El trío infame y su macabra “fake news”

El exprimer ministro británico, Tony Blair, el expresidente de EEUU, George W. Bush y el expresidente del Gobierno de España, José María Aznar. Los tres culpables de la sangrienta y criminal invasión a Irak en 2003. Ninguno ha sido juzgado por los centenares de miles de asesinatos cometidos en personas inocentes.

Javier Benítez*

* “Cualquier científico, o ser pensante sin más, sabría que nadie puede ir por la vida tranquilamente con un tubo de ensayo con ántrax en la mano sin ningún tipo de protección, y que no sufra consecuencias físicas”.

El trío de las Azores. O la foto de la vergüenza. Así se le conoce mundialmente a la instantánea que un 16 de marzo de 2003 registraba la ambición de un Gobierno de España de codearse con las potencias más poderosas del planeta. Tal vez por aquello de que, si te arrimas al más poderoso, o al más rico, algo se te pega.

«Estamos trabajando en ello»

Si bien la invasión a Irak comenzó el 20 de marzo de 2003, la decisión se había tomado mucho antes, más allá del tubo de ensayo con un polvo blanco que presentó —diciendo que era ántrax— el entonces secretario de Estado de EEUU, Colin Powell, en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU el 5 de febrero de ese año. Algo que no fue más que la preparación del terreno pour la galerie con una de las fake news más infames de la historia reciente de la humanidad. Cualquier científico, o ser pensante sin más, sabría que nadie puede ir por la vida tranquilamente con un tubo de ensayo con ántrax en la mano sin ningún tipo de protección, y que no sufra consecuencias físicas.

La decisión de invadir Irak, ergo, también fue muy anterior de la visita que el entonces presidente del Gobierno de España, José María Aznar, hizo a su par estadounidense George W. Bush en su rancho de Texas, donde el 22 de febrero de aquel año brindaron en una rueda de prensa conjunta. Allí, un periodista presente se dirigió a Aznar: «En cuanto a esta nueva propuesta de nueva resolución [del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Irak], sabemos que llevará el sello de EEUU y de Gran Bretaña. ¿Pero llevará también el sello español? ¿España será considerada o será coautora de esa resolución?»

Entonces, llegó la histórica respuesta de Aznar. Histórica, no tanto por el contenido, sino por la forma: al contestar puso lo que muchos entendieron como un ‘acento tejano’, cuando lo que hizo fue utilizar la fonética de un angloparlante cuando intenta hablar castellano y le sale el acento que le sale. Tal vez, Aznar pensó que al hacer esa pronunciación estaría hablando en inglés y que Bush lo entendería en tiempo real. Vaya uno a saber. Esto también habla, y mucho, del perfil del personaje.

La respuesta de Aznar fue: «Bueno, estamos trabajando en eso, y precisamente a eso dedicamos un tiempo anoche y esta mañana». Claro, Aznar quería salir en la foto, y para eso se había peinado muy bien. Para salir en la foto de los tres mosqueteros que iban a luchar contra el mismísimo demonio. Para salir en la foto de las Azores.

La nada bochornosa de Aznar

Así fue que Aznar dejó traslucir, no se sabe muy bien si su ambición personal, o la ambición del Gobierno de España en su conjunto, de mostrar al mundo que España se sentaba a comer en la misma mesa que EEUU y el Reino Unido, y no ya a recoger las migajas que caían al suelo. Entonces, llegó ese 16 de febrero de 2003, donde finalmente en las Azores, Aznar pudo cumplir su sueño de salir en la foto junto a Bush y al premier británico Tony Blair. Supo entonces Aznar que su empeño en peinarse bien para salir en la foto, no había sido en vano. Pero el tiempo, que todo lo pone en su lugar, constató que esa foto del Trío de las Azores, no fue más que la foto de la vergüenza y la criminalidad.

El analista internacional Enrique Refoyo, explica que, con el paso de los años, de alguna manera u otra, tanto Bush como Blair, ‘reconocieron el error’ de haber afirmado que en Irak había armas de destrucción masiva.

«En el caso de José María Aznar es interesante, porque jamás de los jamases, se ha retractado de aquello. Es decir, el perrito faldero máximo por excelencia, el tipo que no sacó nada de la invasión a Irak, porque si me dices, ‘bueno, por lo menos conseguimos campos petrolíferos, le sacamos dinero para España’, pero no se consiguió absolutamente nada. Incluso amistad con otros países del golfo Pérsico, mejores contratos petrolíferos, etc. No», expresa Refoyo con indignación.

«Lo único que se consiguió, es que, encima, el Ejército español quedara a las órdenes del Ejército polaco. Es decir, estaba el sector estadounidense, el más grande, luego el británico, y entre medias, el polaco, con las tropas españolas allí incluidas. Como se dice aquí en España, ‘tiene narices’ que después de la foto criminal en las Azores, después de todo el apoyo, […] es un tema interesante de cómo la participación estadounidense vino a malograr la situación en el sector español», observa Refoyo.

El analista resume que “lo más importante, es ver cómo después de estos 20 años, nadie ha sido juzgado por esa invasión criminal por, básicamente, mentir. […] En definitiva, 20 años después de la invasión a Irak, nadie ha pagado por sus crímenes”.

En tanto, al analizar la decisión de Aznar de apoyar la invasión de Irak, el director del Instituto Español de Geopolítica [IEG], Juan Aguilar, señala que su opinión sobre el exmandatario español no puede ser más negativa.

«Pero, puede que alguna intención tuviera [Aznar con su apoyo a la invasión]. Por ejemplo, que, sometiéndose tanto a los intereses y a las aventuras norteamericanas, pudiera obtener un trato de favor. Un trato de favor en la lucha contra el terrorismo de ETA, un trato de favor en algunos temas comerciales, un trato de favor con asuntos en el norte de África, por intentar buscar una explicación a la bochornosa imagen del señor Aznar en la foto de las Azores, o aquella, no sé si tan bochornosa o más, viendo [visitando] a Bush en su residencia, con los pies encima de la mesa y ‘hablando en tejano’.

Una sensación de vergüenza ajena, y de ridículo, de bochorno, que teníamos los que nos consideramos patriotas españoles, que era, de verdad, espantosa. Yo imagino que, de alguna forma, pues pretendía eso. Pretendía que, estando con el más fuerte, se iba a poder beneficiar, y eso le iba a ayudar a resolver alguno de los problemas que pudiéramos tener, por pensar bien, por intentar buscar una explicación racional a lo que me pareció una ignominia», sentencia Aguilar.

*Sputnik

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