El “jefe” de la OTAN y su visión sesgada de la realidad mundial

Jens Stoltenberg, “jefe” de la OTAN -en realidad es un títere de Estados Unidos-, reconoció en un discurso contra Rusia, que dicho país tiene la razón al defenderse del expansionismo atlantista.

 

José R. Oro │ Prensa Latina

Es realmente ridículo que acusen a cualquiera de ser un “agente del Kremlin”, “cripto- comunista” u otras construcciones verbales; por decir que la trágica, fratricida guerra en Ucrania fue provocada por el expansionismo de la OTAN y que sirve a los intereses de Estados Unidos, cuando los propios funcionarios de la OTAN y de Estados Unidos admiten tal cosa. El más pérfido y vocal de ellos es el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg.

Durante un discurso ante el Comité de Asuntos Exteriores del Parlamento de la UE el jueves 7, Stoltenberg, reconoció clara y repetidamente que Vladimir Putin tomó la decisión de lanzar su Operación Militar Especial en Ucrania como respuesta al expansionismo de la OTAN. Sus comentarios, publicitados inicialmente por el escritor, cineasta y periodista Thomas Fazi, decían lo siguiente:

“El trasfondo fue que el presidente Putin declaró en el otoño de 2021, y de hecho envió un borrador de tratado que querían que la OTAN firmara, para prometer no más ampliación de la OTAN. Eso fue lo que nos envió. Y era una condición previa para no invadir Ucrania. Por supuesto que no firmamos eso.

Sucedió lo contrario. Quería que firmáramos esa promesa, de no ampliar nunca la OTAN. Quería que eliminemos nuestra infraestructura militar en todos los Aliados que se han unido a la OTAN desde 1997, es decir, la mitad de la OTAN, toda Europa Central y del Este, deberíamos eliminar a la OTAN de esa parte de nuestra Alianza, introduciendo algún tipo de clase B o de afiliación de segunda clase. Eso lo rechazamos. Así que (Putin, nota del autor) fue a la guerra para impedir que la OTAN, o más OTAN, se acercara a sus fronteras”.

Stoltenberg hizo estos comentarios como parte de una suerte de jactancia por el hecho de que V.V. Putin ordenó la Operación Militar Especial contra el gobierno de Ucrania para impedir la expansión de la OTAN y, sin embargo, la invasión ha resultado en que Suecia y Finlandia hayan solicitado unirse a la alianza, diciendo que «demuestra que cuando el presidente Putin invadió un país europeo para impedir más OTAN, está obteniendo exactamente lo contrario”.

Este es una rara interpretación de una persona que como secretario general de la OTAN se supone sea un estadista, pero que no entiende el enorme peligro para la paz que esos hechos están provocando.

La OTAN ha estado siempre disfrazada de una alianza defensiva, cuando en realidad es una réplica en el siglo XXI del Eje Berlín-Roma-Tokio, que entonces contaba con la participación o simpatías de Rumania, Hungría, Finlandia, Bulgaria, los estados títeres de Croacia, Eslovaquia y Manchukuo, los “neutrales” España, Turquía, la Francia de Vichy y Portugal.

Se observa una similitud entre las potencias del Eje (donde no aparecen como tal España, Portugal y Turquía, técnicamente neutrales), y la OTAN de hoy. El Eje no trató tanto de mostrarse como una alianza defensiva, junto a sus poderosos asociados del Lejano Oriente y Australasia, está dirigida contra los mismos enemigos, Rusia (entonces la URSS) y China (hoy la R.P. China).

Los comentarios de Stoltenberg probablemente habrían sido clasificados como propaganda rusa por “expertos en desinformación” financiados por plutócratas y “verificadores de datos” imperiales si alguien como usted o yo los hubiera escrito online, pero debido a que provinieron del “jefe” de la OTAN como parte de una tediosa diatriba contra Putin, se ha permitido que su discurso contra el presidente ruso pase sin objeciones.

En realidad, simplemente está afirmando un hecho bien establecido: contrariamente a la narrativa oficial occidental, Rusia lanzó su ofensiva contra Ucrania no porque sea malvada u odie la libertad, sino porque ninguna gran potencia permite jamás que se acumulen amenazas militares extranjeras en sus fronteras. Incluyendo, en primerísimo lugar, a Estados Unidos.

Es por eso que tantos analistas y funcionarios occidentales pasaron años advirtiendo que las acciones de la OTAN iban a provocar una guerra y, sin embargo, cuando estalló la guerra nos azotó un tsunami de propaganda en los medios de comunicación que repetía una y otra vez que tal operación militar se trataba de una «injusticia no provocada».

Habría sido muy, muy fácil evitar esta horrible guerra. Con cumplir los Acuerdos de Minsk alcanzaba. Se cruzó una línea roja tras otra por parte de Ucrania y sus manipuladores, para llevarnos a donde estamos ahora. Se desaprovechó una oportunidad tras otra para evitar toda esta muerte y miseria inútiles, tanto antes de 2014 como todos los años desde entonces.

Es impresionante que llamen a cualquiera “agente del Kremlin” por decir que esta guerra fue provocada por el expansionismo de la OTAN y que sirve a los intereses de Estados Unidos, incluso cuando el propio “jefe” de la OTAN dice abiertamente que esta guerra fue provocada por el expansionismo de esa alianza agresiva y los funcionarios estadounidenses siguen diciendo abiertamente que esta guerra sirve a los intereses estadounidenses.

Un tuit (7 de septiembre) del líder de la minoría republicana del Senado, Mitch McConnell, dice: “Apoyar a nuestros aliados contra la agresión rusa no es un acto de caridad. De hecho… es una inversión directa para reponer el arsenal de Estados Unidos con armas estadounidenses construidas por trabajadores estadounidenses.

“Ampliar nuestra base industrial de defensa coloca a Estados Unidos en una posición más fuerte para superar a China”. Cuando los creadores de narrativas oficiales autorizados reconocen estas cosas, está bien, pero cuando los seres humanos normales lo hacemos, es “desinformación del Kremlin”.

Todo esto sucede mientras un estudio patrocinado por la UE con un grupo financiado por el oligarca estadounidense Pierre Omidyar está circulando por medios de comunicación como The Washington Post y descubre que Twitter (ahora X), bajo Elon Musk, no ha estado haciendo lo suficiente para censurar la “propaganda rusa” en la plataforma.

Esto pondría a Musk en violación de la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea, que exige que las plataformas restrinjan la publicación de tales materiales.

Como ha señalado el destacado abogado y escritor Glenn Greenwald, la Ley de Servicios Digitales define la “propaganda rusa” de manera tan extremadamente amplia que incluye el “alineamiento ideológico con el Estado ruso” en la categoría de materiales que deben ser censurados, lo que incluye a personas que “repiten como un loro las narrativas del Kremlin a través de contenidos originales”, o difundiendo narrativas alineadas con el Kremlin a diferentes audiencias e idiomas- objetivo”. Él mismo está acusado de ser un “propagador de la propaganda rusa”.

Cualquiera que hable online contra la política exterior de Estados Unidos en relación con Rusia (Cuba, la RP China, RPD de Corea, Venezuela, etc.) siempre es inmediatamente acusado de “repetir como loros las narrativas del Kremlin” o de los “comunistas”, por parte de apologistas del imperio que regurgitan sin pensar lo que les han dicho que ellos deben creer, medios como The Washington Post, ya sea que tengan algo que ver con el Gobierno ruso o no.

¿Un Quisling del siglo XXI?

Regresando al “jefe”- realmente un títere- de la OTAN, Jens Stoltenberg, salta a la vista una comparación con su compatriota Vidkun Quisling, escarnecido por la historia por haber rendido Noruega a los nazis en 1940, y puesto sus recursos geográficos y naturales al servicio del Eje. Noruega no salió tan mal, en comparación con otros países, del lustro de la ocupación nazi (tres mil militares y seis mil 500 civiles muertos, sus ciudades no sufrieron atroces bombardeos, etc.).

Si el irresponsable secretario general de la OTAN lleva a esa organización a una guerra nuclear con Rusia para servir los intereses del imperialismo de los EEUU, no solo Noruega, sino toda Escandinavia y Europa van a recibir muchos impactos nucleares, y en mundo entero va a sufrir una sexta extinción global.

Vidkun Quisling, asimismo en buena compañía. Citando a Marx y Hegel, «La historia ocurre dos veces: la primera vez como tragedia y la segunda como farsa» En el caso de Vidkun Quisling y Jens Stoltenberg puede que sea en el orden opuesto.

Si yo fuera el secretario general de la OTAN, que se regodea públicamente de cómo han fracasado los esfuerzos de Putin para detener la expansión de la OTAN, estaría bien para mí reconocer que la expansión de la OTAN provocó esta guerra después de nuestra negativa a prevenir un conflicto innecesario.

Pero como estoy dañando los intereses informativos del imperio occidental en lugar de ayudarlos, eso me convierte en un propagandista ruso. Esto no se debe a que la definición de “propaganda rusa” sea errónea, sino a que está funcionando exactamente como se esperaba.

La presión para marginar y eliminar la “propaganda rusa” nunca ha tenido nada que ver con la lucha contra los materiales reales publicados por el Estado ruso (que esencialmente no tienen ninguna existencia significativa en el mundo occidental); el impulso siempre ha consistido en aplastar la oposición a la política exterior estadounidense.

Como tantas otras cosas en este mundo, cuando se examina el comportamiento del poder, en última instancia se trata de control narrativo. Los poderosos entienden que quienquiera que controle la narrativa dominante sobre los acontecimientos mundiales en realidad controla el mundo, porque el poder real no es sólo dominar lo que sucede, sino también lo que la gente piensa sobre lo que sucede.

Ese es el verdadero pegamento que mantiene unido al imperio centralizado por Estados Unidos, y el mundo nunca tendrá la oportunidad de conocer la paz hasta que la gente comience a tomar conciencia de ello.

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