden antes de que abrieran los 3,106 centros de votación y comenzaran su labor las 13,459 Juntas Receptoras de Votos (JRV).
El mandatario demócrata anunció que usará «todas las herramientas diplomáticas y económicas» a su disposición, incluida la llamada ley Renacer, para ampliar las sanciones a Nicaragua.
En igual sentido, la Agencia Española de Prensa (EFE) tituló un despacho de la siguiente forma: «La comunidad internacional no reconoce la victoria de Ortega». Y más adelante explica: «La mayoría de la comunidad internacional no reconoce los resultados de las elecciones presidenciales celebradas este domingo en Nicaragua, en las que el presidente Daniel Ortega obtuvo el 75 % de los votos…».
Por su parte, la UE –según la propia efe– consideró que la reelección de Daniel Ortega carece de «legitimidad», al celebrarse los comicios «sin garantías democráticas».
Nada más parecido a una reprimenda de la metrópoli a una de sus excolonias. O será que se han olvidado en la Europa de la «democracia» que hay pueblos libres –y dignos– que no pueden aceptar ese tipo de injerencias ni amenazas, porque son soberanos.
Incluso, el alto representante para la Política Exterior de la UE, Josep Borrell, hizo un llamamiento a Ortega para que libere de forma «inmediata e incondicional» –¿ultimátum?– a todos los presos políticos y anule los procedimientos judiciales en su contra. ¡Vaya afirmación de quien parece creerse ministro de Justicia planetario!
En lo particular, el Gobierno de España, en voz de su ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, declaró que esos comicios «no se pueden llamar elecciones», porque «han sido una burla».
Con todas esas acusaciones, una vez proclamado como presidente reelecto, Ortega preguntó y advirtió a los gobiernos europeos, y al español en particular: «¿Con qué derecho [intervienen] los colonizadores españoles con la espada y la Biblia? Combinación venenosa para oprimir a nuestros pueblos».
El País divulgó cifras muy alejadas de las ofrecidas de manera oficial por el Consejo Nacional Electoral (CNE), al señalar en un despacho noticioso que «el líder sandinista apenas cuenta con un 19 % de apoyo según las encuestadoras serias».
Se irrespeta así al CNE de Managua, único autorizado a ofrecer los partes informativos, según el cual Daniel Ortega había ganado con una proporción superior al 75 % de los votos.
En fin, esas son las opiniones de los sistemas «democráticos» de algunos gobiernos y entidades, lo que no se les ocurriría decir sobre las elecciones estadounidenses, donde puede ocurrir de todo, y donde definitivamente no gana quien tenga más boletas a su favor –voto popular–. Y hasta donde se puede asaltar al Congreso por parte de bandas fundamentalistas alentadas por un presidente que no ha reconocido ser perdedor.