Fernando Buen Abad Domínguez | Rebelión
El día en que Collin Powel, ex Secretario de Estado norteamericano, defendió el bombardeo que ellos llamaban «quirúrgico» contra Irak (el 5 de febrero de 2003), colocaron una cortina sobre el Guernica de Picasso, situado a la entrada de la sala del Consejo de Seguridad, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En esas horas, súbitamente, suspendieron la transmisión televisiva en cadena nacional, para poder tapar una de las obras cumbre del arte contemporáneo en la que, entre mil cosas, quedó superado el debate en el que el «arte no se mezcla con la política».
Picasso pinto esta obra, homenaje y denuncia, dedicado a Guernica, ciudad sometida a un ataque aéreo inclemente realizado el 26 de abril de 1937 por la alemana «Legión Cóndor» y la italiana «Saboia», ordenada por el dictador Francisco Franco. El «Guernica» fue pintado por Pablo Picasso para el pabellón de España en la Exposición Universal de París de 1937. Esta obra es símbolo de la tragedia, la desolación y la crueldad de la guerra imperialista y la perversión de los homicidas burgueses.
El día 5 de febrero de 2003 se iba a justificar el ataque a Irak con el Guernica a espaldas de Colin Powel, cuando uno de sus asesores ordenó tapar el Guernica con una tela azul, el color de la ONU. «Es el fondo apropiado para las cámaras», explicó Fred Eckhard, portavoz de la ONU. Taparon una obra que simboliza la lucha por la libertad, contra los horrores de la guerra y sus consecuencias. Picasso dijo:
«Todo el mundo quiere comprender la pintura. ¿Por qué no intentan comprender el canto de los pájaros? ¿Por qué a la gente le gusta una noche, una flor, todas las cosas que rodean al hombre, sin tratar de comprenderlas? En el caso de la pintura, en cambio, se quiere comprender. Quienes intentan interpretar un cuadro, casi siempre se equivocan» (1935).
Guernica es el horror producido por la guerra, que no requiere de muchas explicaciones, es una forma de combate, con las armas del arte, en contra del nazi-fascismo y del capitalismo. Representa un «documental» artístico del bombardeo sobre Guernica, refleja el dolor de un pueblo arrasado por la barbarie, es un grito de libertad, un alegato contra la guerra y sus atrocidades. Posee un complejo sistema simbólico con profundidades diversas, pero no por eso ininteligible.
El Guernica es un aporte poderoso, de protesta y subversión artística, surgido de la sensibilidad, libre a toda prueba, de un artista militante que supo sostener sus ideas comunistas como marco referencial de su producción estética. Incluso para generar debates y evidencias sobre sus contradicciones y las contradicciones históricas del capitalismo.
El arte al servicio de la revolución, no como dogma, sino como ascenso que contribuye a marcar la separación del arte como experiencia puramente subjetiva o individualista, para hacerse experiencia objetivadora del sentir social, con base en la sensibilidad, la emoción y la necesidad de emblematizar un malestar, un grito y una propuesta transformadora del mundo, transformadora del arte y transformadora de la fuerza de la conciencia… también con las herramientas estéticas.