El “final feliz” que quieren gringos y golpistas

Nicaleaks

La prepotencia que ha caracterizado a la clase oligárquica de Nicaragua y su furgón de cola -un sector de la burguesía y la pequeña burguesía-, los empuja a fantasear con un “final feliz” para ellos tras el fracasado golpe de Estado que dejó dos centenas de muertos, muchos heridos y daños inmensos a la frágil economía de nuestro país.

Por supuesto que ese “final feliz” involucra necesariamente a los sectores injerencistas del gobierno norteamericano, representado principalmente por senadores y congresistas de origen cubano que no lograron hacer colapsar a la revolución encabezada por el ya fallecido Fidel Castro, por lo que Nicaragua, Venezuela y Bolivia parecen ser su “premio de consolación”.

Con Nicaragua tratando de recuperar la tranquilidad y la seguridad que le arrebataron los fallidos golpistas durante más de tres meses, los cabecillas de la violenta intentona se dedican ahora a vender noticias falsas a sus cómplices de los medios de comunicación derechistas, con la certeza de que serán inmediatamente reproducidos por el consorcio mundial de televisoras, radios y periódicos manejados por los Estados Unidos.

No son simples ganas de fastidiar. La descalificación diaria de las acciones justicieras del gobierno para aplicar las leyes a los que participaron en asesinatos, violaciones, torturas, robos y terrorismo durante la existencia de los tranques de la muerte, forma parte de los “insumos” que los políticos cubano-gusanos gringos les exigen a fin de mantenerles el flujo de dinero y la presión para la aplicación de nefastas leyes como la Nica Act y la Magnitsky.

El CENIDH, CPDH y lo que queda de la ANPDH siguen haciendo méritos ante sus financistas norteamericanos y europeos al elevar a la categoría de “presos políticos” a delincuentes comunes y dirigentes de los grupos terroristas que cometieron horrendos crímenes durante el desarrollo del golpe de Estado, que no terminó como ellos esperaban, ya que les habían prometido total impunidad ante sus abusos y delitos.

El cinismo a niveles nunca vistos en Nicaragua, es otra de las armas echadas a andar por los golpistas y sus medios de comunicación, que ahora intentan echar la culpa del desempleo, quiebra de empresas y problemas económicos al gobierno, pese a que ellos mismos, cuando creyeron que la salida del presidente Daniel Ortega era inminente, asumieron como “necesarios” los costos de la sangrienta aventura en que se involucraron.

Ahora, los medios de los Chamorro, La Prensa, Confidencial y compañía, inventan muertos y “secuestrados” todos los días y pese a que no presentan nombres ni ningún otro dato creíble, esas presuntas víctimas pasan a engrosar el listado de las entidades extranjeras que apoyaron el golpe y que todavía insisten en la claudicación del comandante Ortega, todo su gobierno y los demás poderes del Estado.

Los golpistas y sus padrinos foráneos hacen como que no ven los fructíferos esfuerzos de recuperación que hace el sandinismo, esto es gobierno y población, para superar los escollos dejados por los asesinos y vándalos que postraron el país aprovechando el acuartelamiento de la Policía gracias a un pedido de los obispos católicos. No sabíamos entonces que algunos de ellos eran cabecillas de la violenta aventura.

A estas alturas en que el gobierno ha avanzado en el entendimiento nacional con sectores de población que fueron engañados durante los primeros días del golpe, haciéndoles creer que se trataba de reivindicar a los ancianos jubilados, la lectura que pretenden forzar los cabecillas locales y extranjeros del golpe de Estado es que se trata de “señales” para un “aterrizaje suave”, es decir, una salida no cruenta del presidente Daniel Ortega y su familia.

Y hacia ese falso puerto han dirigido sus naves. El reconocimiento de errores cometidos con sectores importantes del sandinismo como los combatientes históricos de los años 80, ha sido interpretado como una “debilidad” que busca evitar un final violento para el mandatario, su familia y seguidores.

Es como si aún estuvieran en la mesa del diálogo, con tranques en los cuatro puntos cardinales. Aunque algunos están conscientes de que solo crean un falso escenario para facilitar el intervencionismo gringo, la mayoría de la base golpista cree a pie juntillas en las bravuconadas de sus derrotados jefes.

Uno que está claro de la trama que se teje es Richard Feinberg, exfuncionario del Departamento de Estado, quien bajo el manoseado manto de “académico e investigador”, escribe densos artículos sobre Nicaragua desde la perspectiva de los golpistas.

Feinberg planteó hace poco que “la salida de la pareja presidencial es requisito sine qua non para restablecer algún nivel de armonía cívica”. Es precisamente el discurso de los cabecillas golpistas y de sus amos norteamericanos.

En un artículo publicado por Confidencial, de Carlos Fernando Chamorro, el “académico” avizora como un probable escenario, “Un acuerdo con Ortega-Murillo que asegure su eventual salida del Gobierno. Muchos en la oposición prefieren fuertemente su renuncia temprana, previa a las elecciones (y su exilio temporal en refugios como Panamá o Cuba).

“Alternativamente, la pareja se mantendría en el poder hasta las elecciones, pero accede a no postularse a la reelección. Cualquiera de estas dos opciones estaría combinada con garantías para la pareja, sus familiares y asociados más cercanos de conservar sus bienes acumulados, e inmunidad ante enjuiciamiento nacional o internacional”.

Este “perdonavidas” al igual que el obispo Silvio Báez y otros golpistas, señala que otra alternativa sería adelantar “las elecciones presidenciales, del calendario original de noviembre 2021 a 2020, permitiendo tiempo para reformar los mecanismos electorales y para que la oposición pueda organizarse como fuerza política y prepararse para hacer campaña”.

Además, “Limpiar la contaminada Policía Nacional y desmovilizar a los paramilitares”. Y “Establecer una Comisión Nacional de Verdad y Justicia, bajo reglas apropiadas para la Nicaragua de hoy”.

Siempre con un discurso de presunto vencedor, Richard Feinberg nos traslada hacia una “transición” en la que, según él, se discutirán asuntos complejos como “comenzar a separar la burocracia estatal del partido FSLN; elecciones libres y justas para la Asamblea Nacional y para las autoridades municipales; y quizás un asunto más crítico aún, un compromiso del liderazgo del FSLN de no tratar de repetir las debilitantes experiencias de los 90, cuando el FSLN al mando de Ortega “gobernó desde abajo”, ejecutando huelgas constantes y otras tácticas desestabilizadoras.

“Al mismo tiempo, la comunidad internacional y la oposición tendrán que aceptar que el FSLN, muy probablemente, seguirá siendo una fuerza política potente y legítima, y que la seguridad y las libertades públicas de sus miembros deberán garantizarse”. (Sic).

Es decir, de acuerdo con la visión de este ideólogo yanqui injerencista, de estar en el poder tras ganar legítimas elecciones, los sandinistas pasarían a ser una “fuerza política potente y legítima”, cuyos miembros tendrían casi que suplicar por el respeto a sus vidas.

Si estando el FSLN en el poder durante el fallido golpe de Estado asesinaron a doscientos sandinistas, ¿se imaginan ustedes lo que pasaría con los militantes y simpatizantes rojinegros “protegidos” por un hipotético gobierno encabezado por los criminales que impulsaron la aventura sangrienta?
Feinberg intenta hacer creer que respeta al sandinismo, pese a que, al igual que los Chamorro, Cosep, MRS y demás golpistas, no ve más alternativa que el comandante Daniel Ortega les entregue el poder y a los sandinistas de base, que huya junto a su familia a Cuba para salvarse y Nicaragua pasaría a las manos que siempre la tuvieron hasta la llegada del FSLN: los oligarcas y sus hijos de casa.

Para que no nos sorprenda el discurso de Richard Feinberg, es bueno que se sepa que este “académico e investigador” es el mismo que en septiembre pasado admitió durante un panel en Miami en el que se hallaba Léster Alemán, que Estados Unidos conspiró para evitar una victoria sandinista en las elecciones de 2006. Feinberg lamentó el fracaso de dicha estrategia.

«…en 2006, cuando Ortega era el candidato a la presidencia, hicimos todo lo que pudimos para que la oposición se uniera para que (Daniel Ortega) no pudiera sacar ventaja de ese cambio del 35% a la Constitución, pero los políticos nicaragüenses decidieron seguir su propio camino…», dijo.

Y como es una “gallina que come huevo”, el exfuncionario del Departamento de Estado vuelve a intentarlo once años después, inventándose esta vez triunfos sacados de su imaginación, en los que entrega al FSLN vencido y aniquilado.

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