Hegseth y Trump lo dejan claro: quieren guerra

Pete Hegseth, secretario de Guerra de Estados Unidos, estrecha la mano a algunos soldados. !Ave, César, los que van a morir te saludan!

 

Tehran Times

Teherán – El secretario de Guerra de Estados Unidos, Pete Hegseth, pronunció el viernes un discurso inequívoco: Estados Unidos no busca evitar la guerra, sino que se prepara activamente para una confrontación global.

En su intervención en el Colegio Nacional de Guerra, Hegseth comparó el mundo actual con el de 1939, año en que comenzó la Segunda Guerra Mundial, y con el de 1981, cuando las tensiones de la Guerra Fría se intensificaron. Estas no eran meras referencias históricas, sino advertencias. Y, más aún, constituían una hoja de ruta.

Apenas unas semanas antes, el 5 de septiembre, el presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva que renombraba oficialmente el Departamento de Defensa como Departamento de Guerra. Este cambio permite el uso del nuevo título en las comunicaciones oficiales y otorga a Hegseth la autoridad para utilizar el título de «Secretario de Guerra». Hegseth adoptó el nuevo nombre a lo largo de su discurso, señalando una clara ruptura con el lenguaje de la defensa y la diplomacia, y un paso hacia la confrontación abierta.

Este cambio simbólico va más allá de una simple estrategia de imagen. Indica que Estados Unidos está asumiendo abiertamente su papel como potencia agresora en el escenario mundial.

Maquinaria de guerra estadounidense

Hegseth no solo habló de amenazas extranjeras. Dirigió sus críticas hacia el interior del país, calificando a la propia burocracia del Pentágono como uno de los “mayores adversarios” de Estados Unidos. Culpó a la lentitud en la planificación, la supervisión y la regulación de frenar la preparación militar. Su solución: eliminar los controles, agilizar los contratos de armas y otorgar poder a los fabricantes privados de armamento.

Esto no es una reforma, sino una militarización sin límites. Al desmantelar las salvaguardias internas, Estados Unidos allana el camino para una escalada descontrolada. Está construyendo una maquinaria bélica diseñada no para la defensa, sino para la dominación.

Escalada por diseño

El presidente Trump sigue afirmando que quiere poner fin a las “guerras interminables” de Estados Unidos. Pero sus acciones cuentan una historia diferente. Recientemente, autorizó las primeras pruebas de armas nucleares estadounidenses en más de 30 años, una medida temeraria que amenaza con reavivar la carrera armamentista mundial y destruir décadas de moderación nuclear.

Estados Unidos no reacciona ante las amenazas, las crea. No defiende la paz, se prepara para la construcción de un imperio. En junio, Trump aprobó ataques directos contra las instalaciones nucleares iraníes en coordinación con Israel. En aquel momento, Estados Unidos negó su participación en el ataque israelí del 13 de junio. Sin embargo, el 6 de noviembre, Trump admitió públicamente que él estaba al mando de la operación. Esta admisión confirmó lo que muchos ya sospechaban: Estados Unidos no es un mero espectador de la violencia en la región, sino un actor clave.

La adicción de Estados Unidos a la guerra

La referencia de Hegseth a 1939 no es casual. Encaja en un patrón largo y sangriento. Desde Hiroshima hasta Vietnam, Irak y Afganistán, Estados Unidos ha revestido repetidamente sus guerras con el lenguaje de la paz y la libertad. En cada ocasión, afirmó defender la democracia. En cada ocasión, dejó tras de sí ruinas, tumbas y caos.

Las acciones de hoy —los ataques contra Irán, el rearme militar en Asia y Europa, el impulso a las pruebas de armas nucleares— no son aisladas. Forman parte de una estrategia deliberada. Estados Unidos no reacciona ante las amenazas; las crea. No defiende la paz; se prepara para la expansión imperial.

En Europa, los ejercicios de la OTAN cerca de las fronteras rusas han provocado a Moscú. En Asia, la presencia de buques de guerra estadounidenses cerca de Taiwán y Filipinas ha suscitado fuertes advertencias de China. En ambas regiones, Washington juega con fuego y arrastra al mundo al borde del abismo.

Un plan para la guerra mundial

En su discurso del viernes, Hegseth no mencionó la expresión «guerra mundial». Sin embargo, sus comentarios sentaron las bases para una: una burocracia desmantelada, un ejército rearmado, una diplomacia marginada y un mapa global de enemigos. Las acciones de Trump —desde la escalada nuclear hasta los ataques abiertos y encubiertos— concuerdan con esa visión.

El discurso de Hegseth y las decisiones de Trump auguran un futuro sombrío. Estados Unidos no busca prevenir la guerra, sino que se prepara para ella, y no para una guerra cualquiera, sino para una guerra global. Al revivir la retórica de la Guerra Fría, acelerar la producción de armamento, atacar a Irán y confrontar a Rusia y China, los líderes estadounidenses están sentando las bases para un conflicto que podría extenderse por todo el mundo.