El supermartes de Clinton y Trump

Hoy es el día más importante de las primarias de Estados Unidos, cuando votan una docena de estados. La victoria del magnate frente a sus rivales republicanos y de la ex secretaria de Estado ante Sanders podría allanar sus nominaciones.

 

El Supermartes, cuando una docena de estados votan, es el día más importante de la temporada de las primarias, con el mayor número de delegados en juego en una sola apuesta. Ese día el proceso de elección de un presidente es nacional. Y este año podría resolver con eficacia las batallas de las nominaciones de ambas partes. Una victoria de Donald Trump hoy haría que fuera casi imposible para cualquier rival republicano alcanzarlo. salvo un cambio colosal de los republicanos. Lo mismo ocurre con Hillary Clinton en su lucha con Bernie Sanders.

Ocho estados del sur se encuentran entre los que votan. Si su victoria sustancial en Carolina del Sur del sábado es una pauta, el abrumador apoyo a Clinton por parte de los estadounidenses negros podría resultar en una victoria en cada uno de esos estados, incluyendo Texas, el mayor premio en juego (y donde, en el lado republicano, el senador Ted Cruz debe ganar para mantener a raya a Trump, y para mantener viva su candidatura).

Si eso sucede, y dado el casi monopolio de Clinton de los 700 “superdelegados” no electos de su partido en la convención demócrata de julio en Filadelfia, ella estará bien en el camino al total 2383 que necesita para la victoria. El camino de Sanders a la nominación, aunque lo haga bien en los estados que no son los que votan hoy Colorado, Minnesota, Massachusetts y su estado natal, Vermont será casi inexistente.

Una nueva encuesta nacional de CNN confirma el ascenso TrumpClinton. Trump tiene el apoyo de un impresionante 49 por ciento de los republicanos, más que sus cuatro rivales restantes combinados. Lejos de llegar a una meseta, su apoyo parece estar aumentando, a pesar de los golpes que recibió en el debate de los candidatos la semana pasada y los ataques durísimos de Marco Rubio, el senador de Florida en los cuales el conmocionado establishment republicano está poniendo sus esperanzas para bloquear a Trump.

Por su parte, Clinton supera a Sanders en un 55 a 38 por ciento en todo el país, aumentando su ventaja desde el anterior sondeo a fines de enero, antes que comenzaran las votaciones primarias. Las mujeres, los votantes de mayor edad, los afroamericanos y los moderados están en gran medida con ella, mientras que los votantes jóvenes, independientes y progresistas se dividieron casi por igual entre los dos.

Sanders dice que va a luchar, suceda lo que suceda hoy. Pero en el lado republicano, es probable que el ex neurocirujano Ben Carson abandone, salvo que haya un aumento inesperado de su voto. Cruz le podría seguir los pasos si pierde en Texas; por su parte el gobernador de Ohio John Kasich se enfrenta a la presión de los mayores del partido para que se retire, para despejar el camino para Rubio. Esa presión sólo crecerá si, como se espera, Kasich pierde hoy.

Cruz corrió ayer para proteger su bastión natal, rogando en un salón de baile lleno de varios cientos de partidarios en el sur de Dallas, a permanecer a su lado. Cruz atacó repetidamente a Trump, que parece decidido a ganar si no es en Texas –donde el senador tiene una ventaja de acuerdo con las encuestas–, entonces tal vez en la mayoría de los otros estados que votan hoy, causando aún más daño tanto a su propia campaña y a la del senador Marco Rubio de Florida. “El Supermartes es el día más importante en toda esta temporada de primarias. Vamos a tener un muy buen Supermartes”, dijo, antes de rogar prácticamente a la audiencia a que lo ayude a lograr una gran participación entre sus partidarios en Texas y más allá. Si pierde en Texas, Cruz se enfrentaría a la presión de tener que abandonar la carrera presidencial.

El senador de Texas acusó a Trump de ser ingenuo sobre la política de Medio Oriente, dando donaciones a los demócratas que apoyaron la reforma migratoria en Washington en 2013 y contratando a “cientos de trabajadores extranjeros” en lugar de norteamericanos en sus empresas. “Uno no puede abusar y aprovecharse de los trabajadores estadounidenses y de repente definirse un defensor de los trabajadores estadounidenses”, dijo.

Nada es predecible en esta elección. Si Trump no está a la altura de las expectativas de hoy, es probable que tenga menos que ver con la fuerza de sus rivales y más con sus tropiezos, incluyendo su fracaso en una entrevista a CNN el domingo para condenar el Ku Klux Klan y despreciar el respaldo del ex Gran Mago David Duke del KKK. Ayer, afirmó que no había entendido la pregunta, a causa de un auricular defectuoso.

Cruz construyó su campaña sobre una estrategia sureña desde el principio, que o bien se resquebraja o da frutos hoy, cuando, aparte de Texas, un montón de estados del sur llenos de cristianos evangélicos con los que normalmente contaría, incluyendo Alabama, Arkansas, Georgia y Oklahoma, también votan.

Esa base de apoyo fue robada por Trump, que superó a Cruz entre los evangélicos y conservadores en aquellos estados que ya votaron. En Nevada la semana pasada, Trump ganó el 40 por ciento del voto evangélico, saboteando aún más la principal premisa estratégica de Cruz: que los cristianos se levantarían, especialmente en el Sur, y lo conducirían a la nominación.

Para los republicanos aún no convencidos por Trump las opciones se están agotando. Mientras Cruz fue ahogado por Trump, también tuvo problemas para separarse de Rubio, que dirigió la carga contra el multimillonario en un debate en Houston la semana pasada y ganó el apoyo del establishment del partido. Cada hombre necesita que el otro abandone para poder liderar las fuerzas anti-Trump. Pero si Cruz gana en Texas y Rubio también logra un segundo lugar respetable en otro lugar esta noche, ninguno de los dos estará inclinado a hacerlo. Que es lo que Trump desea.

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