Utilizar personajes históricos y vincularlos con figuras de la cultura para cambiar los significados sirve para disminuir o tergiversar la realidad en función de los intereses que se quieran manipular
Un local de comidas ubicado en la provincia argentina de Santa Fe desató una fuerte controversia al combinar en sus platillos el nombre de Ana Frank, una de las víctimas emblemáticas del Holocausto, con Adolf Hitler, principal responsable del genocidio de casi seis millones de judíos europeos.
Así, por ejemplo, los clientes podían pedir una «hamburguesa Ana Frank» (rellena de carne 100 % vacuna, con queso cheddar, tocino y cebolla caramelizada), con un costo de 3.500 pesos (seis dólares), y acompañarla con «papas Adolf» (rústicas, con cheddar, tocino y cebollín).
Pero, fueron más allá y abarcaron a otras personalidades, ya que sus variedades de hamburguesas quedaron bautizadas con los nombres de los músicos Elvis Presley y Bob Marley, también con el de Buda, o el del fallecido futbolista Diego Maradona.
Con respecto a las papas, las variedades incluían las Benito Mussolini (rústica); Mao Tse-Tung, (rústica con huevo) y Gengis Kan (con salsa picante).
La comunidad judía de la ciudad de Rafaela, en donde se encuentra el local, manifestó su repudio e indignación, pues «es agraviante, insultante, repugnante. Las referencias son claramente desafortunadas, ya que refieren a un periodo histórico extremadamente doloroso para nuestra comunidad, y denotan un desconocimiento total y banalización», aseguraron.
En medio del escándalo, la empresa se disculpó. «Desde nuestro emprendimiento gastronómico pedimos perdón por la ofensa y la falta de sentido de la responsabilidad por el uso indebido de nombres que remiten a heridas abiertas en la humanidad en su conjunto. La noticia nos impulsa a continuar pensando en reforzar nuestro compromiso con los valores de la defensa de los derechos humanos como principios inalterables para vivir en una sociedad justa y promover una vida digna», agregó la entidad, según RT.
Casual o no, el hecho refleja crudamente una de las variantes que tributan al desmontaje de la historia: la guerra de los símbolos. Utilizar personajes históricos y vincularlos con figuras de la cultura para cambiar los significados sirve para disminuir o tergiversar la realidad en función de los intereses que se quieran manipular.
Hoy pueden ser estos, mañana pueden ser otros, o como ya ocurre con quienes no vivieron los horrores del apartheid y han tratado de impugnar la ejecutoria de Nelson Mandela.
La manipulación, la descontextualización, la idiotización de las masas son armas al uso de los que temen que los pueblos tengan ideas de cambio, o desarrollen una conciencia crítica; eso atemoriza a los poderosos en cualquier lugar del mundo, porque saben que los pueblos gestan revoluciones. Por algo las ideas son las verdaderas creadoras de la historia.