Las compras de gas natural licuado ruso en enero y febrero del 2023 registraron fuertes incrementos respecto al año anterior y consolidan a Rusia como el tercer mayor proveedor gasístico del país ibérico. Los expertos apuntan a una bajada de los suministros de Argelia y EEUU, asimismo subrayan la inviabilidad de la estrategia energética europea.
En el plano energético, 2022 supuso para España un vuelco en su política de suministros. Disminuyeron las importaciones argelinas de gas natural, aumentaron drásticamente las estadounidenses de gas licuado y, pese a las sanciones en vigor, se incrementaron también las rusas.
En concreto y según datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (CORES), las importaciones de gas ruso crecieron en 2022 un 54,8%. El mes de enero se dispararon un 192% en comparación al mismo periodo del año anterior, alcanzando luego en febrero los 5.465 Gwh. O lo que es lo mismo: un incremento del 151,4% interanual.
De resultas, Rusia se afianza con una cuota del 17,2% en el mercado español de las importaciones de gas. En contraste, el porcentaje en 2022 fue del 12,6% y en 2021 del 8,9%, índice que más o menos marcaba la tónica general del gas ruso en España hasta entonces. Es decir, en 2023 Rusia arrebata a Nigeria la tercera posición en la lista de mayores proveedores energéticos de España, solo superada por Argelia y EEUU.
¿Cómo es posible?
Pese al régimen de sanciones impuesto, los contratos suscritos con compañías suministradoras rusas siguen vigentes. La Comisión Europea conmina a los operadores nacionales a no renovarlos, por lo que no se rescinden mientras dure su vigencia.
Dadas las necesidades energéticas del país y el nuevo esquema europeo de suministros, ¿podría permitirse España que sus operadores gasísticos no renovaran estos contratos? «Sería peliagudo», advierte a Sputnik Antonio Turiel, investigador del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona.
En opinión de este especialista en hidrocarburos, el margen de actuación de España en este campo difícilmente puede variar, porque «el mercado no tiene mucha más capacidad de movimiento del gas», aunque los incrementos de las importaciones rusas pueden ser más bien aparentes, producto del descenso de las compras a otros proveedores.
«EEUU y Argelia no deben estar pudiendo mover tanto gas en este momento. España no ha modificado sensiblemente su capacidad regasificadora. Aparte, lo que importa es el volumen absoluto de importación anual porque de mes a mes las importaciones pueden variar mucho».
De acuerdo a las estadísticas de CORES, las importaciones españolas de gas, efectivamente, descendieron un 16% en febrero (31.825 Gwh). El 32,5% llegó a través de tubería y el 67,5% restante por buque metanero como gas natural licuado (GNL).
«La realidad se impone»
El suministro de GNL ruso a España está asegurado de momento por razones jurídicas: el cumplimiento de los contratos. Su renovación atenderá a una razón económica y su no renovación a consideraciones políticas.
En un contexto marcado por un nuevo esquema europeo de abastecimiento energético que presenta grandes complicaciones y con un panorama internacional donde, por ejemplo, las exportaciones de petróleo ruso a la India alcanzan niveles históricos, cabe preguntarse si todo esto responde a una lógica de juego político en las altas esferas.
«No, más bien responde a una realidad. Todo lo heroico se diluye y la realidad se impone. El juego político viene ahora porque habrá que justificar lo que se está haciendo», explica a Sputnik el politólogo y exparlamentario Manuel Monereo. Para él, las adquisiciones españolas de gas ruso son también expresión de una dualidad:
«Hay como dos mundos: el del relato oficial, donde Putin es muy malo, todos estamos contra Putin y vamos a arruinar su economía; y también el del relato real, donde Europa sigue siendo muy dependiente del gas y ha sustituido una dependencia del gas ruso que era mutuamente ventajosa, por otra en la que el gas estadounidense es mucho más caro y no basta para las necesidades del continente».
«¿Y qué pasa? Que la estrategia de estrangular económicamente a Rusia ha fracasado y que el proyecto energético de Occidente no es viable. El discurso oficial en la UE sigue siendo muy solidario y heroico con Kiev, pero a la hora de la verdad está pillado sobre alfileres, pues el costo económico y social para Europa es enorme».
En esta situación, este veterano politólogo español señala un factor que tilda de «desesperación» e incide en la figura protagónica de EEUU en el nuevo marco de relaciones económicas de la UE: «O seguimos escalando el conflicto en Ucrania o nos sentamos a negociar una salida honrosa para Washington».
«Por ejemplo, las declaraciones de Macron después de su visita a Pekín demuestran las dudas del Gobierno francés de continuar una estrategia que lleva a Francia a enfrentarse a Rusia y también a China. Esto acelera una consecuencia: que se agrava el cuestionamiento de la hegemonía norteamericana, sobre todo en el plano económico. Y eso conduce a un asunto muy viejo: que los intereses de Europa no coinciden con los de EEUU», concluye Monereo.
Fuente: Sputnik