Scott Ritter | Sputniknews
* No ha habido mayor alentador del actual conflicto entre Rusia y Ucrania que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Desde el inicio del enfrentamiento, el líder ucraniano ha sido elevado a un estatus casi mítico por los brazos propagandísticos del Occidente colectivo, fabricando una caricatura atribuida a unas declaraciones heroicas que nunca pronunció, pero que fueron inyectadas en el discurso dominante gracias a la colaboración de los servicios de inteligencia occidentales y de unos medios de comunicación complacientes.
La famosa cita que se le imputa a Zelenski al principio del conflicto, después de que supuestamente rechazara una oferta para ser evacuado de Kiev, es un buen ejemplo de ello. «La lucha está aquí», se atribuyó a Zelenski. «Necesito munición, no que me lleven». La cita fue promulgada por primera vez por Associated Press, citando a una fuente de la embajada estadounidense.
Sin embargo, no se ha corroborado que Zelenski dijera realmente esas palabras. Se atribuyen a «un alto funcionario de los servicios de inteligencia estadounidenses [en la embajada de Estados Unidos en Kiev] con conocimiento directo de la conversación», y, sin embargo, nadie está familiarizado con la conversación en cuestión.
En este caso, la comprobación de los hechos no estaba en el orden del día: la cita era demasiado bonita como para no utilizarla, así que los medios la utilizaron y el resto es historia. El presidente ucraniano emitió entonces un vídeo en el que declaraba: «Estoy aquí. No vamos a deponer las armas. Defenderemos nuestro país, porque nuestra arma es la verdad, y la verdad es que esta es nuestra tierra, nuestro país, nuestros hijos, y defenderemos todo esto».
Veinte meses después, el presidente ucraniano sigue «aquí», al frente de una nación devastada por una guerra que le eligieron para evitar. Y sigue creyendo en la inevitabilidad de una victoria ucraniana. «Nadie cree en nuestra victoria como yo. Nadie», declaró Zelenski a la revista Time en una entrevista reciente.
El problema para Zelenski es que nadie parece compartir su optimismo. «Lo más aterrador es que parte del mundo se acostumbró a la guerra en Ucrania», señaló Zelenski en la misma entrevista. «El cansancio por la guerra se extiende como una ola. Se ve en Estados Unidos, en Europa. Y vemos que en cuanto empiezan a cansarse un poco, se convierte en un espectáculo para ellos: ‘No puedo ver esta repetición por décima vez’».
Por lo visto, la Agencia Central de Inteligencia no estaba allí para convertir este mensaje en algo más pegadizo. Uno de los mayores problemas de Zelenski es que sus propios militares ya no creen en la victoria. En una esclarecedora entrevista con The Economist, el general Valeri Zaluzhni admitió que la tan anunciada contraofensiva ucraniana, diseñada para cortar el puente terrestre que conecta Crimea con el resto de Rusia, ha fracasado estrepitosamente.
Tras cinco meses de sangrientos combates, Zaluzhni concluyó que el conflicto con Rusia había alcanzado el nivel de un «punto muerto», y que «lo más probable es que no haya un avance profundo y preciso». Las pérdidas ucranianas durante este tiempo superaron los 90 mil muertos y heridos, junto con más de 300 tanques, aproximadamente el número de tropas entrenadas por la OTAN para la contraofensiva, así como el número de tanques suministrados por la OTAN para ayudar en los ataques.
Hace casi un año, Zaluzhny concedió una entrevista mucho más optimista a The Economist, en la que declaró: «Sé que puedo vencer a este enemigo. Pero necesito recursos. Necesito 300 tanques, 600-700 vehículos de combate de infantería, 500 obuses. Entonces, creo que es completamente realista llegar a las líneas del 23 de febrero [el día antes de que Rusia iniciara la Operación Militar Especial]».
Zaluzhni no ocultó dónde recaería su principal foco de esfuerzo, y por qué. «Para llegar a las fronteras de Crimea, a día de hoy tenemos que cubrir una distancia de 84 kilómetros hasta Melitópol. Por cierto, esto es suficiente para nosotros, porque Melitópol nos daría un control de fuego total del corredor terrestre, porque desde Melitópol ya podemos disparar al istmo de Crimea.»
En su entrevista más reciente con The Economist, Zaluzhny parece haber olvidado sus audaces planes de tomar Melitópol; las bien preparadas defensas rusas en el pueblo de Rabótino y sus alrededores vieron cómo ese sueño se esfumaba, como el blindaje de los tanques Leopard de fabricación alemana que yacen en los campos de Zaporozhie.
En su lugar, Zaluzhni cuenta una nueva historia: que su estrategia consistía en causar bajas masivas rusas para quebrar el espíritu del Ejército ruso y obligar a los dirigentes políticos rusos a sentarse a la mesa de negociaciones. «Ese fue mi error», dijo Zaluzhny. «Rusia ha perdido al menos 150 mil muertos. En cualquier otro país esas bajas habrían detenido la guerra».
Los comentarios de Zaluzhni plantean dos cuestiones críticas. La primera es la exactitud de las cifras que cita. Aunque Rusia lleva meses sin publicar un balance oficial de sus bajas en la Operación Militar Especial, los análisis de fuentes abiertas realizados por la BBC y Meduza indican que entre 30 mil y 47 mil soldados rusos han muerto en el conflicto, una cifra enorme, pero muy inferior a los 150 mil citados por Zaluzhni.
Pero Zaluzhni ignoró el tema principal: las bajas ucranianas. Según algunas estimaciones, entre 350 mil y 400.000 soldados ucranianos han muerto en los combates con Rusia, agotando por igual las reservas ucranianas y el potencial de movilización.
Aunque las pérdidas rusas son considerables, se han compensado con la movilización de 300 mil reservas complementadas por más de 300 mil voluntarios. La capacidad de Rusia para generar fuerzas de combate mientras Ucrania agota las suyas, es la verdadera razón por la que la contraofensiva ucraniana ha fracasado, y por la que el resultado final será una victoria estratégica rusa, y no el estancamiento previsto por Zaluzhni.
Las declaraciones del general de mayor rango de Ucrania no fueron bien recibidas por el presidente del país. Poco después de hacerse pública la entrevista de The Economist, Ígor Zhovka, jefe adjunto de la Oficina del presidente de Ucrania, criticó a Zaluzhni. «Estoy seguro que los rusos han leído, anotado y sacado conclusiones cuidadosamente», afirmó. Además, añadió Zhovka, los comentarios de Zaluzhni sobre un punto muerto tienen a los aliados de Ucrania «en estado de pánico».
El propio Zelenski contradijo las nefastas conclusiones de su máximo comandante militar. «Ha pasado el tiempo, la gente está cansada, independientemente de su estatus, y esto es comprensible», dijo a la prensa durante una rueda de prensa. «Pero esto no es un punto muerto, lo subrayo una vez más».
Más tarde, en comentarios realizados durante una reunión con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, Zelenski señaló que, aunque «hay dificultades, hay opiniones diferentes», creía que «no tenemos derecho a pensar siquiera en rendirnos, porque ¿cuál es la alternativa?».
La revista Time, en su artículo de octubre de 2023, calificó de delirante la certeza de Zelenski en la victoria final de Ucrania, con una percepción de su papel «rozando lo mesiánico». Según un estrecho colaborador del presidente ucraniano, «Nos hemos quedado sin opciones. No estamos ganando. Pero intenta decírselo [a Zelenski]». Parece que alguien lo hizo. El resultado fue el típico enfado y amargura de Zelenski. «No estamos dispuestos a entregar nuestra libertad a este maldito terrorista de Putin», declaró a NBC News en una entrevista.
«Vemos, por tanto, que la guerra no es meramente un acto político, sino también un verdadero instrumento político, una continuación del comercio político, una realización del mismo por otros medios», escribió el famoso estratega militar prusiano Carl von Clausewitz en su clásico tratado Sobre la guerra.
La guerra debe considerarse siempre como un mero medio a través del cual pueden modificarse las opiniones políticas, señalaba Clausewitz. «La visión política es el objeto, la Guerra es el medio, y el medio debe incluir siempre el objeto en nuestra concepción».
Las palabras de Clausewitz sirven de base para evaluar el abismo que se ha abierto entre Zelenski —dueño de la visión política— y Zaluzhni, poseedor de los medios militares. La realidad, sin embargo, es que ninguno de los dos es el amo de su respectivo reino. Como en el caso de la cita de Zelenski: «Necesito munición, no un paseo», el control del guion del que leen tanto Zelenski como Zaluzhni recae en Estados Unidos y sus aliados europeos, el llamado Occidente colectivo. Y es en este punto donde ambos se encuentran en apuros.
La visión política de Zelenski no tiene nada que ver con las aspiraciones que pueda tener para Ucrania como nación, sino más bien con la utilidad que tiene Ucrania para impulsar las metas y objetivos geopolíticos estratégicos del Occidente colectivo respecto a Rusia.
Ucrania era, es y será siempre poco más que una herramienta en la mente de los dirigentes occidentales con los que se ha alineado Zelenski, para utilizarla cuando convenga y desecharla cuando ya no lo sea. El hecho es que el Occidente colectivo se ha agotado por el conflicto de Ucrania, tanto financiera como militar y políticamente.
Lejos de debilitarse por el conflicto, Rusia ha salido fortalecida a todos los niveles: económico, militar y político. La táctica del Occidente colectivo para debilitar a Rusia promoviendo un conflicto con Ucrania ha fracasado. Esta es la nueva realidad de la visión política de Zelenski: ya no es una herramienta útil para el Occidente colectivo, que está tratando desesperadamente de encontrar las condiciones adecuadas para descartarlo.
En cuanto a los medios militares, los comentarios de Zaluzhni subrayan la impotencia de los militares ucranianos cuando se trata de ser un instrumento político útil. La derrota estratégica del Ejército ucraniano ha sido consumada por el Ejército ruso. Aunque todavía puede haber más combates y mucho derramamiento de sangre antes de que se asegure la victoria final rusa, lo cierto es que ese resultado está prácticamente asegurado.
En este entorno, el Occidente colectivo se resiste a seguir tirando dinero bueno tras dinero malo. El Congreso estadounidense se muestra cada vez más reacio a seguir aportando miles de millones de dólares para apoyar una campaña perdida. Europa también está agotada. El «estancamiento» de Zaluzhni es un retrato color de rosa comparado con la oscura realidad a la que él y las FFAA ucranianas se enfrentan.
Sin tanques, sin municiones, sin hombres, la dura realidad es que Ucrania está atrapada en una guerra de desgaste en la que todos los factores favorecen a Rusia. Hoy en día, la pregunta ¿y ahora qué? flota incómodamente en el aire, aunque solo sea por el simple hecho de que todo el mundo conoce la respuesta: Ucrania ha perdido la guerra. La OTAN ha perdido la guerra. Zelenski ha perdido la guerra.
En las próximas semanas y meses, el Occidente colectivo tendrá que encontrar los medios para descartar a Zelenski y a Ucrania. El actual conflicto entre Hamás e Israel parece haber proporcionado una excusa conveniente para acelerar este proceso, con recursos militares que de otro modo podrían haberse puesto a disposición de Ucrania siendo desviados a Israel, una realidad que existirá en un futuro previsible.
Tal vez haya llegado el momento de que los guionistas de la Agencia Central de Inteligencia elaboren un final para la tragedia que han contribuido a crear. «No me quedan municiones», podría citarse a Zelenski. «Necesito que me lleven».