Donald Trump: La conspiración de los pícaros

Raúl Antonio Capote | Granma

El pasado 18 de junio, el presidente de EE. UU., Donald Trump, en Orlando, Florida, lanzó la campaña para su reelección en los comicios presidenciales de 2020. Al estilo de los mejores trúhanes de la historia prometió que si es elegido curará muchas enfermedades, entre ellas el cáncer y el sida durante su segundo mandato, y enviará astronautas estadounidenses a Marte.

No pocos recordaron, al escuchar el discurso, a aquellos pícaros vendedores de milagros que recorrían el Lejano Oeste en el siglo XIX vendiendo portentosos ungüentos que lo curaban todo, desde la calvicie hasta la eyaculación precoz y prometían, a la manera de los alquimistas, convertir las piedras del desierto en oro.

“Vamos a continuar haciendo de EE. UU. un país grande de nuevo, y luego mantendremos grande a EE. UU., mejor que nunca antes”, declaró Trump en el mitin. “Es por eso por lo que esta noche estoy delante de ustedes, para lanzar oficialmente mi campaña para un segundo mandato como presidente de EEUU”, anunció. “Les prometo que nunca los decepcionaré”.

No aportó nada nuevo: descalificó a todo el que no piensa como él y no está de su lado, llamó a Joe Biden “perezoso Joe”, a Bernie Sanders lo tildó de loco, despreció varias veces a Hilary Clinton. No mostró, al parecer, ningún interés en aumentar sus bases de apoyo, pues el discurso se mantuvo dentro de las líneas habituales, dirigido a sus seguidores, los mismos que le llevaron a la presidencia.

Dicen que el emperador romano Cayo Julio César Augusto Germánico, más conocido por Calígula, dijo en una oportunidad: “Recuerda que todo me está permitido, y con todas las personas”, su homólogo imperialista no se queda atrás, su política antiemigrante, donde “nada inhumano le es ajeno”, la exaltación y manipulación del nacionalismo, el racismo, las falsas promesas, los ataques continuos a la prensa que se atreve a criticar en lo más mínimo su actuación, marcaron su gobierno y traza la proyección del discurso en Orlando hacia el futuro.

El Presidente de EE.UU. el pasado domingo, atacó en Twitter a The New York Times y al The Washington Post, a los que llamó deshonestos y engañosos.

“Ambos son una vergüenza para nuestro país, los enemigos del pueblo”, manifestó en un tuit.

ME PEDIRÁN QUE ME QUEDE MÁS TIEMPO
Donald Trump insinuó que su popularidad no solo será suficiente para ganar las elecciones de 2020, sino también para que el pueblo estadounidense le pida que se quede en la Casa Blanca, más allá de 2024.

Franklin Delano Roosevelt fue el único presidente estadounidense que completó más de dos mandatos, pero la 22.ª Enmienda a la Constitución, aprobada después de su muerte, establece que “ninguna persona será elegida para el cargo de Presidente más de dos veces”.

Contrario a las aspiraciones del actual inquilino de la Casa Blanca, una encuesta realizada entre el 9 y el 12 de junio y publicada por Fox News, revela que el actual Presidente de EE. UU., quedaría por detrás de cinco candidatos demócratas en los comicios presidenciales de 2020.

SIMILITUDES HISTÓRICAS

La exsecretaria de Estado y exembajadora de Estados Unidos ante Naciones Unidas, Madeleine Albright dice en su libro titulado Fascism: A Warning: «El dictador italiano prometió drenar el pantano despidiendo a funcionarios del gobierno y en sus mítines, Mussolini se regodeaba insultando a los periodistas presentes, para que sus partidarios les hostigaran».

El drenado de Donald Trump pasa ya de los 30 funcionarios, entre ellos, una de las primeras en caer fue la fiscal general interina Sally Yates, le siguieron el general Michael Flynn, exconsejero en temas de seguridad; Jim Mattis, secretario de Defensa; Rod Rosenstein, el número dos del Departamento de Justicia; Nikki Haley, embajadora de EE. UU. ante las Naciones Unidas, y un largo etcétera.

Adolfo Hitler llegó al poder porque las grandes élites conservadoras pensaron que lo podrían manipular para su beneficio. ¿Ocurre igual en el caso del actual mandatario estadounidense?

El gran actor juega su rol en el gran show, y tras bambalinas, los pícaros “dueños del mundo”, sentados sobre montañas de ambición, tejen y destejen a su antojo los hilos del destino de la humanidad. La estupidez sobrevive, triunfante y gloriosa, como dice Schiller, “aun los dioses luchan en vano contra ella”.

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