Raúl Zibechi*
Mientras la economía de Occidente languidece y se recupera lentamente de los efectos de la pandemia, China avanza a paso de gigantes.
En los cuatro primeros meses de 2021 las exportaciones subieron un 44% y las importaciones, un 31,9%, mientras «el superávit comercial alcanzó de esta manera los 157.900 millones de dólares». Las exportaciones chinas a EEUU crecieron un 60% y a Rusia casi un 20%, enseñando un dinamismo extraordinario.
De la mano de esa notable recuperación de su economía, China también está ganando la guerra de las vacunas, ya que ha sido capaz de exportar nada menos que 700 millones de dosis a todo el mundo, mientras EEUU apenas ha vendido 3 millones de vacunas fuera de fronteras, según un documentado reportaje de Asia Times.
Meses atrás, el presidente Xi Jingping declaró que las vacunas son un «bien público mundial» y está actuando en consecuencia. Por el contrario, según el periodista David Hutt, «EEUU está acusado de acumular vacunas a medida que nuevos brotes devastan gran parte del mundo en desarrollo».
Los estudios muestran que hasta dos tercios de las vacunas administradas por farmacéuticas occidentales lo fueron en EEUU y el Reino Unido, China ha proporcionado más de 700 millones de vacunas a más de 90 países ya sea a través de ventas o donaciones.
Los países más pobres no han tenido la oportunidad de recibir vacunas de los grandes laboratorios ni se han beneficiado del mecanismo COVAX de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En tanto, «las exportaciones de vacunas de China han sido especialmente significativas después de que la India, un importante fabricante de vacunas, detuviera sus exportaciones de vacunas este mes para centrarse en la explosión de la catástrofe de COVID-19».
Sin embargo, quienes acusan a China de ejercer una «diplomacia de las vacunas», ganando aliados a través de donaciones, deberían saber que según Bridge Consulting, hasta mayo China había donado 16,5 millones de dosis y vendido 691 millones a 84 países.
A menudo las donaciones se restringen a países como Camboya, país que China considera como un aliado de vital importancia, mientras países como Indonesia han comprado nada menos que 125 millones de vacunas Sinovac.
Ahora que la OMS aprobó las vacunas Sinopharm como seguras y confiables, se comenzarán a distribuir a través del mecanismo COVAX y la Unión Europea deberá aceptar la calidad de la vacuna china que, hasta ahora, se consideraba menos confiable que las Pfizer, Moderna o Johnson.
Sin embargo, el columnista de Asia Times puede estar en lo cierto al considerar que China entregará solo 10 millones de vacunas a COVAX, porque «no les gusta subsumir su generosidad en sus productos bajo alguna marca de la ONU», como dijo el director del centro de políticas de salud global en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales, Stephen Morrison.
Hasta ahora China mantiene una excelente imagen internacional en los países del Sur, cuando gobiernos incluso conservadores se deshacen en elogios hacia China. «No podemos estar una vez más en esta competencia donde los más fuertes pueden ganar en el camino de obtener estas vacunas, así que no estoy contento con eso», dijo el presidente de Uruguay Luis Lacalle, agregando que Uruguay está «viviendo un buen momento» en su relación con China.
China asegura que puede producir 5.000 millones de dosis para fines de este año, mientras la londinense Airfinitiy destaca que EEUU ha producido 333 millones de dosis de vacuna, pero había exportado solo tres millones. Es evidente que ser el taller del mundo y haber controlado la epidemia, le otorgan al Dragón enromes ventajas.
En paralelo, hay quienes como Hutt, sostienen que «hay poca evidencia de que la diplomacia de las vacunas de Beijing haya obtenido beneficios considerables para sus ambiciones geopolíticas». Este punto no está claro, porque los medios occidentales suelen mirar a muy corto plazo, mientras las cuestiones geopolíticas apuntan al medio o largo plazo.
Si se piensa que por donar vacunas los países receptores cambiarán sus posturas respecto a las redes de telefonía 5G que ofrece Huawei, pueden estar seguros que eso no va a suceder o que sucederá, pero en tiempos más largos. Sin embargo, ya hay países como Honduras, uno de los pocos que mantienen relaciones con Taiwán, que parecen dispuestos a abrir relaciones con Pekín luego de recibir vacunas Sinovac.
Pero el punto central es la imagen, algo que no se traduce en cambios geopolíticos rápidos. Los encuestados del informe Estado del Sudeste Asiático, una encuesta de intelectuales y formadores de opinión de la región realizada por el Instituto ISEAS, dijeron que «China proporcionó la mayor ayuda a la región durante la pandemia el año pasado (44%), en comparación con Japón (18,2%) y EEUU (9,6%)».
A mi modo de ver, China no busca sobrepasar a EEUU mediante la diplomacia de las vacunas, sino mostrar al mundo una cara diferente a la que enseña Washington. Eso ya sería suficiente, pero la realidad va mucho más allá.
El tema central es que por un lado consigue afianzar relaciones con sus principales aliados. Además, su diplomacia va dirigida particularmente a los países pobres del Sur global, sobre todo en Asia, África y América Latina, donde ha cosechado grandes victorias al conseguir éxitos sanitarios en países como Chile y Brasil que, en los papeles, serían aliados incondicionales de EEUU.
Por otro lado, mientras la diplomacia de Washington trabaja en el corto plazo, al ver cómo pierde pie en varias regiones, la de China trabaja en los tiempos largos pero, sobre todo, focalizada en objetivos como la Ruta de la Seda, estrechando relaciones con los países que están incluidos en el proyecto.
Incluso enemigos contumaces de China, como el excanciller de Bolsonaro, Ernesto Araújo, tuvo que desdecirse estos días de anteriores ataques el Dragón al afirmar que «jamás promoví ninguna política de enfrentamiento con China», cuando compareció a la Comisión Investigadora del Senado sobre el manejo de la pandemia por parte del gobierno.
* Periodista e investigador uruguayo.
Fuente: Sputnik.