Gregorio Selser, leyenda antimperialista, patrimonio de los pueblos

Stella Calloni

  • Calloni es una de las más destacadas intelectuales revolucionarias de América Latina. Periodista y escritora, ha recibido las órdenes José Martí, de Cuba, y Rubén Darío, de Nicaragua, entre otros muchos reconocimientos. Amiga personal del Comandante Fidel Castro y del General Omar Torrijos de Panamá. Vivió en Nicaragua en los años 80. Nació en 1935 y vive en Buenos Aires, Argentina

La Facultad de Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata presentó recientemente el libro de testimonios «Gregorio Selser, una leyenda del periodismo latinoamericano», escrito por el periodista Julio Ferrer en base a unas 50 entrevistas testimoniales, en las que trabajó durante más de cinco años.

La decisión de Ferrer fue escribir este libro en homenaje al periodista e investigador argentino Gregorio Selser, olvidado en su país, especialmente después de la destrucción que dejó la última dictadura militar.

Si hubo un escritor definidamente anti-imperialista en el siglo pasado fue Selser, quien se dedicó a buscar documentos y demostrar las acciones imperiales desde fines del siglo XIX contra nuestra América. Perteneció al partido Socialista y su historia es la de una tenacidad extraordinaria, que le permitió superar los momentos más duros de su vida.

Mantuve una larga amistad con Gregorio y su esposa Marta, ambos de una humildad y generosidad que le reconocen sus amigos eternos. Estuvimos juntos en el Movimiento por la Unidad latinoamericana en los años 70, especialmente en duros tiempos dictatoriales que nos tocó vivir en el país y en el exilio, y compartí muchos momentos con ellos y sus hijas, que me conocen muy bien.

Después de la muerte de Selser, durante una visita de su esposa a Buenos Aires, decidimos hacerle un homenaje en el Movimiento por la Paz, la Solidaridad y la Soberanía entre los Pueblos, y en esos días me comprometí con ella en que íbamos a rescatar la memoria y la obra del periodista y que volviera a ser una fuente bibliográfica en las universidades argentinas.

Tengo infinidad de testigos de que en todo momento, tanto la socióloga Alcira Argumedo como yo, en cada seminario o charla en las universidades destacábamos la obra y el nombre de Gregorio.

Con la exdecana de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata, Florencia Saintout, pensábamos hacer un homenaje importante a Selser y a otros grandes escritores e investigadores de nuestro país. El libro de Ferrer era el comienzo de ese homenaje.

Julio Ferrer, autor de libros como «Osvaldo Bayer Íntimo. Conversaciones con el eterno libertario», así como «El oficio del periodista», donde entrevista a destacados del oficio como el mismo Bayer, Rogelio García Lupo, Vicente Zito Lema, Carlos Aznárez, Roberto Tito Cossa, entre otros, que además se transformó en el documental «El arte de Comunicar.

El Periodista, reconocido por la crítica, enamorado de la figura y la obra de Selser decidió, con la ayuda de todos los que lo conocíamos, escribir un libro de testimonios.

Cuando ya había avanzado en el borrador, se puso en comunicación con Irene y Gabriela Selser, dos de las hijas de Gregorio, para profundizar en una necesaria semblanza biográfica. He leído las cartas con halagos de Irene y Gabriela al libro, a la idea de Julio, quien incluso aceptó que Irene hiciera correcciones al libro que se publicaría en México.

Mediante un gran esfuerzo Julio revisó todos los archivos sobre Selser en Argentina y luego en México, contó con los documentos del Fondo Documental de Gregorio y Marta Selser que pertenecen al CAMENA (Centro Académico de la Memoria de Nuestra América. Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Autónoma de la Ciudad de México), donde finalmente se digitalizaron esos archivos y que ya ha publicado cuatro tomos que compilan las centenares de intervenciones de Estados Unidos contra América Latina y el Caribe. En su libro Ferrer agradece toda esta cooperación prestada ampliamente.

Muchos de nosotros dimos a Julio los contactos con personas que habían conocido a Selser y agradecimos el trabajo esforzado de este compañero, cuya familia fue víctima de la persecución de la pasada dictadura, que secuestró y desapareció en noviembre de 1976 al hermano de su madre, Héctor Hugo Malnati, y a su compañera Mirta Coutoune, embarazada de 5 meses.

Julio forma parte de un grupo de trabajo de jóvenes en La Plata y pertenece entre otros movimientos a la Red de Intelectuales, Artistas y Movimientos Sociales en Defensa de la Humanidad, en su capítulo argentino.

Somos muchos los que avalamos entusiastamente este primer libro sobre Selser a tantos años de su muerte. Por esta razón hemos sido impactados por una inexplicable «carta denuncia» de Irene y Gabriela Selser, quienes son las herederas de los derechos y bienes de su padre, aclarando que ellas no son Gregorio Selser.

No tienen entidad para autorizar o desautorizar un libro de testimonios como este, ni para insultar y degradar en forma humillante y perversa a una persona, un querido compañero que acudió a ellas para agregar una ajustada semblanza biográfica a la obra y a quien Irene ofreció editar el libro para una posible publicación en México.

Esta conducta asumida después de firmar un acuerdo con Julio, para supervisar y cuidar el libro para su edición mexicana, es inapropiada en todo sentido.

Una incomprensible actitud que comienza a partir de que días después del acuerdo firmado, Irene decidió añadir un texto suyo mediante el cual quería introducir una supuesta declaración personal de su padre, para insinuar que estaba enfrentado a Cuba, o que condenaba a todo el Frente Sandinista de Liberación por «corrupción» y además extenderse con conceptos negativos contra todos los gobiernos populares de este siglo.

Nunca escuchamos a Selser estas expresiones sobre Cuba, aunque siempre que había una crítica que hacer aún a sus mejores amigos, lo hacía en forma directa.

Parecía querer demostrar Irene que su padre se había alejado de la Revolución Cubana, lo que nunca sucedió. Este recurso ofende la memoria de su padre, que hasta sus últimos momentos tuvo relaciones con el gobierno y el pueblo cubano. Él tenía la honestidad suficiente para escribir si había decidido tomar otro camino.

Asombrada pude leer también una carta amenazante de Irene a Julio, donde además me acusaban groseramente a mí, pero no responderé a esto de ninguna manera. Fui amiga de sus padres durante años, hasta que ambos murieron y eso es innegable.

Ofenden también la memoria de su padre al tratar de manipular y especular con supuestas intenciones que nunca existieron en el autor del libro. Julio no sólo no es oportunista y nunca lo fue, ni mediocre como sostiene Irene, confundiendo la emocionada devoción con que Ferrer comenzó esta tarea, como confunde la humildad de una persona con mediocridad. Mediocre es lanzar un ataque cargado de odios contra quien no les ha hecho nada y cuyo «pecado» fue buscarlas para que lo asesoraran en cuanto a la semblanza biográfica.

Debe saber Irene que quienes escribimos para la querida universidad no cobramos derechos de autor, porque estas instituciones atraviesan un momento muy difícil ante la persecución a la educación pública en estos tiempos de retornos coloniales. Por lo tanto, bajo ninguna circunstancia podemos permitir esta enorme injusticia con Ferrer.

Querer agregar un texto que intentaba mostrar a su padre como un «arrepentido» de su posición ideológica, de su defensa de cada uno de los gobiernos que desafió al imperio, es al menos un golpe bajo.

Antes de hacer pública su llamada «carta-denuncia», Irene Selser envió otra carta degradante y amenazante a Julio, que nos hizo sentir vergüenza ajena. El odio nunca fue una expresión de Gregorio, quien se caracterizó por su generosidad y humildad por lo cual sigue siendo tan importante para los que seguimos el camino de su lucha.

Vamos a luchar por la dignidad de Julio y su libro seguirá su camino. Selser defendió cada gobierno que resistía al imperio, y que en su tiempo, como ahora, eran considerados por Washington como «dictaduras», mientras amparaba a los Pinochet, Videla y otros de su calaña.

Vamos a defender la memoria de Gregorio y las raíces profundas de su obra que marcó a generaciones de luchadores antimperialistas. No tengo dudas de que el hombre que denunció todas las miserias y los crímenes del imperio, estaría hoy en la misma posición ante la brutal ofensiva imperial contra Nuestra América y contra el mundo en estos tiempos.

Rechazamos, asimismo, las expresiones de Irene ante la reseña del libro realizada por la reconocida periodista mexicana, Blanche Petrich, involucrando también al periódico La Jornada en «aviesas intenciones» que no ha tenido.

No soy la mentora de Julio ni de nadie, y tengo mis posiciones propias que La Jornada respeta e incluso diferencias que también respetamos ambos.

Interpretar que el libro tenía «alguna finalidad» específica que no fuera la de rescatar y homenajear la memoria de esa extraordinaria figura, es una falta de respeto a todos los que entusiastamente alentamos a Ferrer, quien tuvo la dignidad de mantener la unidad e imparcialidad de un libro, en el que colaboraron personajes tan dispares entre sí, pero tan respetuosos todos de la memoria de un gran periodista y escritor, uno de los más connotados especialistas del siglo pasado, quien desnudó la peor y temible cara de un imperio hoy decadente.

Debo decir que gracias a la generosidad de Gregorio y Marta, pude reunirme con material y copia de parte de mis trabajos, notas y crónicas que estaban en su archivo personal y que yo enviaba desde Centroamérica donde trabajé como corresponsal para diarios de México, Argentina y otros países, tarea en que ambos me alentaron siempre.

Por todo esto no puedo entender de dónde salió ese odio visceral, similar al que se utiliza en las remanidas «guerras psicológicas» en estos tiempos, por el lenguaje utilizado en sus cartas. En realidad esta actitud ofende la memoria de Gregorio, desde el momento que durante tantos años este es el primer homenaje a su padre.

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